En la Región de La Araucanía, donde los desafíos sociales y económicos se entrecruzan con la riqueza de nuestra diversidad cultural, se vuelve imprescindible avanzar hacia un mercado laboral más justo, humano e inclusivo. Aún persiste una deuda histórica con las personas con discapacidad, muchas de las cuales, pese a su talento, preparación y compromiso, siguen enfrentando barreras estructurales, sociales y culturales que les impiden acceder a un empleo formal y digno.

Existen en nuestra región –y en todo el país– cientos de profesionales y técnico profesionalescon discapacidad que, con las misma formación, sueños y ambiciones que cualquier otro trabajador, han sido marginados del mundo laboral por prejuicios y estigmas que no tienen cabida en una sociedad que se dice moderna y democrática. Es urgente cambiar esta realidad.

La Ley N° 21.015, más conocida como la Ley de Inclusión Laboral, establece la obligación para las empresas con 100 o más trabajadores de contratar, al menos, al 2% de personas con discapacidad o asignatarias de pensión de invalidez. Esta norma, más allá de ser un mandato legal, debe entenderse como una herramienta para construir una cultura organizacional diversa, rica en miradas y más representativa de nuestra sociedad.

Además, la Ley 21.275, también conocida como «ley de gestor de inclusión», establece que las empresas con 100 o más trabajadores deben contar con un gestor o gestora de inclusión laboral. Este rol es fundamental puesto que son los encargados de dirigir la implementación de las políticas internas en materias de inclusión, capacitar equipos y abrir mentes. La inclusión comienza con la voluntad, pero se concreta con acciones.

Más allá del cumplimiento de la ley, hacemos un llamado a las empresas a entender que no están contratando a una persona con discapacidad, están incorporando a un profesional capacitado, con conocimientos, estudios superiores y una formación que lo habilita plenamente para desempeñarse en el cargo. La inclusión no puede reducirse a campañas ocasionales o a un gesto simbólico una vez al año durante la Teletón. La concientización debe ser permanente y, sobre todo, debe traducirse en acciones concretas.

Avanzar en inclusión y empleabilidad es una tarea colectiva, pero requiere un cambio profundo en la forma de mirar y valorar el talento. Hoy existen miles de profesionales y técnicos que, con esfuerzo, preparación y perseverancia, se han superado y han vencido los estereotipos sociales. Por eso, quienes tienen en sus manos la posibilidad de ofrecer oportunidades laborales, tienen también el poder –y la responsabilidad– de transformar el rumbo de esta realidad.

Las empresas tienen un rol clave en la construcción de un mercado laboral inclusivo. Son espacios donde se tejen relaciones, se desarrollan habilidades y se construye sentido de pertenencia. Cuando una empresa apuesta por la inclusión no solo cumple con la ley: mejora su clima laboral, enriquece su cultura organizacional y da una señal clara de compromiso social. Además, gana talento.

La inclusión laboral no es caridad ni un favor: es justicia, es derecho, y, sobre todo, es una oportunidad de construir una región más equitativa y cohesionada.

Claudia Tapia de la Peña, Seremi del Trabajo y Previsión Social de La Araucanía