Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 29 de agosto de 2022 | Publicado a las: 10:05
Escribe: Mario González, alcalde de Padre Las Casas
Antes de expresar mi posición frente al proceso plebiscitario que se acerca, quiero manifestar que respeto enormemente posturas distintas a la mía y que no está en mi esencia el prejuicio o la subvaloración de otro tipo de pensamiento cuando también es expuesto con fundamentos y con respeto. No creo que quien disienta de mi forma de pensar, se transforme en enemigo o sea por esencia una persona que busca el mal por sobre el bien. Esto sería solo un reduccionismo en la búsqueda de la verdad.
Hecha esta aclaración, quisiera exponer mi punto de vista en el entendido que frente a temas tan trascendentes como el que está hoy en discusión, no puedo permanecer impávido y silente.
No cabe duda que, más allá de las tergiversaciones, temores y dudas que puedan existir, lo que está en juego es la continuidad o el fin de un sistema económico, social y político llamado NEOLIBERALISMO, el que por definición reduce la acción del estado en el devenir diario, establece la reducción del gasto público y promueve la disminución de impuestos a las personas más ricas, con el fin de impulsar una «economía de la oferta» bajo la teoría de la filtración descendente, también conocida como la «teoría del chorreo».
Y es que más allá de las legítimas dudas que se puedan tener, aquí lo fundamental es preguntarnos si es posible pensar en un Chile que dé cuenta de la enorme demanda por justicia social, del dolor de nuestros pueblos originarios tras siglos de discriminaciones y postergaciones, de la falta absoluta de justicia en el sueldo de los jubilados después de décadas de trabajo, de las aberrantes diferencias entre la salud de ricos y pobres, con un sistema impuesto sin contrapeso, el que nos transformó en los Conejillos de Indias de un modelo que hoy pareciera ya no poder sostenerse frente al descontento ciudadano.
Pareciera entonces que lo más lógico sería preguntarnos si es posible mirar al futuro y pensar en una sociedad más solidaria, fraterna, menos individualista, con una constitución como la actual que por definición exacerba valores que hoy están en las antípodas de lo señalado.
Creo firmemente en el valor de la democracia y creo también que todo proceso de transformaciones genera desacomodos y sensaciones de inseguridad, que ponen en jaque un sistema al que nos hemos ido acostumbrando, por más inestable que este sea.
Pero también creo que como sociedad no tenemos más opción que plantearnos un nuevo camino, el que por momentos pudiera parecernos sinuoso, incluso un tanto escarpado, pero que si no lo tomamos agudizará problemas por años no resueltos. El estado debe definir nuevos mecanismos de modernización de sus procesos y organización.
Frente al conflicto que hoy envuelve a La Araucanía, por mucho tiempo y a muchas autoridades les he planteado la necesidad de hablar de temas que pudieran parecer complicados pero que de nada sirve seguir escondiéndolos. El tema de la plurinacionalidad, la territorialidad, la autonomía en la toma de decisiones, enmarcado dentro de una normativa jurídica, ya no pueden esperar. La actual Constitución nada dice sobre esto, y claro si fue realizada desde una visión absolutamente útil al modelo neoliberal y la falta de proyección de lo que ocurriría 40 años más tarde.
Por eso me gusta la nueva Constitución, pues reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y naciones indígenas a sus tierras, territorios y recursos, siempre en el marco de un único país y un mismo estado.
La necesidad de contar con un sistema de salud que sea solidario con el que menos tiene, es hoy un imperativo ético que no puede esperar. Por eso me gusta la propuesta de la nueva constitución que indica que esta debe asegurar el acceso libre e igualitario a la salud, en acciones de promoción, protección, recuperación y rehabilitación, y que es deber del estado garantizar la ejecución de las acciones de salud, ya sea en el sistema público o privado.
Además, la propuesta establece un Sistema Nacional de Salud de carácter universal, público e integrado, compuesto por prestadores públicos y privados y consagra el derecho de las personas de elegir el sistema de salud que deseen, sea este estatal o privado.
En lo referido a la Educación, la propuesta establece que esta se debe desarrollar en el marco del respeto a los derechos humanos, el medio ambiente sustentable y a la democracia; y que será participativa, obligatoria, intercultural, democrática, incluyente y diversa, agregando además la universalidad no solo para el nivel básico y medio, sino también para los estudios superiores. Con esto se permite, que independiente del estrato social, la persona podrá, de acuerdo a sus capacidades y vocación, elegir qué estudiar.
El tema de la propiedad, algo que ha generado polémica, aunque artificial, queda resuelto cuando el proyecto establece que toda persona, natural o jurídica, tiene derecho de propiedad en todas sus especies y sobre toda clase de bienes y recalca además que ninguna persona puede ser privada de su propiedad.
Queda además consagrado el derecho a Emprender cuando se plantea que toda persona tiene libertad de desarrollar actividad económica así como también queda consagrado el derecho a la libre elección, a la libre expresión, el respeto a la libertad de prensa, a la conectividad digital, al disfrute del tiempo libre, a participar de la vida cultural así como también a conocer y educarse respetando la identidad cultural, el derecho de los pueblos originarios a comunicarse en su propia lengua o idioma, el derecho a que la naturaleza sea respetada y que se proteja su existencia.
En fin, para mi, que recorro todos los días mi comuna, todas estas demandas, todos estos sueños tienen cara, tienen nombre y apellido, yo los percibo, los escucho cuando me reúno con las agrupaciones de Personas Mayores, de mujeres, de jóvenes, con las Juntas de Vecinos, en cada barrio, en cada comunidad mapuche, en todos los rincones de nuestro territorio. Por cierto, toda obra humana es susceptible de seguir siendo mejorada, pero es innegable que estos 388 artículos que plantea el proyecto son un avance notable en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y equitativa.
Es por esto que el día 4 de septiembre, con alegría y esperanza, votaré APRUEBO