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Opinión

Editorial: Cambios éticos, no cosméticos

Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 28 de octubre de 2019 | Publicado a las: 08:39

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La exigencia de los chilenos es por cambios éticos, no cosméticos; cambios profundos, estructurales. La creación de una asamblea constituyente con miras a una nueva constitución de verdad, que refleje el Chile con el que soñamos sería la base más firme para una patria más justa para todos.

El destacado cineasta chileno Sebastián Lelio, famoso por filmes emblemáticos como “La Sagrada Familia”, “Gloria” y “Una mujer fantástica”, envió palabras de apoyo a los ciudadanos que durante la última semana han protestado en diversas regiones de nuestro país. Remarcó que ha seguido la crisis socio-política con el “corazón apretado”, pero con esperanza.

“He seguido desde lejos con gran impotencia, con el corazón apretado, pero con esperanza el estallido de consciencia que hemos visto en los últimos días“, señaló en un video que publicó en redes sociales.

A ello agregó que “envío mi total apoyo a los manifestantes, a la gente que está tomándose las calles en estado de rebeldía haciendo su uso legítimo de derecho a la desobediencia civil. No podemos permitir que la oportunidad histórica quede en la nada”.

Estas últimas palabras son las que preocupan. Que después no pase nada y que el gobierno imponga sus fundamentos y logre acallar las voces y contener las movilizaciones. Eso significaría un peligro con tan graves consecuencias, porque cuando estalle nuevamente, la violencia se traslade a estadios más peligrosos, como  de la vida misma de las personas.

Luego de siete días de agitación, cacerolazos, y cientos de manifestaciones donde los chilenos –de todas las edades y condiciones- han señalado que no soportan más la pesada carga que les significa responder a los requerimientos de una clase empresarial cada día más ávida de recursos para seguir engrosando sus voluminosas arcas.

Para María Amelia Barrera, psicóloga, directora del Instituto Centro Sol, “Desoír el mensaje, no hacer referencia a que alguien ha dicho algo, es también, en el fondo, un modo de descalificación.

Y sigue. “Pero veamos qué ocurre en casos de relaciones sociales de otro tipo. Por ejemplo, la ciudadanía y sus estructuras de gobierno. La lectura sería la siguiente: Las estructuras de gobierno y las reglas que nos rigen sirven para organizar las relaciones interpersonales al interior de una comunidad. Cuando se ha infringido un daño o realizado un conflicto, poseemos procedimientos e instituciones que nos aseguren la resolución de conflictos: leyes, tribunales, jueces, abogados, organizaciones de control social interna. Si bien la estructura social es jerárquica, la diferencia con las familias en las que hay padres con experiencia y capacidades de elección, es que esta estructura y organización se concibe por lo impracticable que es el que todos participen.

Por ello se eligen representantes. En este caso no hay personas que aún no tengan la capacidad de elegir o comprender, sino que necesitamos personas que nos representen en nuestras necesidades. Las jerarquías se basan en acuerdos sociales. En este nivel, también hay necesidades planteadas por la población para ser resueltas por estos representantes. Cuando el mensaje, solicitud o demanda es desoída, descalificada o negada el conflicto se produce.

La respuesta natural frente a necesidades y demandas reales desoídas es escalar en la magnitud en la que se presenta la demanda. Una escalada puede llegar a niveles severos, con personas heridas, muertes, familias asustadas o fracturadas, personas con frustración e ira en sus corazones, con compromiso económico importante. ¿Es necesario dejar que, o hacer que las cosas lleguen a un nivel de conflicto social elevado?  ¿A quién sirve que esto ocurra? ¿Qué circunstancias, si es que las hay, ameritan esto?  ¿A quién le corresponde dar fin a la escalada?

 

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