Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 6 de febrero de 2022 | Publicado a las: 10:14
“Desde marzo y con una variante Ómicron que pareciera ser que no nos da tregua, se debe poner en marcha una agenda nacional que aborde diferentes áreas temáticas pendientes, pero que son prioritarias para avanzar en una institucionalidad actualizada y moderna”.
Escribe: Patricio Poza, Cientista Político.
La historia nos ha enseñado que, con el tiempo, las sociedades y las personas van cambiando; se transforma el modo de pensar y actuar dependiendo de los nuevos contextos en los que nos desenvolvemos. Por otra parte, el ritmo de vida en la actualidad va muchas veces más rápido que nuestra capacidad de observar lo que debemos mejorar o modificar.
En septiembre de 2015, Chile, como parte de 193 países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU), adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Este plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad, tiene por objeto fortalecer la paz universal dentro de un concepto más amplio de la libertad, según se explica en la página web de agenda2030 del Gobierno de Chile.
Este modelo de desarrollo debiera estar guiando la organización y planificación de las distintas instituciones y políticas de Estado, tanto nacionales como locales, pero, ¿está sucediendo?
Escasas son las medidas que el Gobierno saliente impulsó e implementó con fuerza en materia de protección del medio ambiente, o en la generación de políticas para generar ciudades y comunidades sostenibles. Estos temas, francamente pasaron a un segundo plano. Pero hay que ser justos, la pandemia paralizó, parcialmente, gran parte de las voluntades debido al nuevo escenario de salud pública, redirigiéndose recursos directos, vía transferencias monetarias, a la población más afectada por los períodos de confinamiento y cesantía.
Desde marzo y con una variante Ómicron que pareciera ser que no nos da tregua, se debe poner en marcha una agenda nacional que aborde diferentes áreas temáticas pendientes, pero que son prioritarias para avanzar en una institucionalidad actualizada y moderna.
La descentralización, entre muchos otros temas, se ha transformado en el último tiempo en un proceso de mucha expectativa, pero con poca ejecución. Tenemos gobernadores regionales con mínimas atribuciones y gobiernos municipales que presentan realidades completamente opuestas. Por otro lado, se han generado debates sobre la explotación del litio y la generación de energías renovables, pero aún no se impulsa con fuerza una transformación a nuestro sistema de transporte integrado para disminuir la contaminación atmosférica y la huella de carbono.
El coronavirus pareciera ser que nos acompañará durante mucho tiempo, pero este escenario no debe dar pausa ni paralizar los nuevos modelos estructurales que, a nivel país como local urgen comenzar a impulsar.