Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 30 de mayo de 2022 | Publicado a las: 12:14
Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminologo.
Una de las primeras acciones que enorgullecieron al Hombre, fue la de crear herramientas que le ayudaran en las labores agrícolas, de recolección y defensa, empezando por un simple “palo”, que poco a poco fue pulimentado mediante el uso de piedras filosas, hasta que le dio la forma deseada.
En este mismo sentido, a medida que avanzó el tiempo, fue necesario buscar la alternativa de proyectar elementos dotados de fuerza y aceleración que ha cierta distancia minimizaran los riesgos, primero ante las bestias animales y porque no decirlo, también de las bestias humanas que desde siempre han rondado en busca de lo fácil.
Es así, que surgen las lanzas, boleadoras (piedra y cuero), hondas que arrojaban piedras, hasta llegar a los arcos que dispara flechas y finalmente las ballestas que disparan dardos de diferentes dimensiones.
De ahí que surge el concepto de origen griego “Ballein”, que significa lanzar o arrojar algo al espacio, de diversas formas, comenzado de esta forma la disciplina científica de la Balística, de su modalidad más pura en el estudio de las trayectorias, pasando por el estudio del interior de las armas, el vuelo al exterior de los proyectiles, sus efectos y el análisis forense.
Posteriormente, vinieron los cañones, obuses, misiles, cohetes y hasta las primeras naves espaciales de despegue vertical, tuvieron la forma de un proyectil balístico para romper las fuerzas encontradas en sus trayectorias de vuelo.
Sin duda alguna, el hombre al observar el vuelo de las aves y su fisonomía, comenzó a elaborar la idea de crear aeronaves hasta llegar a lo mas sofisticado de la aviónica.
Sin embargo, los proyectiles balísticos, en la practica son conocidos como “bala” y así se entiende de mejor forma en todos los ámbitos, pasando por el periodístico hasta llegar a lo judicial.
En este orden de ideas, aunque las armas, especialmente las de fuego, poseen aparatos de puntería, cuando un tirador no es muy diestro y menos controlado, no sirven de nada y aquí surge el nuevo eufemismo “bala loca”.
Esta denominación se refiere a aquella bala que surca el espacio sin un blanco especifico e impacta en cualquier lugar, causando muchas veces muerte y lesiones a personas que nada tienen que ver en un conflicto determinado.
En esto, durante mucho tiempo, los chilenos llevamos la delantera y por diferentes motivos, donde la peor parte se la llevan los niños, mujeres y ancianos, que no se dieron cuenta cuando se cruzaron en una línea de fuego en una disputa callejera, quitada de drogas o lisa y llanamente estaban en el interior de sus casas y una bala loca atravesó una ventana, plancha de zinc o muralla enclenque.
Otro aspecto, han sido los no pocos accidentes a partir de la manipulación negligente de un arma, pero de igual forma quedan victimas regadas en el piso.
Tema aparte, son los actos intencionales o por encargo que permiten aseguran a una victima mediante balazos y de igual forma en la jerga popular para evitar estigmatizaciones, también se les cataloga de balas locas, especialmente cuando las hordas criminales, en los denominados “narcos funerales” hacen de las suyas disparando para los cuatro puntos cardinales.
Mucho tiene que ver la falta de cultura de las armas, la carencia de polígonos y clubes de tiro, la fiscalización de las armas inscritas solo a quienes cumplen con la ley especial al efecto y no de aquellos que las portan y mantienen de forma ilegal.
Durante muchos años, Chile no tenia ley de control de armas, luego se promulgó una muy draconiana y restrictiva, – talvez con justa razón-, sin embargo, el árbol no ha dejado ver el bosque y se ha tergiversado todo.
Mas allá de lamentaciones, la realidad nos ha demostrado otra faceta, y esa es que la parte punitiva somete al castigo mas al que tiene un arma inscrita que al delincuente que usa un arma hechiza, adaptada o sustraída.
Esta situación logró contaminar a las propias fuerzas policiales, especialmente a Carabineros de Chile, quienes han preferido no disparar para protegerse o defender a un tercero, ante el desfile por los tribunales de justicia y disímil aplicación del derecho, cuando no permiten que se invoque la legitima defensa como causal de justificación.
Si bien, hay casos y casos, la practica ha demostrado que la tónica es que hay que ser timorato y no prudente, retroceder o dar la vuelta larga antes de llegar a un enfrentamiento. Que lamentable, pero es la verdad en un alto porcentaje.
La otra cara de la moneda, es que las fuerzas terroristas, -que a veces también celebran disparando al aire o en honores fúnebres-, generalmente disparan a matar a las personas o dañar a vehículos y casas, para amedrentar. Así de simple.
Últimamente, también hay que decirlo, esta cambiando poco a poco la situación, los días pasados y hoy, varios policías han repelido delitos y ataques usando sus armas de fuego y los resultados a la vista, varios delincuentes nacionales y extranjeros dados de baja. Todo en nombre del aumento indiscutible de la violencia y la delincuencia. Ya no somos la copia feliz del edén.
Lo paradojal es que la propia ministra del interior y seguridad pública, desconoce que las balas no respetan origen étnico, sexo, edad, profesión u oficio, como si cada bala tuviera un nombre en su ojiva y navegara buscando su blanco, ya que ahora se hace puntería.
Señora ministro (a), no solo hoy se mata a civiles o personas de origen étnico mapuche, sino que, desde hace tiempo, hay una cincuentena de victimas que lo avalan. El problema es que los ataque son de sobreseguro, cuando algunos no tienen posibilidad de defenderse, al igual que caballares y vacunos.
Cuál es la diferencia y similitud entre Eugenio Nain y Segundo Catril, si solo son dos personas de la etnia mapuche asesinados por algunos de sus pares en parecidas circunstancias mientras ambos trabajaban y circulaban en vehículos por la ruta de La Araucanía. Lo único diferente es que Nain, tenía un mameluco verde, conocido como uniforme de Carabinero.
Los dos son parte de una malograda lista de personas sacrificadas por la fuerza del odio y la irresponsabilidad del estado que no quiere observar la realidad. En el nombre de la falta de voluntad política.
Recientemente, fue detenido un denominado comunero mapuche sindicado como el autor del disparo que causó la muerte del subinspector Luis Morales de la PDI, en el interior de la comunidad Temucuicui. Este sujeto poseía un rifle marca Savage, calibre .308 Win. Munición reconocida en múltiples hechos, hay que esperar que hable el microscopio de comparación balística a través de la ciencia criminalística.
Sendos reportajes periodísticos salieron del closet y a través de nuevos periodistas y reporteros comienzan a mostrar el escenario oculto, donde las complejas relaciones entre mapuches, – desde antaño, por cierto-, no se dan tregua y las propias forestales se ubican en un palco a observar, aunque sea por poco tiempo.
La violencia ya no reconoce fronteras, por el contrario busca traspasarlas de cualquier forma y lo están logrando y sin mucho esfuerzo.
De nada sirve una medida de estado de excepción focalizada o visualmente ubicada en diferentes puntos de control, si no pasa a la fase de copamiento integral de las zonas de riesgo, de nada sirve seguir asumiendo que el motivo es la recuperación de tierras y menos entregarlas a quienes practican la violencia y el terrorismo, si ya se cayó del pedestal la denominada “violencia rural”, menos cuando no son capaces de controlar debidamente la “violencia urbana”.
Por primera vez, observamos que una escoba nueva no barre bien, ya se rompió el mito, el tema es saber barrer hasta con un chongo de espigas.
Hoy por hoy, autoridades de Chile, mientras los que tiene armas inscritas les hacen cariño y contención en sus propias casas, grupos de anarquistas y terroristas utilizan todo tipo de armas, calibres y miras telescópicas, apuntando al blanco humano que trabaja la tierra, esta vez ya “no hay balas locas”.