Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 26 de julio de 2020 | Publicado a las: 22:55
“La idea principal es que una máxima autoridad, debe tener -en lo posible- las competencias y preparación para enfrentar todo, por lo menos así lo demanda cualquier ciudadanía (…) Cuando lo anterior no se da en la línea correcta surgen los desaciertos, descontentos, las crisis, el desorden, el desgobierno, la anomia y la sensación de anarquía en determinadas veces”.
Escribe: Prof. Jorge Aguirre Hrepic, consultor en Inseguridad, Criminalista- Criminólogo.
El mundo en general ha vivido de todo y cada país en lo particular, ha tenido su propia historia de cosas buena y otras no tanto.
La dirección superior de una nación es compleja, por mucho que se alineen los astros y la divina providencia interponga sus buenos oficios, siempre habrá situaciones difíciles o contingencias que enfrentar.
La idea principal es que una máxima autoridad, debe tener -en lo posible- las competencias y preparación para enfrentar todo, por lo menos así lo demanda cualquier ciudadanía.
Si bien la experiencia es vital, cuando se carece de ella deben saltar prestos los fusibles humanos que son los asesores para aportar su sapiencia y profesionalismo, con la finalidad de apoyar al líder de un país.
Cuando lo anterior no se da en la línea correcta surgen los desaciertos, descontentos, las crisis, el desorden, el desgobierno, la anomia y la sensación de anarquía en determinadas veces.
No se puede desconocer que, generalmente, hay un componente político en las causas que generan los problemas, pudiendo ser por aspectos económicos, sociales, raciales, religiosos, diplomáticos y otros insumos ideológicos, que pretenden crear un ambiente de inestabilidad estatal, que se materialice como herramienta de presión para causar cambios no considerados en los itinerarios de cada país u organización humana, lográndose muchas veces variar el destino de muchas personas, más allá de lo que se cree.
La historia, está llena de ejemplos, prácticamente no hay continentes, reinos, aldeas ni tribus, donde no se haya desafiado al poder o éste haya tambaleado, momentáneamente y luego recuperado por otra vía o lisa y llanamente, colapsado.
Como sea, la alternancia en el poder posee múltiples sorpresas, incluso de diversos modelos políticos y formas de gobiernos, pasando por las más puras que son monarquía, aristocracia y democracia; y las impuras, tales como tiranía, oligarquía y demagogia.
El populismo, considerado como un movimiento político que postula a través de diversas estrategias el apoyo y consentimiento de las clases populares atentando en contra de la democracia liberal, sea de izquierda o de derecha, es transversal. Curiosamente, lo que impera en la actualidad.
Evidentemente, existen otras formas y modelos e ideologías políticas, pero en la esencia, son derivaciones o desviaciones basadas en la oportunidad coyuntural de los tiempos por los que atraviesa cada sociedad, que se expresan a través de movimientos sociales o mediante las urnas, en algunos casos.
En este siglo XXI, la tónica ha sido conseguir los objetivos a través de la dialéctica mundana, amparada y difundida a través de las redes sociales, donde la máxima de Goebbels, “una mentira repetida 100 veces, se transforma en una verdad”.
También, cada ataque verbal está sostenido por una grabación o audio que respalda los dichos de alguien y que es interpretado por analistas y el público en general, donde se obtienen múltiples conclusiones, dictámenes y juicios que pueden catapultar a una persona al poder o enterrar políticamente a quien está en él.
He aquí la importancia de la preparación académica, profesional y formación de los mal llamados “lideres” políticos, ya que la mayoría son paladines ideológicos que desde jóvenes han militado en diversas corrientes políticas, donde muchos de ellos se han paseado por los senderos de disimiles partidos políticos, con tal de mantenerse cerca del poder.
Como muestra, en septiembre de 2015, en pleno segundo gobierno de Bachelet, el ex presidente Piñera, emitió la siguiente frase: “Nunca tan pocos han causado tanto daño a tanta gente en tan poco tiempo”.
Independiente del origen de esta afirmación, saltó al ruedo el entonces ministro del interior Jorge Burgos, impugnando -con justa medida histórica- el uso de esta cita, retrucando que la frase original era: “Nunca tantos, debieron tanto, a tan pocos”.
En honor a la verdad, la frase genuina fue esta última, emitida por el primer ministro británico Winston Churchill, en el año 1940, en alusión directa a la bravura de los pilotos de combate de la RAF (Real Fuerza Aérea), al enfrentar a los pilotos alemanes de la Luftwaffe, en la batalla por Inglaterra.
Tal vez la idea de Piñera, no era replicar la sentencia de Churchill, o quiso aprovechar la oportunidad para enlazar una célebre frase mundial, emitida por un gran estadista del siglo XX, en tiempos de crisis.
El punto interesante y ad hoc al tema, es poder señalar y recordar quien fue Churchill, más allá de lo que han mostrado las películas de acción y guerra.
En pocas palabras biográficas, fue un estudiante tímido, un militar subalterno que combatió en África, Cuba y la India, escritor, corresponsal de guerra, político, Premio Nobel de Literatura, creador del servicio secreto británico, ministro de Municiones, de la Guerra, de Colonias, de Hacienda, primer lord del Almirantazgo, ministro del Interior, dos veces Primer Ministro y fue miembro del parlamento por 60 años en forma ininterrumpida.
No era un hombre perfecto felizmente, sufría de depresión, ansiedad, extravagancia, provocador, innovador, brillante orador; con cuatro vicios marcados, fumaba puro, tomaba whisky y brandy, pintaba y escribía. Fue víctima de varias derrotas, de las que se levantó y resilientemente se reinventó, transformándolas en victorias.
Sin duda hay múltiples pasajes de su vida para nombrar, sin embargo la invocación de su nombre no fue casual y por tanto, cuando Piñera y Burgos, lo nombran, nada hacía presagiar, que cinco años después, cobraría relevancia la figura de Churchill y su frase célebre, a partir de la crisis que ha vivido Chile.
¿Qué tiene que ver Inglaterra con Chile?
Guardando las debidas y cuidadas proporciones, se puede señalar que ambos países han sido sometidos a presiones parecidas en distintos tiempos, contextos y resultados.
La disconformidad, como permanente estado anímico de la población, no es patrimonio exclusivo de ninguna sociedad en particular, se puede dar en cualquier latitud, aunque lo importante es como se administra esta situación.
En ese sentido, se puede señalar que Churchill y su olfato político, fueron una bendición para su país, ya que supo aplicar en tiempo y forma, lo que Inglaterra necesitaba, durante las dos guerras mundiales y luego en el periodo de post guerra, conociendo también el pago del pueblo inglés, mejor dicho su electorado, cuando después de haberlos guiados a la “Victoria” contra Hitler, perdió las elecciones, para primer ministro.
A contrario “sensu”, en Chile la alternancia en el poder, durante estos últimos 16 años solo ha conocido dos apellidos, por lo que el país, esta vez ha pagado bien a sus caudillos, rompiendo el lastimero adagio “El pago de Chile”, en alusión a la desventura de quien reclama tal acto, como un resultado nefasto y mal agradecido.
En realidad, no debiera dar lo mismo quien gobierne, ya que las consecuencias, trasuntan en el tiempo y golpean a las nuevas generaciones, cuando se escoge mal.
Basta recordar, que en Londres durante graves desórdenes públicos generados por anarquistas, Churchill en persona salió a las calles siendo visto por sus habitantes, en plena guerra y bombardeo estuvo recorriendo la ciudad llena de escombros, siempre dando la cara y de seguro, si hubiera habido Covid 19 en esa época, habría caminado con su mascarilla por los barrios de Londres.
Sus frases célebres, “nunca nos rendiremos”, “victoria a cualquier precio”, “el pueblo debe despertar”, demostraron su espíritu inquebrantable para sortear todos los obstáculos.
En este mismo orden de ideas, Churchill supo controlar inteligentemente al Oso Ruso (Stalin) y al Bisonte Americano (Roosevelt), en Teherán y Yalta, y logró dar un planificado fin a la guerra.
Nuestros presidentes también han debido enfrentar crisis y dificultades de todo tipo, también han tenido un parlamento desalineado y un pueblo crítico, pero han tenido muchas reacciones que no han estado a las alturas de las circunstancias, especialmente en este último tiempo, donde la gente ya ni siquiera sabe de qué está disconforme, principalmente por que se perdieron en la niebla las escalas de necesidades. Se trastocó prácticamente todo, el desánimo es total y vamos en pos del pánico. Una irresponsabilidad estatal a toda prueba.
Se perdió el sendero boreal, cualquier camino sirve para todo menos para ir a Roma, aunque si pensamos mejor, para que vamos a ir tan lejos, si el problema lo tenemos en Chile y si bien necesitamos un Churchill, sabemos que no lo tenemos. Además es inglés, y nosotros los chilenos nacionalistas y patriotas de ayer, hoy veneramos a los caribeños, que desplazaron a la cueca con su salsa, en realidad, somos un mal chiste.
Cuando el amor propio se vence, surge la baja autoestima y la inseguridad en los actos, el cuestionamiento permanente, y culpamos a la cigüeña que se equivocó de país y palacio, entregándonos en una dirección equivocada en cualquier parte de Chile, esa es nuestra realidad y tenemos que asumirla.
Debemos dejar de lamentarnos, echar la culpa al empedrado, criticar al prójimo, discutir con los amigos de verdad, esperar que nos regalen todo, que nos lleven de la mano por la vida aun siendo adultos, que papá fisco se ponga con plata, que los delincuentes sigan haciendo lo que quieran, que lloremos ante la leche derramada, que seamos complacientes con quien no lo merece y débiles en la adversidad.
El verdadero despertar, está en la acciones proactivas y no en la reacciones tardías, la verdadera dignidad está en la forma de enfrentar la vida y no en plaza Italia.
Es más que simple, si Piñera leyó a Churchill, interpretó y utilizó su frase más celebre por qué no ha sido capaz, de copiar sus actitudes, sus acciones, su liderazgo motivador, su férrea voluntad, como fuente de inspiración de una “fórmula política ya probada en tiempos de crisis”.