Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 20 de marzo de 2022 | Publicado a las: 10:27
“Por estos días, en China habitan casi mil cuatrocientos millones de personas, es decir, casi el 20 por ciento del total de la población mundial; podemos decirlo de otro modo, en el planeta, un habitante de cada cinco es chino”.
Escribe: Raúl Caamaño Matamala, Profesor, Universidad Católica de Temuco.
No pocas veces se ha comentado que lo que ocurra o eventualmente ocurriese en China ha de tener efecto en otra parte del planeta Tierra. Es un clásico la historia de que, si una mariposa vuela en la plaza de Tiananmén, Pekín, en occidente sí nos hemos de enterar, o hemos de saber que ello ocurrió, y que causará un efecto o bueno o malo, y ya es también costumbre de que se trata de algo que nos causa pesar.
Por estos días, en China habitan casi mil cuatrocientos millones de personas, es decir, casi el 20 por ciento del total de la población mundial; podemos decirlo de otro modo, en el planeta, un habitante de cada cinco es chino. Se explica entonces el grado de dependencia, tanto de ida y como de venida con el gran país oriental.
La relación comercial de los países hoy es mayor que hace cinco, que hace diez, que hace veinte años. La economía de un país no depende solo de su propia producción sino de lo que produce el país vecino, un país del mismo continente o uno de un continente lejano como es nuestro caso. China está a 19.618 kilómetros de distancia de Chile.
Nuestros productos tardan desde un puerto chileno hasta un puerto chino, en promedio, 25 a 28 días. Un buen ejemplo y más preciso, un cargamento rápido de cerezas chilenas, desde San Antonio a Guangzhou, tarda 22 días.
De igual manera, los productos de procedencia china que ya abarrotan variadas tiendas de Chile demoran similar tiempo en arribar a nuestro mercado.
Y esta vez no fue una mariposa, fue un… En fin, del origen o causante hay, habrá muchas tesis, y no sé si habrá pruebas. A estas alturas, da lo mismo. Fue. Y en cuestión de horas, de días, primero como espectadores atónitos, no salíamos del asombro ante el número de personas contagiadas, ante la potencialidad de muertos, ante la rápida construcción de hospitales, ante la robotización en la atención de los pacientes, …
Y, pasaron los días, de la cautela a tibias planificaciones, y llegó a occidente, con una simultaneidad abismante. Que Europa, y allí Italia, España, Francia, Alemania, en mayor medida; que América, y aquí Ecuador, Perú, Argentina, ¡Chile!, era que no. Y, junto con el término de las vacaciones, en pocos días, la fase 1, la 2, la 3, la ¡4!, ¡pandemia!, y la curva se empina, junto con medidas de cuarentena graduadas, que ya toman harta rigidez, la pensada, la impensada, también.
¿Saldremos de esta? ¡Sí! Malheridos, pero saldremos. Y la humanidad, el planeta habrá de recomponerse, sus habitantes habremos de aprender de este mal paso.
El efecto péndulo. ¡Acción, reacción! Se habrá de instalar un nuevo modelo. La humanidad, todos y todas, habremos de superar nuestras contradicciones y tendremos que buscar nuevas formas de comportamiento, de convivencia política, social, cultural y económica.
Hipotetizo un gran cambio. Esto no será gratis. El mundo será diferente, la humanidad será otra. Al superar esta crisis no regresaremos al mundo pasado, iniciaremos un nuevo modelo de vida.