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Opinión: Malabarismo de Subjetividad

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 14 de febrero de 2021 | Publicado a las: 12:22

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Escribe: Jorge Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, Consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminólogo

Las actividades artísticas pueden ser aprendidas, pero para una minoría, la vena artística es un don, algo que se trae en el espíritu y en el alma, -que por cierto-, requiere ser entrenado, educado, instruido y corregido, hasta lograr la mayor y mejor expresión de perfección.

Consecuente con lo anterior, desde la antigüedad las tipologías artísticas han sido de lo más variada, y quienes han dominado las artes, siempre han estado adosados al poder, aun cuando mayoritariamente han pertenecido al venerable pueblo.

Basta en recordar a los bufones del Rey, juglares, trovadores, malabaristas, gimnastas, actores y en fin una gama de habilidades, convertidas en arte y oficio.

Asimismo, la historia humana, ha estado plagada de leyendas, mitos y realidades, donde la doble finalidad, de algunos artistas, -mediante su actuación-, les ha permitido conocer información al más alto nivel y luego trasvasijarlas,  con diversos intereses a otros grupos de poder, para cumplir las más variadas finalidades.

Desde la época medieval hasta nuestros días, el denominado arte callejero,-muchas veces entretenido-, fue evolucionando, dándole acceso a las personas que no podían asistir a un recinto circense o teatro, transformándose en actividades itinerantes por centurias, hasta transformarse hoy por hoy, en una nueva expresión artística callejera, un tanto involucionada, donde cualquiera se para en una esquina o intersección y comienza, -durante los minutos que dura el cambio de luz del semáforo-, a efectuar todo tipo de malabarismos, actos de magia, acordes musicales, batucadas, en fin cualquier entretención con la finalidad de recibir una retribución económica, que conforme al monto, causa todo tipo de reacciones. No siempre se valora la “Cultura”, como se espera. En la calle no sirven los aplausos.

Una de las especialidades “artísticas”, es el malabarismo, actividad que  se entiende como el arte de manipular y ejecutar espectáculos con uno o más objetos a la vez, volteándolos, manteniéndolos en equilibrio o arrojándolos al aire alternativamente, sin dejar que caigan al suelo. Los malabares se conocen por su dificultad y belleza visual, y para esto se necesita habilidad psicomotriz de quien los realiza. A este,  se le llama “Malabarista”. Para ello, el malabarista se sirve de diversas partes del cuerpo, principalmente de las manos.

El arte callejero ha derivado en nuevas formas de vida psicosocial, al aglomerarse a través de “tribus urbanas” de diversas tendencias, lo que no debiera ser problema alguno,  sin embargo, todos sin excepción son reacios al control social formal, especialmente cuando se encuentran en grupo.

El tema de fondo es cuando se confunde el arte con las ideologías imperantes, independiente de su origen. Especialmente, porque nublan la razón y la objetividad, se pierde el foco principal, deja de interesar el estado de derecho, la verdad,  y por lo tanto surge una forma de imponer un estilo de vida, que en aquellos países que exportaron estas ideologías, no han tolerado nunca y menos ahora. 

La muestra más palpable, se vivió el día 5 de febrero de 2021, en la comuna de Panguipulli, donde independiente de los pormenores,-conforme a lo que irresponsables filódoxos, han opinado de todo y sin fundamentos técnicos-, que no han sido de interés concreto, por el contario parte de una post verdad.

Conforme a los hechos, falleció una persona, de oficio malabarista, muerte atribuida a un Carabinero del grado de Sargento 2do., en un incidente lamentable, pero que felizmente quedó grabado en sendos videos. Cuyas imágenes son relevantes.

Entonces no debería haber problemas de ninguna especie,-al menos en un país normal-,  sin embargo, Chile hace rato dejó de ser un país normal. Ahora está en la UTI, con una enfermedad grave, inestable y sin diagnóstico.

Durante 5 días, múltiples juglares y trovadores, -de corte político y periodístico- , se transformaron en “Malabaristas verbales” profiriendo todo tipo de análisis, comentarios y teorías, en cuanto programa radial y televisivo existe.

Es más, un video  que muestra imágenes claras de hechos, conductas e inconductas dinámicas, de lo ocurrido en Panguipulli, tiene diversas interpretaciones.

¿Se imaginan si no hubiera existido este primer video?

Ni siquiera importa, escribir ni analizar sobre el mentado control de identidad, tan desprestigiado por moros y cristianos. Esa fue una excusa irrelevante.

La muerte de una persona, independiente de su oficio, que no debiera interesar, se produjo exclusivamente, porque procedió a atacar a un Carabinero con dos armas blancas (machetes) de 50 centímetros de largo cada una y este hizo uso de su arma de servicio. Así de simple.

Los signos positivos de muerte y negativos de vida, no se materializaron de inmediato como muchos creen o dicen, por el contrario, se notaba sobrevida, pero de inmediato el respetable público, aportó una voluntariosa especialista en RCP (Reanimación cardiopulmonar) y una esperada “Autopsia” (necropsia), nos dirá si aceleró o no el proceso de muerte, mas allá de la actuación de los proyectiles de plomo.  

Luego, surgió un  proceso colectivo  de victimización impensado,  probablemente natural en sus inicios, pero a medida que se viralizó el mentado video, la lógica debería haberse impuesto al igual que la inteligencia cognitiva, pero, eso es un imposible en una sociedad donde reina el desconocimiento.

La ignorancia colectiva, se apoderó de todos los estamentos, públicos y privados, las versiones cambiaron, como si fueran ropa interior, las volteretas de comentarios, describían verdaderos ejercicios de  gimnasia, mutando conforme a los propios intereses personales, sin importar el honor ni la dignidad, ni siquiera del propio fallecido, que por último, – como haya sido-, tomó una decisión que le costó su propia vida. Muriendo con las botas puestas y conforme a su estilo de vida, de sus últimos años. Lo que es respetable.

Se traiciona su memoria, tratando de especular todo tipo de hipótesis, sobre el origen de su conducta, tan simple como que ejecutó un acto desafiante, mediante implementos (machetes) que dominaba con experticia, en presencia de sus seguidores y amigos, no evaluando adecuadamente, el resultado final.

Por supuesto que hay cientos de detalles, recriminaciones y endosamiento de ideas de lo que debería haber ocurrido, de cómo debería haber sido el procedimiento y un sinfín de analistas que evalúan un partido dominical de futbol, con el diario del día lunes.  Así de fácil.

Si tanto les interesa las verdades y siempre andan mirando a las policías de Inglaterra, Alemania y España, para corregir a Carabineros de Chile, después del 18 de octubre de 2019, es tan fácil como enviarles los videos a esos tres países y preguntarles que hubiesen hecho sus policías y jueces, ante tal situación. La respuesta de seguro no les gustara. A Estados Unidos y Canadá, nunca preguntaran.

Después fuimos testigos el día 6  y luego el 8 de febrero, del control de detención y formalización respectivamente, – del Sargento de Carabineros-,  con el marco previo de incendios y desordenes graves, provocados por jóvenes idealistas y soñadores, chilenos y extranjeros,  que querían aportar culturalmente al desarrollo nacional, sin presionar a nadie. Solo expresar sus trabajólicas ideas.

Esta sesión judicial, de antología, mostró una obra teatral digna del absurdo, fundamentalmente porque el malabarismo procesal, hizo gala de una destreza increíble, donde el ministerio público, narraba los hechos y leía el informe de la Brigada de Homicidios, pero no consideraba objetivamente sus diligencias investigativas. Donde algunos abogados querellantes, no obstante que mostraban el mismo video visto por todos, sus conclusiones no se ajustaban a la dinámica, interpretando los movimientos reales, desde otra perspectiva. No se apreció correspondencia criminalística, se generó una nueva balística forense, y el juez de garantía con nervios de acero, tenía que llamar a terreno y razón, a comentarios a lo menos impertinentes e inoportunos,  emitidos por  determinados abogados.

El defensor, para algunos de suave desempeño, en realidad jugó un rol de paciencia, mesura y control, amparado en la situación real, mas no en la mediática.

La lectura del fallo de este estadio procesal, comenzó muy bien, pero a medida que avanzó, empezó a virar, impresionando que se dirigía a buscar un justo equilibrio, para que denotara imparcialidad, justicia y considerar a priori los hechos, sin lesionar notoriamente los derechos del imputado-víctima, que en definitiva, para el tribunal popular, ya era culpable de todo.

La reacción virulenta no se hizo esperar, aunque era previsible, tres abogados apelaron a la resolución que le otorgaba prisión preventiva al Sargento y a la calificación jurídica, visualizando una ambición procesal desmedida, aun cuando, en su fuero interno, después de haber estudiado 10 semestres de derecho, necesariamente deberían haber tenido claro, lo que sus propias ideologías no le permitían ver.

Raya para la suma, la temeraria  e inesperada apelación, ante la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Valdivia, les infringió una dura derrota jurídica, – contundente por lo demás-, al resolver en esta instancia, la revocación de lo decretado por el tribunal de Garantía y lo apelado por los querellantes, sustituyendo la medida cautelar por arraigo nacional y firma quincenal.

Esta nueva medida, es el comienzo de otra fase, donde ahora empieza, en función de un plazo asignado (4 meses), las investigaciones de largo aliento, pericias, estudios y análisis, conforme a las propias teorías del caso. Las que trataran de imponer, independiente de la verdad de los hechos.

Los medios de comunicación, hoy no quieren entender lo que paso, los ideologizados de siempre, quedaron perplejos, el gobierno de turno quedó incomodo, algunos adeptos al orden y la ley, quedaron felices, y el Sargento Imputado-víctima de una causal de justificación, hoy podrá dormir un poco más tranquilo. 

Ha ganado el derecho positivo y la institución de la legítima defensa, al menos por ahora.

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