Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 21 de marzo de 2021 | Publicado a las: 11:00
“Como sea, Loreto y Pablo (nuevos jerarcas de la seguridad), deben aprovechar el último cuarto de final, para demostrar que no todo está perdido y que pueden innovar o al menos demostrar que algo se puede hacer, sin buscar justificación de que las fuerzas armadas son reacias a cumplir órdenes, sin expresión de causa. ¿Quién puede creer o aceptar, tal afirmación? Solo los amigos de Cristiancito”.
Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, c Consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminólogo.
Cuantas veces habrá que repetir las mismas sentencias, afirmaciones, dichos, chascarros y anécdotas, para evitar que otros cometan los mismos errores.
Al parecer la experiencia de otros, nunca ha servido de nada, es decir hay que vivir cada uno su propia realidad, en carne propia, para valorar cada situación tal cual como es.
Algunos eruditos piensan que las cosas son como son y no como uno quiere que sean. Así de simple.
Chile, a decir de muchos, es uno de los países con más dichos populares, proverbios y sentencias que regulan la vida bucólica del pueblo. En este mismo sentido, los extranjeros, también se quejan de la pronunciación y velocidad del léxico. De los garabatos, mejor ni hablar.
De la utilización de animales como analogías, motes y sobre nombres, donde el ser humano pierde su individualidad y pasa a ser un cara de sapo, un mal del tordo, pesada como una yegua, un gallo que lo pasa chancho, una flaca cogote de jirafa, hasta los gabinetes presidenciales tienen su símiles en el zoológico.
Prácticamente en toda la vida cotidiana hay ejemplos jocosos, crueles y mal intencionados, para expresar ideas, planes y acciones de todo tipo, otorgándosele una capacidad de picaron al chileno, de zorrito, vivaracho y rápido, típico del otrora roto chileno.
Cuan alejados de la realidad, cuanta jactancia y narcisismo indebido para vanagloriarse de algo que es una pavonada, como llegar a sentirse y mirarse como los “jaguares de América del sur”.
La idea y el sueño pueden haber sido buenos, total la economía rodeada de números azules, eran el mejor indicador del vuelo alto del cóndor chileno hasta las cimas cordilleranas, superando con creces a otras especies, que evidentemente siendo menos majestuosas, querían seguirlo y emularlo. Lo mismo, con más tiempo de desfase lograron gusanos y lombrices, que alcanzaron las cimas, pero arrastrándose, cada uno lo hace como puede.
Lejos de cualquier ironía, pero más cerca de una analogía, en la vida humana hay actos similares a los del reino animal, también por instinto o por conveniencia.
Es aquí donde se cruzan las variables que constituyen un parangón que permite sostener los caminos de la vida que son difíciles de andarlos y de caminarlos, por eso hay que buscar las alternativas para conseguir los objetivos.
Cada meta, cada objetivo conlleva tareas para cumplirlos, a veces no se escoge lo mejor, independiente del motivo. Lo importante es que se cumpla, eso es lo que se espera por lo menos.
En el sueño del cumplimiento, que se visualizan como una quimera, el fin justifica los medios, y de esta forma se cumple el ritual a como dé lugar.
En términos prácticos, se deben desarrollar todas las maniobras existentes y las que aún no se crean para satisfacer las demandas propias y ajenas.
Este es el ejercicio de la política, satisfacer necesidades del resto, cumplir expectativas, tutelar el bien común. Pasa a ser el principal negocio de las autoridades, donde no debería haber disfraces, al menos no de animales.
En la fiesta pública, cualquier personaje vale su peso en oro, los medios de comunicación se ocupan de aquello y cuando alguien cae en desgracia, lo despojan de inmediato de todo atuendo, hasta aterrizar en el mundano mundo de la realidad y se debe colegir que es parte de la función diaria del poder, algunos suben y otros bajan, los amigos del hemiciclo deben mostrar que no lo son tanto delante de las cámaras.
En esta conflagración mediática todo vale, cualquier recurso sirve, con tal de marcar la pauta deseada, aunque no sea verdad.
Si bien esto siempre ha ocurrido, en estos últimos tiempos se ha transformado en el deporte principal, echarle la culpa a alguien, o a cualquier tercero, de los actos fallidos y sobre los aciertos, si es bueno asumir la conducción o autoría.
Es decir, el antiguo aforismo de que las victorias tienen muchos padres y las derrotas solo una madre, es cierto.
Como sea, la práctica habitual de culpar a otros es parte de la esencia nacional, empezando de cabeza a cola, de arriba abajo, con tal de no asumir las propias responsabilidades.
Es aquí donde entra en acción los nombramientos, ascensos y comisiones de servicios de determinados cargos públicos en el Reyno de Chile. País que no teniendo una casta aristocrática, funciona como si lo tuviera.
Desde palacio, ubicado en la plaza de la constitución, en la capital del reyno y denominada como La Moneda, se imparten desde hace muchos años instrucciones y órdenes que generalmente han sido las adecuadas. Sin embargo, últimamente, parece que la matriz de la prudencia se rompió y han mermado los equipos técnicos así que parece que no hay muchas cuerdas para los trompos, por lo tanto, hay que utilizar pita de cáñamo, por último, pero el trompo debe girar, aunque sea cucarro.
Esto es lo que sucede a diario y por mucho tiempo en una hermosa pero empobrecida región, La Araucanía.
Sería bueno saber que motiva al nombramiento de funcionarios de alto nivel que jueguen ajedrez con un dado de ludo, que no practiquen o no entiendan las reglas del juego.
Si bien, la demanda especifica de esta región en materias importantes inherentes a seguridad y protección, desde hace años no ha sido satisfecha fundamentalmente porque no se han seleccionado a los mejores o no se le han dotado de las directrices adecuadas conforme a las leyes, más allá de su vigencia. O sea, no hay “fiato” para cumplir cabalmente.
En los últimos tres años han pasado por las filas de la ineficacia, tres coordinadores o sultanes de la seguridad, cuyos frutos han sido invisibles, intangibles y famélicos.
Recientemente, todas las fichas se apostaron a un huinca araucano de origen, llamado Cristian Barra y muchos ruidos pese a pocas nueces, generó una trifulca con colores psicodélicos, por cuanto comentario enarboló con la finalidad de generarse una salida más o menos digna, para volver al corral de Santiago.
Todas las esperanzas cifradas no fueron suficientes, pero, en fin, la mediocridad funcionaria no tiene reproche alguno. En este caso.
De ahí en más, acaban de nombrar dos autoridades a falta de una, para ordenar la macro zona. Ambos leguleyos, con experiencia política y estudios superiores, lo que puede llevar a corregir el sexto de humanidades moderno, del recientemente renunciado, que no entendió que los asesores jurídicos sirven para analizar las desconfianzas políticas y sus traiciones cotidianas.
Como sea, Loreto y Pablo (nuevos jerarcas de la seguridad), deben aprovechar el último cuarto de final, para demostrar que no todo está perdido y que pueden innovar o al menos demostrar que algo se puede hacer, sin buscar justificación de que las fuerzas armadas son reacias a cumplir órdenes, sin expresión de causa. ¿Quién puede creer o aceptar, tal afirmación? Solo los amigos de Cristiancito.
También, hace poco ocurrió otro hecho extraño, cuestionable e inentendible. El día viernes 12 de marzo, un día después del retiro de la estatua del general Baquedano, cuando todo hacia presumir que el desorden, descontrol y vandalismo se apoderaría una vez más de la mentada plaza de los tres nombres, ocurrió lo contrario.
Las fuerzas de Carabineros de Chile, conforme al siempre esperado plan y actuación, impusieron el orden como hacía tiempo no se hacía, logrando la detención de 78 manifestantes delictuales, sin mayores lesiones, con menos daños a la propiedad y todos felices.
La pregunta del millón, ¿Qué pasó que carabineros actuó diferente?
Nadie responde, si hasta el metro cerró su estación Baquedano para las dos líneas, es decir, hubo coordinación a todo nivel. ¿Quién dio la orden?
Tampoco hay respuesta, tal vez el propio general Baquedano lo dejó ordenado.
Como sea, quedó demostrado que se puede cuando hay voluntad de enfrentar los problemas, independiente de los costos y daños colaterales, la patria bien lo vale.
El perro es el mejor amigo del hombre pero no se pueden sacar castañas con sus manos, en cambio con las manos de un gato sí.
Sobran las experiencias de procedimientos y acciones, donde nadie explica por qué tantas erráticas decisiones adornan el devenir republicano.
Por eso la principal preocupación en estos tiempos proviene del tejado del Congreso Nacional, donde la felina a cargo, léase segunda autoridad de la nación, recién nombrada, saco a relucir sus garras pero en las cuatro patas, lo que indica que sobrarán los arañazos y sacará no solo castañas, si no que todo tipo de cosas del fuego candente, para multiplicar las fogatas de la insidia y desgobierno.
Por otro lado, su excelencia el Presidente de la República, en diversas materias, ha sido reacio en asumir responsabilidades y a contestar con franqueza todos los temas, incluso los que no sean de su agrado, utiliza las manos de un gato para sacar las castañas, incluso cuando están en el horno, total se quema el gato.
Nuestro presidente es de corbesto, es decir de corcho y asbesto, flota en el agua y no se quema por nada, ni nadie, salvo honrosas excepciones.