Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 1 de febrero de 2021 | Publicado a las: 10:04
Una de las problemáticas más grandes que hemos debido pasar en nuestra región en este momento son los altos índices de contagios por Covid-19.
El diseño comunicacional para la prevención ha sido muy confuso, escaso, peor aún; autoridades a nivel nacional que no han dado el ejemplo. Por más que se pida una vez un permiso para vacacionar el peligro es latente, y ya la segunda ola -incluso la tercera- llegó para quedarse
Es cierto que las “fake news” gracias a ciertos líderes mundiales -que en realidad ya dejaron de serlo, uno solo por ahora- se han masificado a niveles nunca vistos, más aún en tiempos de pandemia donde el Coronavirus a nivel mundial, y en particular en nuestra asolada región de La Araucanía, no da tregua alguna.
Desde polvos milagrosos hasta la famosa clorhexidina han dicho mandatarios (incluso ex) que podría curar el Covid-19, hecho que se desmintió por comunidades científicas durante este tiempo.
Un problema que ha derivado a todas luces en confusión, malas decisiones gubernamentales desde los altos estamentos y a la última cadena de mando que al traspasar el mensaje a la población termina siendo aún mucho peor: un mal diseño comunicacional que a la gente simplemente, por creer a otros y razones varias, no les interesa.
Este tipo de situaciones se ha vivido desde que el Coronavirus se instaló en nuestro país, y bien sabemos que La Araucanía fue una de las primeras víctimas de la enfermedad, y con cuarentena incluida en abril hasta principios de mayo, escándalos incluidos por contagios de autoridades de Gobierno en la región y un sinnúmero de declaraciones desafortunadas de las autoridades de turno.
El 18 de enero, el Dr. José Miguel Bernucci, secretario general del Colegio Médico, da en el clavo en un artículo de El Mostrador con la “comunicación de riesgo”, añadiendo que es débil y confusa”, y en su análisis realiza una comparación clave, “Muchos se acuerdan de la campaña del cólera en 1991, donde se generaron grandes medidas de salud pública respecto del saneamiento de aguas, pero el otro gran pilar fue la comunicación de riesgo para que la gente gestionara el riesgo: no coman cosas crudas, la autoridad vigilaba a los restaurantes y las personas tomaban la decisión propia de no consumirlas”.
La comparación por temas de comunicación de riesgo continúa y dice que, “eso iba avalado por medidas de salud pública y en comunicación de riesgo. Eso lamentablemente ha quedado en el pasado, a pesar de tener una rica historia en el control epidemiológico, hay una debilidad institucional del ministerio que no viene solo de este Gobierno. El Minsal ha ido perdiendo su riqueza técnica y la capacidad de supervigilar al resto del sistema sanitario. Eso también influye en que nos encontramos con lo que está sucediendo hoy día”.
Aquí es importante hacer un hincapié: la comunicación para ese entonces en el año 1991 no sólo los canales oficiales del Gobierno de aquel entonces (Patricio Aylwin), sino que los medios de comunicación contribuyeron de buena forma un trabajo comunicacional más preciso, lo que permitió que ese discurso de la prevención del cólera llegara masivamente a la población y tomara conciencia de aquella enfermedad.
Hoy, la posibilidad de que el Gobierno transmita un mensaje convincente y poder comunicar una estrategia de prevención para combatir el Covid-19 en la población ha sido errático, confuso, escaso, teniendo un abanico tan grande como las redes sociales y diversas plataformas comunicacionales, desde medios tradicionales hasta los independientes, y es un problema el cual no ha tenido una respuesta o solución, y ya vemos cómo las cifras van en un aumento sostenido.
Ni hablar de los malos ejemplos que han dado las diversas autoridades gubernamentales, que han intentado corregir justificando lo injustificable, entonces el mensaje (la comunicación de riesgo) devela la falta de credibilidad muy grande en la población hacia la autoridad. Lo peor que se ha podido ver es que dentro de la misma siguen existiendo errores, muchas veces, no forzados.
Se entiende que el trabajar en la comunicación de riesgo en estos tiempos se hace bajo la premisa de “improvisar sobre la marcha”, hecho que ocurrió cuando estuvo el exministro Mañalich con los famosos carnet Covid-19 y ya sabemos cómo terminó, o la fiscalización en Fiestas Patrias donde la Seremi de Salud Araucanía, Gloria Rodríguez dijo a una radio que “podemos entrar a las casas, podemos descerrajar, podemos romper”, considerando que se regía por el Código Sanitario, aunque algunos abogados señalaron que constitucionalmente era ilegal.
En resumen, estos planes sobre la marcha sumada a las declaraciones confusas, incluso agresivas de algunas autoridades, no sólo generan un malestar en la gente, sino que mayor desconfianza y nula credibilidad para enfrentar la pandemia. Es importante el poder cambiar los planes sobre la marcha, más allá del Plan Paso a Paso, generar una comunicación de riesgo que otorgue una mayor firmeza de prevención a la población, que, dicho sea de paso, también tienen responsabilidad en el aumento de las cifras ya que por más que se pida una vez un permiso para vacacionar el peligro continúa latente, y ya la segunda ola -incluso la tercera- llegó para quedarse.