martes | 24 de diciembre | 2024

inicio Opinión Opinión: Ciudad Gótica, un modelo de comuna
Opinión

Opinión: Ciudad Gótica, un modelo de comuna

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 23 de agosto de 2020 | Publicado a las: 10:49

Compartir esta noticia

“Si hacemos un símil, de un municipio chileno cualquiera con la mítica “ciudad gótica”, necesariamente, debemos pensar que el alcalde podría ser cualquiera. Luego, tenemos a Batman, cuyo personaje con comportamiento de héroe, que muchos se arrogan, no siempre se ha llenado esa vacante en el municipio, más bien hay varios pendejos imberbes que se asimilan a “Robin” y les llevan las de abajo a los ediles”.

Escribe: Profesor Jorge A. Aguirre Hrepic, consultor en Inseguridad, criminalista-criminólogo.

La realidad siempre se ha contrastado con la irrealidad, la fantasía y la ficción, pero de vez en cuando hasta las situaciones más insólitas se cumplen, se desarrollan y dan vidas a sucesos que se muestran como increíbles, pero que superan con creces las meras expectativas de un novelista.

Cuando se observa con detención y desde la cornisa de una edificación, el movimiento diario de una ciudad, comuna, pueblo o localidad, es inevitable mirar cómo se mueve la fauna humana, de un lado a otro, a veces lenta, a veces rápida y otras tan rápidas, que describen un celaje que pasó.

La rapidez surge de la mala administración del tiempo que el heredero del homo sapiens, hace gala día a día, al no poder controlarlo y llegar atrasado a todos lados, ignorándose si es porque  salió tarde de un lugar para llegar a otro o un vecino de la comarca, lo impidió con su burda forma de conducir un vehículo, un colectivero con licencia profesional se encabronó, un camionero a deshora arrojó una brizna de cualquier material, un diplomático micrero se levantó con el pie izquierdo o el cambio del tránsito realizado por un carabinero, motivado por los “dignos” callejeros del día a día, cierran el cuadro perfecto que impide el normal desarrollo de la vida cotidiana de antaño.

En síntesis, la ciudad de hoy es una vorágine de movimientos en todas direcciones y con múltiples intereses, donde cada día-en forma natural- se pretende romper el centralismo, constituyendo el frustrante anhelo de alcanzar cierta autonomía en todos los ámbitos.

Lo que llama la atención es la actitud de quienes están llamados por elección popular a administrar los municipios, es decir alcaldes, alcaldesas y alcaldeces en algunos casos -para no discriminar a nadie- quienes demuestran tener una profesión u oficio previo en común ser actores ya que las manifestaciones corporales, gestos y ademanes, son dignos párrafos de un libreto dramático donde quien interpreta mejor el papel, más allá de todo color político, convence al respetable público de que llueve de abajo hacia arriba y que las gallinas hacen la micción.

El respetable público, léase pueblo o gente, no es estúpido, pero muchas veces actúa como tal, al caer una y otra vez en las redes de la dialéctica  anti hegeliana, para conquistar las voluntades de los electores, que antes de las elecciones son verdaderos  becerros de oro y después de las elecciones son el rebaño perfecto para vagar por el desierto de la vida cotidiana.

Cuando se observa a los actores ediles en los canales de televisión especialmente en programas de farándula, se denota el esfuerzo que hacen por mostrar empatía por la gente, como verdaderos “gurús”  y elaboran frases cliché que la gente quiere y necesita escuchar. Como por ejemplo: “es lo que quiere la gente”.

Bastó ver lo que paso en La Araucanía cuando se tomaron determinados municipios y las reacciones de los alcaldes víctimas de la usurpación y algunos que no lo fueron, como rasgaban vestiduras y hablaban de todo, pero no hacían nada para solucionar el tema y menos en el menor tiempo posible que se necesita para terminar con la crisis, toda vez que no había rehenes. Gracias a Dios.

Independiente del motivo de las tomas, se evidenció un simultaneo y coordinado acto de agresión al significado de la autoridad local, al gobierno inmediato del pueblo, el Municipio.

Si hacemos un símil, de un municipio chileno cualquiera con la mítica “ciudad gótica”, necesariamente, debemos pensar que el alcalde podría ser cualquiera. Luego, tenemos a Batman, cuyo personaje con comportamiento de héroe, que muchos se arrogan, no siempre se ha llenado esa vacante en el municipio, más bien hay varios pendejos imberbes que se asimilan a “Robin” y les llevan las de abajo a los ediles. Los concejales que bien bailan, no pegan ni cortan, porque la propia ley los tiene maneados, y porque generalmente viven peleando entre ellos por demostrar quien fiscaliza más y mediáticamente.

En esta misma línea del mundo gótico, que solo son un espejo que proyecta una figura en la comparsa comunal, son “Acertijo” asociado a las letras y contratos, que nunca se matriculan con nada; “Enigma”, que son el conjunto de futuros proyectos, liderados por desarrollo comunitario y Planificación, dupla irreductible y escurridiza, a la hora de las responsabilidades.

En la baticueva comunal,  al arco; salud, educación, obras, aseo y ornato, los que soportan de una u otra forma, el sistema municipal.

Tránsito se preocupa de mantener en condiciones al batimóvil, la batimoto y el batihelicóptero, entre otros.

Seguidamente, tenemos al ciudadano de gótica, que vive esperanzado que se encienda el gran foco que irradia la señal de auxilio y protección para que aparezca Batman, con la final de salvar a la ciudad de cualquier amenaza, y cuando esta termina, todos se olvidan de Batman.

Finalmente, tenemos al villano de la historia, el “Guasón”, personaje que es producto de la sociedad comunal en que nació, se crió y vive.

Puede ser cualquier ciudadano, resentido o no, que no ha cumplido con sus expectativas, ha sentido el rechazo y frustración múltiples veces y siente que no se han atendido sus necesidades básicas, por lo que se identifica con el maltrato psicológico y físico de autoridades y conciudadanos, por lo tanto se siente con el derecho de devolver la mano y provocar sufrimiento a los demás, transfiriéndoles sus culpas.

En la manifestación de criminalidad, no siempre importa que un sujeto cometa un delito para demostrarlo, si no que puede eventualmente hacer una representación mental, psicológica e ideológica de un acto constitutivo de delito aunque sea en estado abstracto o de tentativa, incluso de imaginación, total es gratis y mientras no se consuma, no hay dramas.

En este sentido, todos llevamos parte del bien y del mal adentro, pero la mayoría logra auto reprimir la maldad, y manejar la bondad, aun en la sociedad adversa en que vivimos, ejecutando actos payasísticos de bufones sin querer actuando como el guasón, el personaje más clonado en la sociedad actual y que hoy por hoy, despierta la simpatía de más gente de lo que se cree, fundamentalmente por lo que representa, que no es mas ni menos, que a cualquier persona carente de algo, perteneciente a algo que no encaja y que no funciona adecuadamente, que carece incluso de autoestima lógica para manejar sus impulsos.

El guasón no nace, se hace, surge como un impulso eléctrico en base a los impulsos de la corriente cotidiana de la vida, donde se alimenta de mentiras, sueños, quimeras, ira, angustia, abuso, injusticia, envidia, egoísmo, altruismo, en fin de todos los valores y disvalores, que marquen su experiencia y afecten su zona de vida o de confort.

Entonces el resultado del rating es claro. La simpatía e identificación con el personaje va en una dirección, hay más guasones que Batman, y puede que por un momento ambos, no participen de la cotidianidad comunal, pero siempre habrá un edil o quien lo subrogue, por mucho que cueste encontrarlo, la ciudad no puede dormir, solo debe descansar, ya que la maldad no duerme.

Ciudad Gótica, no conoce de estados de excepción constitucional, pero sí de mercados, capital y pobreza, hay de todo en esta comuna, como fiel representante de cualquier ciudad, y lo que ello conlleva, donde las cloacas que la cruzan, son la fuente de resguardo del delito visible y en otros sectores vive el delito invisible, pero ambos sentidos delictuales coexisten, se desarrollan y sobreviven, alterando meridianamente  la vida citadina, salvo en honrosas excepciones.

Ha surgido un problema, no habrá reelección en ciudad Gótica, ilustrados parlamentarios lo han decidido, y debe cumplirse cabalmente.

La inquietud de la ciudad, pasa porque desconoce qué ocurrirá con Batman, quien solo anda preocupado de retirar un 10 % de algo, y no ocupado de proteger a los ciudadanos que andan en igual trámite,  toda vez que han aumentado los delitos, y el pingüino con guasón, hacen lo que quieren, ya no hay respeto en Gótica, ni siquiera por los adultos mayores, mujeres y niños.

El otro problema, es que en gótica,  casi nadie trabaja a raíz de una pandemia que fluye por sus calles, la policía perdió toda autoridad y quieren cambiar un texto antiguo llamado Constitución, pero no entienden el tenor del cambio y menos prevén sus consecuencias, ya que nadie lo ha dicho por escrito.

Independiente del resultado de cualquier cosa, Gótica de ficción puede transformarse en realidad, donde el celuloide de ayer y la digitalización de hoy, no admiten juicio moral de reproche, cuando cae el telón, es sin llorar, y si algo se llora, hay que secar rápido las lágrimas para que el resto de los espectadores no se burle. Aunque si lloran todos, no hay más drama. 

Eso sí, el único que tiene certezas, es el “Guasón”, ya que él está claro que está y estará vigente, porque a rio revuelto, ganancia de pescadores y él, es un tiburón social. 

Síguenos en Google News