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Normalización de la inconducta

Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 18 de abril de 2022 | Publicado a las: 11:00

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“Ningún acto de violencia independiente del resultado, justifica lo que ha ocurrido, miles de atentados, cientos de lesionados y decenas de muertos, y lo único que ocurre, es el interés por la foto donde se hace como que se escucha a las víctimas, pero eso no perdura, cuando todo pasa se olvidan y nos vemos para el próximo atentado”.

Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, Consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminólogo.

Todo lo que una persona siente, piensa, dice o hace, acompañado de sus reflejos, instintos y hábitos que se manifiestan en sociedad, se conoce como conducta humana.

Esta conducta visible, por cierto, suele etiquetar a las personas de las perspectivas objetivas o subjetivas de quienes observan, pudiéndose traducir de diversas formas, las que no siempre se ajustan a la realidad y de ahí viene el dicho popular “por sus obras los conoceréis”.

En este sentido las conductas invisibles o no exteriorizadas en medios abiertos no son posibles de calificar, pero existen, bajo ciertas reservas lo que es natural.

También hay que recordar que para una vida tranquila y conforme a derecho existen las normas plasmadas en leyes, donde se regulan las formas de actuación de las personas en sociedad.

El quebrantamiento de las normas puede derivar en infracciones menores hasta hechos constitutivos de delitos, donde muchos alegan desconocimiento de las normas, pensando que solo son materias atingentes a los abogados.

El desconocimiento de las leyes no exime a nadie de responsabilidad, por lo que siempre hay que responder por las conductas inadecuadas, con o sin intención. Lo que suele ocurrir salvo excepciones. Donde surge el verdadero conflicto, al no operarse con igualdad, constituyendo otro drama humano.

Seguidamente, surge el tema de la tendencia a la normalización, pero no de la perspectiva técnica señalada como la actividad colectiva encaminada a establecer soluciones a situaciones respectivas, donde se elaboran, difunden y aplican las normas.

Por el contrario, el concepto para estos fines es la capacidad de estandarizar las conductas, de tal forma de configurar patrones generales y específicos acordes a los tiempos y asociados al bien común.

Conforme a lo expuesto, y en merito a la realidad de los hechos, surgen las inconductas que se materializan a través de las incivilidades, que no es otra cosa que la falta de civilidad o cultura, que, no constituyendo delito, son parte de una conducta reiterativa en estos tiempos, y que poco a poco se han ido normalizando como hechos aceptados.

En esta lógica, día a día, vemos o nos enteramos por diversos medios de comunicación o redes sociales, de una infinidad de actos que constituyen acciones orientadas a captar la atención de cualquier forma y muchas veces sin contenido.

En este sentido, todos somos testigos en primera fila, como se manipula la realidad por actos surrealistas que impresionan y estimulan la motivación para crear nuevas tendencias, percepciones y creencias sobre lo que ocurre no siendo siempre la verdad de los hechos.

Este último tiempo nos hemos informado de diversas disputas que no ayudan a buscar la luz para visualizar las soluciones que Chile necesita, partiendo de la base que son muchas, pero objetivamente hablando no están en las prioridades de la colectividad dirigente, mal llamada clase política.

Da la impresión que Chile, no sigue el ritmo del entorno mundial, con los problemas universales que subyacen, fundamentalmente asociados a la economía, a la salud, a la educación, trabajo, vivienda y seguridad.

Si bien, en materia de cómo enfrentar el covid 19, Chile fue una excepción, reconocida en el exterior, pero no en el país, dicho sea de paso, mucha gente critico a la Dra. Daza y sin embargo fue galardonada y reconocida en el extranjero, aun no veo las disculpas.  Típico chileno, ¿o no?

Otro acto típico de llanto dramático y poco práctico, ha sido la invocación por parte de algunos a que las Naciones Unidas se hagan cargo a través de sus “cascos azules” para solucionar el conflicto denominado “Araucanía”, especialmente dirigentes étnicos y como contra respuesta, algunos parlamentarios recientemente en el Congreso, le pidieron a la ministra de Interior y Seguridad que solicitara a “contraterrorismo de USA y organizaciones europeas”, que declaren a los grupos terroristas nacionales, como tales, en un acto flagrante de sesión de soberanía, sobre un tema interno del país, en realidad todos son parte de una vergüenza nacional.

Lo anterior, basado en que tanto los dirigentes étnicos y los parlamentarios, llevan años en diversos grupos políticos jugando verdaderas pichangas con la pelota del problema, pasándola entre uno y otros, ya que, en este tiempo, todos han sido parte de algún gobierno y ocupado cargos donde debieran haber hecho gala al menos de voluntad para buscar alguna solución.

Al contrario, no hacen nada si no hay un foco encendido al lado de una cámara, sino hay fechas de reelección de cuotas políticas, todo funciona para la “cuña” periodística y ante los medios donde se puedan mostrar sus conductas de que algo hacen, pero en realidad permanecen las conductas internas donde nadie los ve. Han demostrado ser un verdadero club de amigos y contactos, más que un grupo de personas voluntarias para el ejercicio público de la conducción de la nación.

Algunos dirán que no queda otra opción ya que los gobiernos de turno no escuchan y por lo tanto hay que efectuar medidas desesperadas de fuerza y violencia, dependiendo del lado de la trinchera, pudiendo ser plausible, pero a quien les interesa los verdaderos afectados. A nadie.

Ningún acto de violencia independiente del resultado, justifica lo que ha ocurrido, miles de atentados, cientos de lesionados y decenas de muertos, y lo único que ocurre, es el interés por la foto donde se hace como que se escucha a las víctimas, pero eso no perdura, cuando todo pasa se olvidan y nos vemos para el próximo atentado.

El capricho humano no tiene límites y el de las autoridades menos, todos preocupados de la nueva constitución que en nada va a mejorar los problemas ya que no hay ningún artículo coherente con las causas de los conflictos, por el contrario, solo son pinceladas fenomenológicas de los mismos y alejadas de la realidad de Chile, independiente de las clases sociales. 

El tema principal no está resuelto ni lo estará en los próximos años, ya que en este tiempo -como es natural- solo preocupa el aumento de los precios de los productos esenciales, pero no de los sueldos, alza de combustible, tazas de interés, inflación, el mentado 5to. Retiro, y un largo etc.

Lo concreto, la alegría parece que nunca llegó o algunos no se dieron cuenta y pasaron directo a la infelicidad, nadie ha evaluado los avances del país, donde solo interesan los derechos y no las obligaciones ni deberes. Es más, este año se reevalúan las contribuciones por lo tanto habrá más carga pública impositiva y más gastos, donde ya está comprometido el 5% del presupuesto nacional que ojalá sea bien destinado para resolver necesidades reales.

Como sea, la conducción del país en poco tiempo ha sido errática, y eso es producto de la jactancia y critica realizada con antelación y en forma despiadada, pero ahora cuando hay que afrontarla, la patrulla juvenil anda en búsqueda de la mejor mata de murra para fondearse, autoridades que buscan nuevas puertas en La Moneda para evadir a los focos que tan solo ayer buscaban o convocaban a entrevistas.

Cuando un presidente se relaciona a grito pelado con una pobladora de Cerro Navia, que más encima tiene la razón en su interpelación por los ofrecimientos anteriores, eso no es comunicación sana, hay que decirlo es una incivilidad y lo peor es que ya está normalizada. Es parte del entorno.

Lejos de los colores políticos, hay que entender y asumir que los problemas seguirán, tanto como subirá la inseguridad y el temor, de seguro habrá varios burros que comerán habas, esta vez, como de costumbre seguirá el venerable publico conocido como “Pueblo”, pagando la cuenta.

Ahora, esto es sin llorar, es parte de la democracia, es lo que se escogió y se quería probar, no hay reversa, solo entender que la incivilidad esta normalizada.

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