Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 5 de diciembre de 2016 | Publicado a las: 17:33
José Huenchuñir, lleva 15 años viviendo en el sector Picuta, en la comuna de Chol Chol, en un predio de 15 hectáreas que le entregó Conadi a la comunidad indígena Rayen Lafquen. Hace 7 años que trabaja junto a su familia en la producción de frutillas, rubro que le ha permitido salir de la pobreza y mejorar significativamente su calidad de vida.
Este agricultor, que antes trabajaba como buzo mariscador en el sector Lobería en la zona costera de La Araucanía, hoy se ha transformado en un exitoso microempresario agrícola. Genera empleo para 18 personas del sector y cosecha durante la temporada, unos 150 mil kilos de frutillas que comercializa en Temuco y Valdivia.
“Yo era buzo mariscador, sacaba locos, jaiba y erizos. El mar me daba recursos para mantener mi hogar y cuando llegué acá comencé a mirar qué voy a hacer aquí. Partí con hortalizas y después con el apoyo de INDAP decidí producir frutillas”, señaló el productor.
Don José recuerda que los primeros años fueron difíciles porque “como no conocía el rubro, las plantas se me secaron pero no decaí, aunque fracasé al principio, seguí adelante”.
Actualmente el agricultor además del apoyo en proyectos de inversión, recibe asesoría técnica de INDAP, programa que ha sido estratégico para mejora su producción. “Con la asesoría uno aprende todas esas cosas sobre técnicas de cultivo y manejo enfermedades, y si tengo dudas llamo a los técnicos. Ya no tenemos fracaso en la producción “, agrega orgulloso del conocimiento y la experiencia que ha alcanzado.
Detrás del éxito de este emprendedor hay mucho esfuerzo, perseverancia y dedicación. “Dedico unas 6 horas a la cosecha de frutillas, y en la tarde las llevo a Temuco. Llego a las 12 de la noche a la casa. Es sacrificado, pero estoy contento por lo que he logrado, dando trabajo a la gente y mi familia para tener una mejor vida. Me dicen que soy un ejemplo para los vecinos que no se atreven, pero con esfuerzo se puede”, agrega el emprendedor.
Un modelo virtuoso
El director de INDAP Araucanía, Christian Núñez, dijo que experiencias como estas demuestran que la Agricultura Familiar genera dinamismo en las economías locales. “Este es un ejemplo de cómo las inversiones del Estado generan un impacto en el desarrollo y en los ingresos para su grupo familiar, pero también, generan 18 puestos de trabajo en su territorio. Aquí el esfuerzo y las ganas de trabajar se traducen en producción local de calidad, de productores que hace algunos años esto era un sueño y hoy es una realidad. Es un ejemplo a seguir por otros agricultores que están trabajando con nosotros, y que estamos confiados que con el apoyo en inversiones, la asesoría técnica y la perseverancia van a salir adelante y lograr producciones tan exitosas como estas”.
Este modelo virtuoso de trabajo, es un ejemplo para los tres hijos de José, quienes se independizaron y tienen su propia producción asociativa de frutillas. “Ahora mis hijos al ver que el negocio era bueno se independizaron. Yo les pasé un pedazo de tierra y se acreditaron también en INDAP. Ellos son jóvenes que se quedaron en el campo trabajando y no se fueron al norte a trabajar. Están creciendo y mejorando sus producciones, dando trabajo a seis personas”, concluyó José Huenchuñir.
Experiencias como estas demuestran que la familia rural en su conjunto se transforma en el eje impulsor del fortalecimiento de las economías locales, alcanzando importantes niveles de crecimiento económico y de desarrollo rural.