Hacer amigos después de los 30 años puede ser un reto significativo, y la ciencia ofrece varias explicaciones para esta dificultad. A medida que las personas envejecen, las responsabilidades laborales y familiares aumentan, dejando menos tiempo para socializar. Además, los círculos sociales tienden a consolidarse, y las personas prefieren fortalecer las relaciones existentes en lugar de buscar nuevas conexiones.

Otro factor es la falta de entornos sociales naturales. Durante la juventud, lugares como la escuela y la universidad facilitan la formación de amistades espontáneas. Sin embargo, en la adultez, estos espacios se reducen y las interacciones sociales suelen estar condicionadas por el entorno profesional, donde las relaciones pueden ser más formales y menos propicias para la amistad.

La selectividad también juega un papel importante. Con la experiencia de vida, las personas se vuelven más conscientes de sus valores y prioridades, lo que las hace más exigentes al elegir nuevas amistades. Prefieren invertir tiempo en relaciones que cumplan con ciertos criterios de compatibilidad emocional y alineación en perspectivas de vida.

Estos cambios psicológicos y sociales afectan la manera en que se perciben y priorizan las amistades, llevando a un enfoque en relaciones más profundas y significativas. Aunque hacer amigos después de los 30 puede ser más difícil, no es imposible. Requiere esfuerzo, proactividad y una mentalidad abierta para construir vínculos valiosos y duraderos.