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Araucanía

Estudio reveló que el 18% de los hogares en La Araucanía tuvo problemas para conseguir alimentos

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 6 de agosto de 2023 | Publicado a las: 11:10

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El informe, que dio a conocer Ciper Chile, reveló la inseguridad alimentaria severa, que son personas que no tuvieron acceso a alimentos durante todo un día, aumentó de 1,6% a 3,6% en la región.

Según el director de Rimisp en Chile, Rodrigo Yáñez dijo que por los resultados de la Encuesta, “es muy fácil dejarlo solamente en la cifra. Pero esto implica daños colaterales (…) dónde se conciben esos recursos para complementar la dieta y eso es lo que nosotros también vemos en terreno”

Fuente: Ciperchile.cl

Hace una semana que se entregaron los resultados de la Encuesta Casen 2022 donde se revelaron diversos datos en relación a la baja de la pobreza en varias regiones de país, donde La Araucanía no fue la excepción. Sin embargo, la Encuesta de Rimisp reveló la grave dificultad alimentaria en la región, donde, con los datos extraídos el año pasado, el 18,7% de los hogares de la zona tendría problemas para conseguir alimentos.

Estudio

La inseguridad alimentaria fue medida por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp) en las regiones de La Araucanía y Los Lagos entre diciembre de 2022 y enero de 2023. Según su Encuesta Seguridad Alimentaria y Alimentación (ESAA), la inseguridad alimentaria severa (personas que no tuvieron acceso a alimentos durante todo un día) aumentó de 1,6% a 3,6% en La Araucanía, y de 1,7% a 2,6% en Los Lagos. La inseguridad moderada-severa (saltarse una comida, comer menos de la indicado o alimentos de bajo valor nutritivo) aumentó de 14,8% a 18,7% en La Araucanía, y disminuyó de 15,1% a 14,1% en Los Lagos.

Según el director de Rimisp en Chile, Rodrigo Yáñez, explicó a Ciper Chile que, “es muy fácil dejarlo solamente en la cifra. Pero esto implica daños colaterales, presiones cotidianas, que son decisiones en términos de decidir en qué se trabaja, si se migra o no se migra, dónde se conciben esos recursos para complementar la dieta y eso es lo que nosotros también vemos en terreno”, Dicha visión de Yáñez, también la comparten: especialistas del área de la salud, funcionarios públicos y personas de los sectores que fueron consultadas por este tema.

Medición

La inseguridad alimentaria tiene niveles de severidad. Según la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES) de la FAO, se divide en tres grados: el leve, que refiere a la incertidumbre de obtener alimentos, el moderado, en el cual la variedad, calidad y cantidad de los alimentos se ve reducida y el grave, donde se pasa uno o más días sin comer.

La doctora Lorena Rodríguez-Osiac, subdirectora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile e integrante del Grupo Transdisciplinario para la investigación, docencia y extensión en Obesidad de Poblaciones (GTOP), explicó al mismo medio tal resultado de la siguiente manera: “Una familia que come todos los días arroz es una familia que tiene inseguridad alimentaria, que puede no tener hambre porque está comiendo mucho arroz, a lo mejor con té, a lo mejor con pan, pero está consumiendo muy poca variedad de alimentos. Esa es una inseguridad alimentaria moderada-leve”.

Agrega que “hay familias que se saltan una comida, no desayunan o no almuerzan o cenan porque no tienen disponibilidad de alimento, eso también es un grado (inseguridad alimentaria moderada-severa)”. Y, por último, indica que “en la inseguridad alimentaria grave el hambre es la clave. Y el hambre es cuando pasaste un día sin comer nada”.

Esta escala es ampliamente utilizada en estudios sobre nutrición y pobreza a nivel mundial. La Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) la comenzó a implementar en 2017, siguiendo los parámetros definidos por la FAO y con el objetivo de “fortalecer el monitoreo de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible”, establecida por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Rimisp, en el marco del proyecto Siembra Desarrollo (2020-2023), quiso cuantificar este fenómeno enfocándose en las regiones de La Araucanía y Los Lagos. La elección de estas zonas se debe a que, según explica su director Rodrigo Yáñez, “son territorios donde se concentra la agricultura familiar campesina de Chile y donde existen altas tasas de pobreza”.

Según la encuesta Casen de 2022, ambas regiones superan el promedio nacional de 6,5% en pobreza por ingreso, con un 11,6 % en La Araucanía y un 7% en Los Lagos. Además, La Araucanía es la segunda región más pobre del país, solo superada por Ñuble con un 12,1%.

Alimentación

Para enfrentar la crisis económica muchas familias recurrieron a métodos para reducir sus costos de alimentación, como, por ejemplo, reemplazar el consumo de carne por legumbres. La ESAA midió la utilización de distintas estrategias alimentarias de las familias en 2022 y la más frecuente fue la disminución del consumo de alimentos frescos -como frutas, verduras y carnes- en la dieta, seguida por el uso de los ahorros familiares y la disminución del gasto en salud y educación para poder costear alimentos.

El estudio realizado por Rimisp añade que “en los hogares de comunas rurales se presentan las mayores alzas en inseguridad alimentaria severa, pasando de 2,7% en 2020 a 5,3% en 2022”, duplicando así las cifras de las comunas urbanas.

Según la encuesta Casen de 2020, los porcentajes de ruralidad en La Araucanía (64,95%) y en Los Lagos (50,8%) se destacan en comparación al promedio nacional de 25,5%. “Pareciera incluso contraintuitivo que lo rural tenga mayores tasas de inseguridad, cuando en general se piensa que es ahí donde se producen los alimentos (…). La ruralidad es mucho más heterogénea de lo que en general se cree, hay mucha población rural que no tiene acceso a tierra”, explica Rodrigo Yáñez.

Cuando se junta la pobreza por ingresos y la ruralidad en una zona, las familias tienen mayor probabilidad de sufrir inseguridad alimentaria, ya que hay menos oportunidades de crecimiento económico. Así lo señala a Ciper la directora de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) del Ministerio de Agricultura, Andrea García: “Estas dos situaciones sumadas, han sido reconocidas por el Estado chileno, que ha declarado a través de la Subdere (Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo) una gran parte de las comunas de la Macrozona Sur como zonas de rezago o bien susceptibles de serlo, reconociendo un retraso en su desarrollo social y económico”, expone.

Otra estadística a considerar es que un 31,3% de la población en La Araucanía y un 24,4% en Los Lagos se identifican como pertenecientes a un pueblo indígena. Según datos de la Casen 2020, este grupo sufre una mayor inseguridad alimentaria moderada-severa que la población no indígena (26% versus el 19,1%). Los resultados de esta medición en la Casen 2022 aún no son divulgados.

Andrea García agrega que lo anterior se debe a que “los pueblos originarios presentan dificultades de acceso a recursos naturales de carácter productivo (tierras y aguas), así como otros factores relevantes como la inclusión financiera (acceso a créditos) y la inversión”.

La jefa nacional del Fondo de Desarrollo Indígena de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), Andrea Antilén, también se refirió en Ciper a la adjudicación de los terrenos indígenas: “Hay varios estudios que indican que las personas que se les restituye tierra mediante el Fondo de Tierra y Agua Indígenas, se demoran a veces hasta ocho años en poder trasladarse e ir a producir”. Esto, según explica, se debe a una falta de presupuesto en programas como el Subsidio al Apoyo en Equipamiento Básico de Predios Adquiridos y/o Transferidos, encargado de financiar sus “equipamientos, maquinarias y construcciones”.

Dentro de la conversación, Antilén también hizo referencia a un programa dirigido especialmente a mujeres de las zonas rurales mapuche de La Araucanía. Según afirmó, se empezó a implementar en 2015, cuando las mujeres de la comuna de Ercilla solicitaron “apoyo directo de la Conadi”, argumentando que la estigmatización de la zona les impedía generar ingresos.

En el caso de los hogares con jefaturas femeninas, se indica que, en 2022, “la inseguridad alimentaria moderada y severa alcanzó un 22,3%”, por sobre el 12,4% que afectó a los que están a cargo de un hombre. Es decir, este fenómeno afecta más a personas con ciertas características: hay una separación por género, por etnia, por ingresos y por sector donde vive. “Existen brechas, así lo demuestra el censo de la Casen y que, de cierta forma, esto se va traslapando: el ser mujer, el ser indígena, el vivir en una zona rural tiene muchas más brechas que quizás una persona que vive en la zona urbana”, plantea la jefa del Fondo de Desarrollo Indígena.

Joao Intini, oficial de Políticas Públicas y Sistemas Alimentarios de la FAO, hace referencia a la crisis global que provocó tanto la pandemia del Covid-19 en 2020 como la guerra ruso-ucraniana en 2022 y cómo este contexto repercutió en la economía y, por lo tanto, la seguridad alimentaria de las personas. “Los precios de los alimentos suben más rápido que los precios generales, lo que hace que los hogares en situación de pobreza y los grupos de población vulnerables, como los pueblos indígenas, los habitantes de zonas rurales y las mujeres, sean aún más vulnerables”, explica.

Problema estructural

Intini, sostiene que para intervenir en el problema de la inseguridad alimentaria hay que dimensionar la complejidad de sus causas: “Debemos comprender la seguridad alimentaria y nutricional integralmente, donde la pobreza y las desigualdades son las determinantes fundamentales de la inseguridad alimentaria y nutricional, por lo que ésta debe ser entendida como el resultado del desarrollo social, cultural, ambiental, ético y económico de una sociedad”.

A pesar de que los expertos reconocen que la crisis económica del Covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania incrementaron los porcentajes de inseguridad alimentaria, el fenómeno en sí no se puede explicar únicamente a partir de estas: “Esto no fue el Covid, es una cuestión estructural y que se mantiene en estos territorios. Aquí un punto central es que vemos que hay una cierta regularidad en el tiempo y que entonces tiene características más que específicas (…). Porque ya no es simplemente la emergencia del Covid19, sino que también ahora está el shock de la inflación y después están los shocks del desempleo, se va manteniendo”, explica Rodrigo Yáñez, de Rimisp en Chile.


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