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WETRIPANTU, EL REGRESO DEL SOL Y EL AÑO NUEVO EN TERRITORIO MAPUCHE

Publicado por: DiarioTiempo21 | viernes 19 de junio de 2020 | Publicado a las: 22:34

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Por Eugenio Salas Olave

Artista Visual – Etnógrafo

Las generaciones mayores saben de los inviernos lluviosos, de los fuertes vientos del norte, los temporales que quebraban árboles y levantaban techos, de las crecidas de los ríos, las inundaciones; también recuerdan la noche más larga del año; las pruebas de doblar papeles con tinta para dejarlos bajo la almohada e interpretar su enigmáticas formas; saben del rito de arrojar tres papas bajo la cama, una pelada, otra sin pelar y otra a medio pelar, para predecir la escases o abundancia; antiguamente contaban del florecimiento de la higuera a las doce de la noche, de las amenazas con cortar el árbol que es mezquino con los frutos. Estas tradiciones, son parte de la cultura y del folclore campesino del centro y sur de Chile.

En la tradición mapuche, los 24 de Junio, desde hace cientos de años celebran el Wetripantu, fecha en la cual empezaran a acortar las noches y alargar los días. Se trataba de una ceremonia profunda de agradecimiento a Bucha Chao a la Ñuke Mapu, a Bucha Antu a Kushe Antu cantaban y agradecían por su vida, la salud de su familia, animales, aves y los miembros de su lob y de su pueblo. Una ceremonia que fortalecía la identidad individual (kupalme o linaje), la responsabilidad consigo mismo, la pertenencia colectiva (tugun, la historia común) y la responsabilidad comunitaria. Los miembros de las familias despedían el año viejo, bañándose de noche en el río, en el estero, lago o en el mar; el agua limpia el cuerpo, trae alegría, rejuvenece, recupera la salud. Al regresar del baño, la familia reunida en la ruka, escucha a los mayores, al lonko o jefe de familia, allí están las tradiciones, el Admapu, el Itro vil mongen; las normas que rigen el comportamiento individual y colectivo, la identidad y la pertenencia a una familia y de las relaciones familiares con la comunidad, y a esta con la naturaleza.

Cuando llegan los conquistadores europeos, traen consigo la espada y la cruz y con ellos, los evangelizadores católicos, que con el firme propósito de sacar a los indios de su estado salvaje, dicen ellos, le enseñarán el castellano y la palabra de Dios; pero los nativos se resisten, tienen su propia lengua, las fechas de un calendario ritual y festivo para conmemorar su relación con la naturaleza, con lo sagrado, con la espiritualidad trascendente.

Los evangelizadores observan la importancia del 24 de junio, para las familias mapuche y una vez instalados en sus templos, con sus ritos, bautizan con el nombre de un santo o santa a niños y niñas de todo el territorio y con ello instalan la noche de San Juan, que celebra a los ciento de Juanes y Juanas bautizados durante el año, intentando de manera directa la supresión del Wetripantu y la huella cultural de los hijos de la tierra; porque, según decían era panteísmo y como la celebración ancestral persistía, le agregaron las enigmáticas pruebas de San Juan que causaran toda clase de sugestión y miedo que sólo puede ser expulsado con el dogma, estrategia para terminar con lo que llamaban el animismo. Los ritos pasaron de ruka mapuche a campesinos y de estos a los pueblos, con fines y propósitos distintos, al punto que a inicios del siglo XX era muy difícil distinguir el origen de estas prácticas.

La ceremonia del Wetripantu pervive, sostenida por la tradición oral y la práctica de sus autoridades culturales, por las familias, fundada en una fecha objetiva, cuando el sol alcanza su mayor distancia a esta parte de la tierra, cuando está más lejos del verano y del otoño que desnudó a los árboles. Ahora vienen las lluvias, se refrescará la tierra de nuevo y con el agua, la vida, el verdor de los pastizales, el brote de los árboles, la parición de los animales y las cosechas; es el inicio de nuevo ciclo de la vida.

Éste año, seguramente el Wetripantu será más privado para todos, la celebración familiar y colectiva mapuche será más espiritual y profunda, aquí en el lluvioso sur, se escuchará el ruego por la armonía, la salud, la familia, la mapu, la comunidad y el planeta. ¡Bucha Antu, Kushe Antu, Ullche Antu, Weche Antu, aquí están reunidos tus hijos, tus hijas, tráenos un buen año a tus hijos y tus hijas, dirán, a todos los seres vivos, tráenos un buen año, dirán y elevaran su canto al wenu mapu como en los tiempos de antes, con la memoria del pasado, queremos que el tiempo viejo pase llevándose las calamidades, que la enfermedad se aleje y no castigue más al enfermo, que la sombra y la oscuridad se aleje de la mapu, de esta tierra, porque aquí están los Che, los hijos de la tierra y el cielo, aquí están rogando o buen Padre, tráenos un buen años para todos!, así dirán, hasta que llegue el nuevo día.

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