Publicado por: Claudio Nuñez | miércoles 15 de junio de 2016 | Publicado a las: 17:50
Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico e investigador (UACh)
Si hay alguien que piense que estimulando a su hijo con una Tablet, un IPod o a través de una conexión a Internet estará formando por esta vía a una persona que se convertirá en un joven genial y brillante, el cual, posteriormente, será un adulto creativo y autorrealizado, deberá tener muy presente, que existen altas probabilidades que ese “efecto mágico”, simplemente, jamás se produzca.
¿La razón y los argumentos? Aquí los enunciamos. Investigadores de la Universidad de Harvard pusieron en evidencia que un menor interesado en la lectura y que haya desarrollado una buena capacidad de comprensión lectora estará: (a) menos expuesto a repetir de curso y a desertar de la escuela, (b) la persona será capaz de acumular más años de estudio, lo que (c) le facilitará tener mejores trabajos y empleos, lo que a su vez, (d) disminuirá el riesgo de caer en la pobreza y en la delincuencia, todo lo cual, le permitirá (e) tener una mejor salud emocional y, finalmente, (f) desarrollar una escala de valores y principios.
Por lo tanto, es posible afirmar, que las ayudas tecnológicas sólo representan un complemento a la educación y al desarrollo de un ser humano, en tanto que un libro representa el eslabón esencial en el crecimiento y madurez integral de este infante.
De otra forma, analice usted los efectos nocivos que han tenido los teléfonos inteligentes (o smartphones) sobre las personas. Estos aparatos han propiciado una suerte de adicción, favoreciendo el uso de aplicaciones como el “Whatsapp”, “Twitter”, “Facebook”, etc. en lugar de la lectura, convirtiendo a nuestros jóvenes en cuasi analfabetos funcionales.
¿La prueba de lo anterior? Cuando uno lee los escritos de los jóvenes (y de los no tan jóvenes) a través de estos medios, se encuentra con miles de faltas ortográficas que son más bien “horrores” que “errores”, con dificultad para redactar un párrafo sin que se violen todas las reglas gramaticales, así como también, incapacidad para generar un pensamiento crítico o una hipótesis acerca de algún tema leído.
Un estudio del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile realizado en el año 2013 reveló un dato altamente preocupante: el 44,3% de los chilenos era analfabeta funcional, es decir, una vez supo leer y escribir, pero dado el poco uso que hizo la persona de estas habilidades, ello lo condujo a perder muchos de sus conocimientos. (La peor noticia, es que ese porcentaje va cada día en aumento).
Otra investigación reciente de la Universidad de Chile reveló una realidad aún más preocupante: más del 60% de la población chilena no comprendía lo que leía, o bien, alcanzaba el nivel mínimo de comprensión.
Por lo tanto, al analizar los muchos beneficios que ofrece la lectura como un hábito aprendido, cae por el peso de su propia lógica, que este efecto no sólo puede ser destacado como un “círculo virtuoso”, sino que podemos ir un poco más allá y hablar de una “espiral virtuosa”, en que cada una de las premisas (o argumentos señalados más arriba) eleva al sujeto que practica la lectura a un nivel de desarrollo y adquisición de competencias personales de grado superior.
¿Requiere el lector otro argumento poderoso? Aquí va: todas las investigaciones que se han realizado con miles de niños de distintos países en relación con el proceso de aprendizaje coinciden plenamente, que el mejor estímulo intelectual que puede tener un menor proviene directamente de la lectura de libros y de la comprensión de aquello que se lee. Y otro dato: el mejor ejemplo vicario, es aquél que entregan los propios padres, por lo tanto, si el niño ve regularmente a su madre o a su padre leyendo un libro, una revista o un diario, el mecanismo psicológico de identificación –que es inconsciente–sumando al proceso de socialización, conducirá al menor –de una manera natural– a convertirlo, asimismo, en un hábil y ávido lector.
Bárbara Pan, quién es doctora en Psicología de la Universidad de Boston y académica de la Universidad de Harvard, ha demostrado que muchos materiales se pueden usar para que los niños aprendan a leer, incluso álbumes de fotos de la familia, por cuanto, lo importante en este proceso, es la actividad práctica de interactuar de manera activa con el niño, contarle historias diversas y divertidas con un único objetivo: desarrollar el amor del niño por la lectura, con el fin de que sea un experiencia placentera y que la disfrute plenamente desde que nace.
¿Por qué razón se destaca esto último? La razón es muy sencilla: los resultados de la última prueba SIMCE fueron poco halagadores, por no decir decepcionantes, por cuanto, no obstante el hecho que la inversión en Educación se ha triplicado en los últimos 10 años, en lugar de avanzar en una mejora en la capacidad y comprensión de lectura, nuestros niños varones han retrocedido, nada menos que 12 puntos, al comparar los resultados de años anteriores con aquellos que se dieron a conocer en junio de 2016. Las niñas, por su parte, sólo lograron mantener sus resultados en comprensión lectora, sin una mejora sustancial, aún cuando sí subieron sus puntajes en matemáticas y ciencias, logrando igualar a los niños varones, quebrando así una brecha negativa de muchos años.
Dado estos resultados –que no pueden ser objetados–, lo único que resta es hacer caso a aquellos investigadores que nos señalan que cuando el niño mejora su capacidad de aprendizaje y lectura, automáticamente se hace menos propenso a repetir y a desertar de la escuela, y aún cuando el gobierno se empeñe por apostar por la tecnología y por entregar un computador a cada niño, esta iniciativa sólo puede servir como COMPLEMENTO para la enseñanza y nada más, por cuanto, las investigaciones demuestran, una y otra vez, que lo crucial y relevante es que los niños lean y que comprendan lo que leen, razón poderosa para invitar a los padres a exponer regularmente a sus hijos a distintos géneros, tales como cuentos, poesía, libros informativos sobre animales, plantas, minerales, etc., ya que cada género literario tiene estructuras y contenidos diferentes que pueden terminar interesando al niño.
En todo este proceso la familia del menor juega un rol preponderante, ya que debe estar involucrada en la lectura junto al niño, a raíz de los descubrimientos de la ciencia, a saber, lo extraordinariamente positivo que es leerle al niño desde la cuna, acto que permite que el infante identifique y relacione esta actividad con muestras de cariño, afecto, regaloneo y placer. Incluso más. Esta actividad lectora desde la cuna y junto al niño permite a los padres influir notablemente en su formación valórica, especialmente, luego del exceso de muestras de violencia y agresividad extrema que hemos visto en la juventud de hoy, donde ni siquiera se es capaz de respetar la imagen de un Cristo crucificado, imagen que termina destrozada y despedazada sin piedad alguna por parte de un numeroso grupo de jóvenes encapuchados, sin que importe ahora cuál credo religioso representa dicha iglesia.