Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 15 de mayo de 2022 | Publicado a las: 10:27
La muestra principal y no única, surge en el hospital regional de Temuco, cuando coinciden en la misma esfera laboral, amigos y parientes, que observan la debilidad del sistema de control, de insumos, atenciones médicas, uso de pabellones y horarios de trabajo.
Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, Consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminólogo.
Desde que el mundo es como lo conocemos, para hacer todo tipo de cosas, el ser humano, necesita primordialmente estar bien de salud.
Bajo esa perspectiva, desde siempre han existido en todas las sociedades, personas que se han ocupado de ejercer el arte, la técnica y la ciencia de la “medicina”.
Entonces, conforme a los tiempos, acordemos que la medicina, a grandes rasgos significa “curar”, siendo la ciencia de la salud dedicada a la prevención, diagnóstico, pronóstico y tratamiento de las enfermedades, lesiones y problemas de salud de los seres humanos. Entre múltiples especialidades propias para lograr mejores resultados.
A la persona, profesional de la salud capacitado para aplicar los conocimientos técnicos en el mantenimiento o mejora de la salud humana se le conoce como médico o popularmente como doctor, siendo un sujeto, que especialmente en nuestra cultura, se le guarda una reverencial y deferencial acción de respeto que, en algunos casos, ha llegado al endiosamiento.
No existe el reproche en este sentido, ya que los propios padres y profesores sienten un legítimo orgullo cuando un joven se titula como “médico cirujano”. Salvo en aquellas experiencias nefastas de mala praxis médica, cuando un paciente es afectado por algún acto de negligencia profesional.
El médico es un ser humano, dotado de defectos y virtudes como todos, pero su entrega a los brazos del conocimiento, al ser guardador de los secretos más íntimos de una persona, conforme a las propias especialidades, lo hacen una persona diferente cuando están caminando por los higienizados pasillos de un hospital, clínica o posta. Mejor ni hablar de las postas rurales, donde son por derecho adquirido la máxima autoridad y referentes para todo.
En general, los chilenos estamos orgullosos de nuestros médicos, por tanto, son escuchados y muchas veces obedecidos en sus diagnósticos y salvo excepciones, se recurre a otra opinión.
Para que decir cuando una junta médica, entrega un informe o dictamen, es como si el propio “Olimpo”, estuviera sesionando en la tierra.
Las reglas del juego social, han diseñado esta forma de relacionarse a los médicos con el medio externo, lo que también ocurre en otras profesiones, pero en el tema de salud, es prioridad o debiera serlo.
Las estadísticas señalan que en Chile faltan médicos para atender a la población, de ahí que se observó de buena forma, la llegada de médicos de otras nacionalidades, quienes no pocas veces se han ganado el cariño del paciente chileno.
En este sentido, los problemas, requisitos y exigencias no han sido fáciles, estos profesionales han debido sortear el obstáculo del examen de revalidación automática en Chile del título de médico obtenido en el extranjero, denominado Eunacom, un hueso duro de roer. Pero son las reglas del juego y no exentas de onerosos gastos para ello, sin considerar la cantidad de candidatos y gran número de reprobados. Pero eso ya es harina de otro costal.
Como sea, los galenos a nivel mundial, son personas imprescindibles para la salud humana y después de haber declamado el juramento de “Hipocrático”, donde los graduados de las universidades en medicina, manifiestan que adquieren un compromiso de carácter ético, porque solo se orienta al médico en la práctica de su profesión.
Lejos de curanderos, chamanes, meicas, expertos en sangrías, suturadores o cocedores de heridas, en la actualidad el ejercicio de la medicina a través de la tecnología, han avanzado a la par con la conquista del espacio, y otras aventuras humanas.
Lo anterior, ha permitido prolongar la vida humana en todas las latitudes, detectando a tiempo enfermedades, mitigarlas o intervenir los órganos instalando dispositivos en el cuerpo que vienen a ejercer los roles naturales de los originales, ya deteriorados por diversas causas, llegando así a los trasplantes de todo tipo, asistidos por maquinas robóticas, scanner, TAC, unidad de diálisis y un largo etc., todo en beneficio de la humanidad.
Desde siempre se ha dicho que los médicos son muy leales entre ellos, que se cubren todo, que manejan todo, pero en honor a la verdad, hay que decir que primero, son golpeados por el martillo de la carga impositiva y de ahí que debe recurrir a formar sociedades, empresas, arriendos de maquinarias y de un cuanto hay, para que el fisco, no les saque tanto. Así de simple.
Conforme a lo expuesto, los médicos, como seres humanos, están dotados de todos los sentidos del resto de la población, vicios, fortalezas y debilidades, por tanto, sujetos a las inconductas e incivilidades como todos.
Es aquí donde, donde sin tener para que, surge lo inexplicable, cuando la ambición se apodera del humano, la falta del temor al castigo y cuando se tiene todo controlado no se visualiza que la impunidad no es eterna.
La muestra principal y no única, surge en el hospital regional de Temuco, cuando coinciden en la misma esfera laboral, amigos y parientes, que observan la debilidad del sistema de control, de insumos, atenciones médicas, uso de pabellones y horarios de trabajo.
Para esto, hay que reconocer que el órgano llamado corazón, no solo es imputado o demandado por su función en la creencia de que regula el “amor”, sino que es un órgano, -importante, por cierto-, compuesto de tejido muscular, del porte de un puño, que bombea la sangre a todo el cuerpo. Siendo esta sangre, que transita por arterias y venas, constituyendo el proceso de “ciculación”.
Los médicos profesionales que se avocan a este órgano, son los “cardiólogos” y “cirujanos cardiólogos”, diferencia de especialidad que muchos no entienden, pero haciendo un símil con la aeronáutica, algunos son pilotos de aviones de transporte (cardiólogos) y los otros son los pilotos de combate (cirujanos cardiólogos), diferencia que solo potencian entre ellos, ya que el paciente y sus familiares solo quieren mejorarse del motor en movimiento, que cuando falla, colapsa todo.
Entonces en el mundo hospitalario, desconocido para muchos, se crea automáticamente el escenario para que pase de todo y surjan verdaderos grupos de interés o como le dicen los entendidos, mafias, que en este caso en particular tenía tres fases piramidales primero los antiguos u originales, luego los intermedios y finalmente los nuevos o iniciados, quienes pagaban el piso de acceso, siendo de a lo menos, ochenta millones de pesos. Total, estaba todo controlado unilateralmente, pero donde solo están invitados los elegidos.
En el hospital de Temuco, ocurrió eso, se creó una sociedad cuya misión a partir de las prestaciones médicas, era ganar dinero rápidamente y sin reproche alguno y menos delictivo, total estaba todo supervisado y cada día había que instalar más “marca pasos cardiacos”, a los numerosos pacientes que requieren tal atención, especialmente adscritos al sistema GES.
Aprovechando esto, se desarrolla una verdadera “Marcapasoton”, extendida en horarios de atención instalado estos marcapasos en “horario extraordinario”.
Lo que no contaban determinados galenos -como le ocurrió a muchos- es que surgió la pandemia denominada covid 19, y en ese sentido un médico que no estaba considerado en este grupo y no era cardiólogo, solicito auditar unas dependencias para verificar su eficacia de utilización detectando que en el horario de operación laboral normal de ocho de la mañana a cinco de la tarde, habían menos instalaciones de marcapasos, que en el horario de cinco de la tarde en adelante, por lo tanto el costo de estas prestaciones médicas, era más alto para el sistema hospitalario, es decir papa fisco.
Como ejemplo de base, el costo de honorarios del equipo por cada prestación de esta naturaleza de quinientos mil pesos, subió a un millón ochocientos mil pesos, solo para el médico y así cada intervención no bajaba de los seis millones de pesos.
Esta mala práctica que tenía una data de cinco años, había sido denunciada por otros médicos, pero nadie hizo caso, total lo consideraron un problema de envidia profesional y ante estas nuevas evidencias, el director del hospital decretó la realización de un sumario administrativo el que se desarrolló tibiamente, sin pisar cayos.
El jefe de centro que unía a ambas especialidades, un médico con experiencia, fue jubilado anticipadamente y comenzó la caza de firmas para su sucesor, hasta garabatos de pasillo hubo, descalificaciones y otros ungüentos.
El tema de fondo es intrincado, ya que también hubo problemas de precios de los insumos y equipos, especialmente con los marcapasos, pero se avalúa el daño fiscal en un poco mas de cuatrocientos millones de pesos, peor que nada.
Después, a parte de lo que corresponde verificar a la contraloría general de la república, vino la denuncia al Ministerio Público y el fiscal especialista en delitos funcionario, comenzó su investigación, que lo lleva a formalizar a dos médicos y un arsenalero, quienes al cierre de esta edición pasan a la instancia de formalización, donde se deberá comprobar su participación y talvez la de otros más.
Seguramente, se estudiará la asociación ilícita y fraude al fisco, puede que se revisen los sobre precios, en fin, tarea de la fiscalía.
Los hechos ya fueron, lo importante es que se solucionen los problemas, especialmente los de salud, donde algunos juegan a ser verdaderos dioses, respecto de a quien operan y a quien no, en que horario y con qué equipo de personas.
Este hecho, puede ser aislado, pero sin duda hay que manejar los procesos de administración en materias de salud, para que no sean tendencia y menos el día de mañana, el venerable publico y los políticos, entre los cuales también hay médicos, ataquen o defiendan, la posición de que hay que refundar a la medicina en Chile, lo demás, es solo mera coincidencia.