Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 6 de febrero de 2022 | Publicado a las: 10:14
“Razón y verdad debieran ser hermanas, hermanables. Debieran caminar juntas, encontrarse de ida y de venida, tantas veces como sea posible. Ante esta hermandad sostenida, otro debiera ser nuestro andar, otro nuestro devenir, el mejor, siempre”.
Escribe: Raúl Caamaño Matamala, Profesor Universidad Católica de Temuco.
Chile es nuestro hogar, el de todos y todas, y hemos de dar crédito a que cada día somos más en esta casa. Los que nacen, los que llegan, los que regresan son más; son más que los que se van, los que parten, los que mueren.
Los que somos, los que estamos en esta casa debemos dar paso a la razón honrando con ello lo propio de nuestra especie homo sapiens; pero no solo somos homo sapiens, también somos homo faber y homo machina; y también somosa veces,sin quererlo, cuando damos espacio a la pasión, homo brutus.
¿Qué digo? Que la pasión, convertida en ambición, en ira, en enojo, por la impaciencia, por la desconfianza, trastoca, trastorna, transforma al homo sapiens y, aunque solo sea por momentos, lo retornan, lo retrotraen a su esencia animal original, y así somos sujetos no pensantes, irreflexivos, insensatos, instintivos, impulsivos, arrebatados,…
¿Cuál es la raíz de este trastorno? Varias raíces. No meditar, no reflexionar, no razonar, solo decir, solo hablar, solo hacer, sin más. Hoy es más evidente, en especial, en las redes sociales, en la instantaneidad, en una “chapa” como toda identificación, es casi el equivalente a lanzar una piedra, y con capucha. ¿Pasión o razón?
¿Razón o pasión? ¿Pasión o razón? Opino que prime la razón, y con ella, la verdad, esa verdad que se equilibra entre dos, que no es propiedad de uno solo, aquella verdad que tiene raíces, que no es espontánea, que se consolida en el tiempo y el espacio, en un tiempo y un espacio que trasciende a un solo individuo.
Razón y verdad debieran ser hermanas, hermanables. Debieran caminar juntas, encontrarse de ida y de venida, tantas veces como sea posible. Ante esta hermandad sostenida, otro debiera ser nuestro andar, otro nuestro devenir, el mejor, siempre. Ello, si el hombre y la mujer actúan primordialmente de manera reflexiva, reconcentrada, prudente, ponderada.
Ese hombre, esa mujer, con esa disposición razonada, puede, más en el entorno privado, particular o familiar, por cierto, darse la oportunidad de actuar de modo más descuidado, relajado, distendido, apasionado, eso sí sin herir, sin dañar, sin romper relaciones fraternas.
Distinta es la situación en escenarios mayores, laborales, profesionales o sociales, en los que nuestro actuar se encuentra con el del otro, con el del prójimo. Allí es cuando nuestro actuar debiera adoptar una compostura reflexiva, alta, mayor, mejor, pues debiera dar espacio a la razón, y con ella como hermana, a la verdad.
No desatiendo, sin embargo, la idea de que una vez reconocidas la razón y la verdad, pudiera la pasión incorporarse en el imperio de la razón o en el imperio de la verdad, pero solo si ambas –razón y verdad- han sido atendidas.