Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 10 de abril de 2022 | Publicado a las: 11:09
Escribe: Daniela Bello, directora carrera de Periodismo U. Autónoma de Chile Sede Temuco.
Con preocupación hemos sido testigos de un profundo sesgo racial en la cobertura mediática del conflicto en Ucrania. Opiniones vertidas por periodistas que normalizan conflictos armados en territorios donde sus habitantes son negros o morenos, revelando la discriminación enquistada que surge en medio de un discurso en vivo, natural y espontáneo, al fragor del reporteo que transcurre bajo altas dosis de estrés y presión por el rating.
Los relatos discursivos revelan formas de ver el mundo, de interpretar realidades y en ello, el rol del periodista y el medio es clave, pues juntos contribuyen a la formación de opinión. Algunos de los profesionales que, desde su propio encuadre cultural, hicieron alusión a “ojos azules” o “territorios más civilizados” se han disculpado, quizás la intensidad del momento les jugó una mala pasada, sin embargo, queda de manifiesto que estos hechos suponen al menos tres desafíos, tanto para los profesionales del área como para los medios de comunicación.
Uno de ellos apunta a la propia conciencia profesional, a la reflexión ética permanente en el ejercicio de la profesión sobre el clima y los acontecimientos sociales, que permita conectar con retóricas tan fundamentales como la erradicación de la discriminación y el respeto a los derechos humanos, sea por etnia, género, credo u otros.
De la mano, es necesaria la capacitación continua de los profesionales del área y salas de redacción, más aún cuando optan por la cobertura de hechos que los someten a una alta exigencia y donde se enfrentan no al mero tratamiento de la noticia, sino que del dolor. Finalmente, carecemos de regulación o instancias de reflexión; acuerdos internacionales, decálogos, observatorios o normas que velen por erradicar de las coberturas noticiosas expresiones racistas y discriminatorias.
En tiempos donde el flujo de información en vertiginoso, es más necesario que nunca dar un minuto a la reflexión, pues al fin y al cabo somos responsables de interpretar los acontecimientos y muchas veces el sufrimiento, sensibilizar a la audiencia sin espectacularidad e informar para formar y así quizás, mover un poco la aguja para acercar posiciones y no distanciarnos más.