Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 31 de octubre de 2020 | Publicado a las: 12:21
“Antes de la pandemia, en 2019 la participación de la mujer en la región llegó a 47,7% (promedio nacional: 52,5%), situación que se desploma en 2020 en especial a partir del trimestre febrero-abril con los efectos del Covid-19, bajando la barrera del 40% para ubicarse en junio-agosto en 35,7% la segunda más baja entre las regiones del país”.
Escribe: Patricio Ramírez R., coordinador Observatorio Económico y Social, Universidad de La Frontera.
Esta crisis sanitaria implicó el cierre de establecimientos educacionales y jardines infantiles, lo que agregó una importante dificultad para que muchas mujeres pudieran seguir trabajando y/o para que pudieran continuar buscando empleo. Muchas mujeres jefas de hogar tuvieron que quedarse en la casa a cargo del cuidado de hijos y familiares saliendo de la fuerza de trabajo. Esto incidió en la brusca caída de los niveles de participación laboral femenina que tradicionalmente han sido menores a la de los hombres, pero que la pandemia vino a profundizar aún más.
Antes de la pandemia, en 2019 la participación de la mujer en la región llegó a 47,7% (promedio nacional: 52,5%), situación que se desploma en 2020 en especial a partir del trimestre febrero-abril con los efectos del Covid-19, bajando la barrera del 40% para ubicarse en junio-agosto en 35,7% la segunda más baja entre las regiones del país. Las mujeres están sintiendo con fuerza los efectos negativos de la crisis sanitaria y económica.
La baja participación laboral femenina en La Araucanía y la brecha negativa en relación a los hombres es un problema que arrastra la región hace muchos años, pero que hoy se ha visto profundizado llegando a niveles muy preocupantes, exhibiendo las grandes dificultades de ingreso que tiene la mujer en el ámbito laboral, la que se agudiza en periodos recesivos.
Actualmente poco más de un tercio de las mujeres en edad de trabajar en la región se encuentran en el mercado laboral ya sea como ocupadas o como desocupadas, eso es una cifra muy baja, que pone en una posición de mayor vulnerabilidad socioeconómica a las mujeres. Adicionalmente es una mala noticia para la región, ya que significa desaprovechar el potencial de recurso humano femenino y la imposibilidad de alcanzar mayores niveles de productividad, empleo e ingresos.
Los planes de reactivación necesitarán incluir un impulso especial al empleo femenino dada su compleja situación actual donde los niveles de participación y ocupación han retrocedido más de una década en la región. Habrá que incentivar el empleo en aquellas áreas y sectores donde puedan incorporarse mujeres, pero en paralelo hay que seguir trabajando con mayor fuerza en estrategias y medidas para mejorar el acceso laboral de las mujeres, es decir, destrabar parte de las dificultades que les impiden o dificultan salir a buscar un empleo. Promover las redes de apoyo para el cuidado de los hijos y familiares junto a subsidios a la mujer para que incentive su regreso al trabajo. Es una oportunidad también para fortalecer la capacitación femenina de tal forma de mejorar e incrementar el capital humano de mujeres para un próximo retorno a la actividad laboral.