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Opinión

Editorial: Fracaso de la cuarentena

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 25 de abril de 2021 | Publicado a las: 00:00

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Las restricciones graduales, ejecutadas con firmeza y transparencia, tienden a funcionar mucho mejor que las medidas draconianas, en particular tratándose de la cooperación de la población, factos de especial importancia para manejar las epidemias de manera adecuada. Pero esto no ha sido la experiencia regional ni nacional.

Las leyes de cuarentena —del italiano “quaranta giorni”, que significa 40 días— fueron creadas por primera vez en Venecia en 1370, para mantener a raya a la peste bubónica con la prohibición del ingreso de barcos y mercancías durante el tiempo que entonces se pensaba que tardaban las epidemias en extinguirse por sí solas. La eficacia de la medida nunca fue analizada, pero aun así se refinó con el tiempo. Por ejemplo, durante la era industrial, dice el NY Time, las naciones europeas reforzaron las cuarentenas con “cordones sanitarios”: un anillo de seguridad conformado por guardias armados que evitaban la entrada y salida de cualquiera que sospechara o temiera portar una enfermedad epidémica.

Pero esa no ha sido nuestra experiencia. Poco antes de dejar su cargo, el ex ministro de Salud, Jaime Mañalich, confirmó que las cuarentenas aplicadas en el Gran Santiago habían fallado, según un trabajo de investigación de Ciper. Lo hizo al admitir que dos aspectos clave estaban fuera de control: la movilidad de las personas y la trazabilidad de los contagios.

El primer elemento, que mide la circulación dentro de las comunas, estaba disparado: tenía que reducirse a un 35% y los datos oficiales doblaban esa meta. En algunas comunas del sur capitalino –donde ahora hay más registros de decesos­– la movilidad solo bajó entre 10% y 20%.

En paralelo, el equipo para monitorear la trazabilidad no daba abasto: dejaba 11 mil personas sin ubicar cada día. Asesores científicos del gobierno advirtieron en abril de 2020 que las cuarentenas dinámicas estaban fallando por estos factores, pero no se vio reacción hasta fines de mayo.

En las fases tempranas de una epidemia, puede parecer razonable intentar contener la situación a través de la implementación inmediata y rápida de medidas de distanciamiento social, para luego reducir su intensidad si la evidencia demuestra que quizá estas fueron exageradas.

Las restricciones graduales, ejecutadas con firmeza y transparencia, tienden a funcionar mucho mejor que las medidas draconianas, en particular tratándose de la cooperación de la población, la cual es de especial importancia para manejar las epidemias de manera adecuada en nuestro mundo interconectado y globalizado.

En el caso de Temuco –y luego muchas otras comunas de La Araucanía- esta medida nuevamente comenzó a aplicarse desde el 6 de marzo y en las semanas posteriores e los encargados de la fiscalización y vigilancia, pero el covid continuó aumentando el número de contagiados y lamentablemente, la cifra de fallecidos.

Según la experiencia reciente, la medida en sí puede resultar positiva pero aplicada en forma eficiente y con firmeza y decisión. Para ello se necesita un fuerte compromiso y estrecha movilización de los encargados de la fiscalización. Junto a ello, la necesaria cooperación de la población regional, que continuó movilizándose de un punto a otro, en especial por caminos secundarios y a la hora que los encargados de vigilar la cuarentena, se ausentaban. Así la medida ha ido de fracaso en fracaso. Al final, parece que la medida estaba destinada para vigilar a la población sana y que con enormes sacrificios cumplían la medida.

Así, llegamos a fines de marzo con 16 millones de chilenos, un 84% de la población, en confinamiento absoluto y enfrentando el peor rebrote de la covid-19 desde el comienzo de la pandemia. El gobierno se pudo en campaña, pero  para anunciar luego el aplazamiento de las elecciones previstas para el 10 y el 11 de abril.

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