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La pandemia que viene y que podemos evitar

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 14 de noviembre de 2021 | Publicado a las: 10:33

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“El cierre de las escuelas evidenció, más aún, la inequidad en el aprendizaje. En el momento del retorno los niños y niñas provenientes de contextos vulnerables se encontrarán en un nivel de mayor atraso en el desarrollo de sus aprendizajes, respecto de sus pares pertenecientes a niveles socioeconómicos más altos”.

Escribe: Dr. Jorge Miranda, académico de la Facultad de Educación de la UCT.

El 18 de marzo de 2020 se estableció en el país el estado de emergencia sanitaria, al día siguiente, nos enterábamos que las escuelas cerraban sus puertas. Desde ese día, han transcurrido 19 meses y aún muchas aulas se mantienen cerradas y con estudiantes, familias y profesores asumiendo nuevos roles respecto de la educación y la formación de niños, niñas y adolescentes.

Este proceso de cambio, se ha construido sobre la base del esfuerzo de cientos de profesores y profesoras que han tenido que aprender sobre la marcha y adaptarse a esta nueva realidad de la “docencia virtual de emergencia”. Nuestros niños, niñas y jóvenes, debieron rápidamente aprender que las pantallas ya no eran solo el espacio destinado al uso de las redes sociales y el juego, sino que se transformaron en su aula. Un aula extraña de voces sin rostros, recreos ni juegos.

Según datos del Banco Mundial, el 85% de la población estudiantil a nivel mundial, ha visto afectado su aprendizaje. Las pérdidas de dominios de aprendizaje afectarán principalmente los procesos de alfabetización, matemática básica y el desarrollo de la capacidad de razonamiento. El alcance de esta interrupción también tendrá efectos a nivel socioemocional y de la salud nutricional de nuestros niños y niñas.

Es muy probable que el mayor efecto de este tsunami educativo se exprese particularmente, en los niveles iniciales de la formación, dado que un número importante de niños y niñas de esta edad no han podido aprovechar, por diversas razones, los recursos y programas de la educación a distancia.  La pregunta es ¿cómo nos haremos cargo de los déficits sin caer en una recarga de clases volviendo a esquemas prepandémicos de llenar el currículo de contenidos?

El cierre de las escuelas evidenció, más aún, la inequidad en el aprendizaje. En el momento del retorno los niños y niñas provenientes de contextos vulnerables se encontrarán en un nivel de mayor atraso en el desarrollo de sus aprendizajes, respecto de sus pares pertenecientes a niveles socioeconómicos más altos. Además, una de las consecuencias que trajo consigo el no asistir a la escuela ha sido una disminución del vínculo con el proceso educativo. Para muchos niños y niñas esto aumentará el riesgo de abandono.

La escuela y los profesores del retorno, tendrán muchos desafíos, entre otras cosas, responder la pregunta de cómo construir un nuevo vínculo con el aprendizaje y a través de él motivar a nuestros niños y niñas. En otras palabras, dar motivos para aprender. El desafío para la formación de profesores estará en preparar a los futuros profesionales para construir esos motivos sobre la base del fortalecimiento de la autonomía, la autorregulación y en particular, de las emociones.


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