Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 27 de marzo de 2022 | Publicado a las: 11:50
“¿Por qué no dar las gracias? Estimo que más de algo que decimos es merecedor de un ¡gracias! gentil, más de algo que hacemos es digno de un atento ¡gracias! Y ¡ojo! que creo que nada hacemos intencionalmente para aguardar la expresión de gratitud donada”.
Escribe: Raúl Caamaño Matamala, Profesor Universidad Católica de Temuco.
¡Gracias! ¿Recuerda usted cuándo fue la última vez que las expresó? ¿Fue hoy? ¿Recuerda a quién y por qué?
¡Gracias! Expresión tan valorada y tan poco brindada. El individualismo que se ha asentado en estos tiempos, estimo, es en buena medida la razón de tan poca práctica. La suficiencia de las personas en sus actuaciones, si no la vanidad ha incidido en no expresar de manera graciosa, amable, la satisfacción de un simple proceder del que somos beneficiados.
¡Gracias! ¿Por qué no darlas, por qué negarlas? Lo que hacemos, lo que decimos normalmente tiene un destino, un destinatario, un propósito, es algo natural. Todos lo hacemos, y es un ejercicio que es de ida y de venida, es decir, todos, todos nos beneficiamos de manera directa o indirecta de lo que se dice o decimos, de lo que se hace o hacemos en nuestro habitual departir, compartir o convivir.
¡Gracias! Siempre, sí, siempre las debemos o las quedamos debiendo.
En este tiempo de crisis sanitaria mundial, en nuestro propio convivir, en el de nuestro país, percibo que la expresión de gratitud también está a la baja. ¿Alguna expresión nuestra, alguna acción o reacción nuestra no ha de ser digna de un “gracias”? No creo que todo sea tan malo, o que esté todo mal o tan mal. Nadie es “per se” malo. Algo, algo ha de merecer un ¡gracias!
Y, aquí va mi reconvención directa. ¿Por qué no dar las gracias? Estimo que más de algo que decimos es merecedor de un ¡gracias! gentil, más de algo que hacemos es digno de un atento ¡gracias! Y ¡ojo! que creo que nada hacemos intencionalmente para aguardar la expresión de gratitud donada.
¿Por qué no dar las gracias? Tantas y tantas ¡gracias! que han quedado silenciadas, olvidadas, mas lo ingrato es aquella expresión de gracias negada o no dada.
Dar las gracias es no solo buen gesto de humanidad, de solidaridad, de compañerismo, de fraternidad, es también el principio de soldar, cimentar lazos sólidos, firmes en una comunidad de personas.
¡Gracias, muchas gracias! ¿Por qué? Porque sí, no hay un único motivo por el cual expresar las gracias. ¡Son muchos los motivos, caramba!
La ausencia de esta expresión de gratitud, es más, mucho más necesaria en este particular tiempo de pandemia. Nuestra sensibilidad está tocada, y conviene ser expresivos en gratitud. Hoy se escuchan, se ven y se leen más expresiones que lapidan, denuestan, ensucian, sepultan. Aunque cueste, aunque les cueste, aunque nos cueste, digamos ¡gracias! Dar las gracias es una donación, un regalo, un presente, que no requiere papel ni cinta de colores.
Que no pase de moda dar las gracias. Es hora de cambiar. Estamos todos invitados.
Si han llegado al final de esta columna, ¡gracias, muchas gracias!