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La agenda social empresarial

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 4 de julio de 2021 | Publicado a las: 12:16

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“Ya se acabaron los tiempos en que la agenda social podía limitarse a donar recursos a la comunidad para obtener la anhelada «licencia social». Hoy la sociedad está exigiendo un rol mucho más proactivo y relevante a las compañías para abordar los problemas sociales”.

Escribe: José Miguel Sepúlveda, es ingeniero civil industrial de la Pontificia Universidad Católica de Chile y posee un MBA de Harvard Business School. (Fuente: cooperativa.cl)

Con todos los cambios sociales que estamos viviendo, muchos directorios y equipos ejecutivos de compañías se están preguntando, con justa razón, qué rol debe asumir la agenda social de la empresa en la contingencia pública del país.

En los últimos días hemos sido testigos de cómo varias firmas están dando pasos más decididos en este ámbito, manifestando públicamente su respaldo a iniciativas legislativas o incluso pronunciándose en temas valóricos.

Las exigencias de la sociedad hacia las empresas han ido creciendo, qué duda cabe. Si hace algunos años se les pedía a las compañías tan solo entregar productos y servicios de calidad, cumplir con la ley, generar empleo y retornos para sus accionistas; hoy las exigencias que la sociedad está imponiendo son mucho mayores. Las compañías de hoy deben, además de todo lo anterior, buscar minimizar su impacto medioambiental, tener políticas de inclusión, aportar a sus comunidades y, ojalá, representar valores que sean consistentes con la realidad y anhelos del país, entre muchas otras cosas.

¿Pero, hasta dónde tiene sentido hacerlo? ¿Qué rol debe asumir la empresa en la contingencia pública? ¿Cuál debe ser el fin de la agenda social empresarial?

La recomendación es siempre «partir por casa». El primer objetivo del liderazgo de la empresa debe ser asegurar un negocio viable. Tener una operación sustentable, con cumplimiento de estándares de salud, seguridad y ambientales; una organización robusta y un flujo de caja saludable, entre otros aspectos, no son sólo fundamentales para la compañía, sino que también aseguran la sustentabilidad de la agenda social de esta en el largo plazo.

La agenda social empresarial no debe ser vista como un «certificado de buena conducta», ni menos como un paliativo para suplir fallas fundamentales en el negocio. Ésta debe ser robusta y coherente con la estrategia y ser construida a la medida de la empresa. Para esto, la reflexión estratégica relativa respecto a en qué somos (o queremos ser) líderes y cuáles son las ventajas competitivas que sustentan nuestro liderazgo es fundamental. Estas últimas pueden ser nuestro conocimiento de los clientes, canales de distribución, cadena logística, escala, capacidad de innovación y desarrollo de nuevos productos o nuestras ubicaciones, entre otras.

Una agenda social empresarial robusta, construida a la medida de nuestras posibilidades y aprovechando nuestras capacidades y ventajas competitivas, tiene mayores posibilidades de ser exitosa y perdurar en el tiempo. Y ya sabemos que la consistencia en el tiempo es una de las claves para asegurar la credibilidad de la agenda social empresarial.

Las compañías que más han avanzado en sus agendas sociales ya trascendieron hace rato los límites y fronteras de su propio quehacer, y están colaborando decididamente con otras compañías y organizaciones, compartiendo información y coordinando recursos y esfuerzos en iniciativas que van más allá de sus propias redes de trabajadores, proveedores, y clientes. La colaboración con otras organizaciones permite acceder a mejor información, anticipar tendencias, compartir mejores prácticas, gestionar riesgos y, en definitiva, generar un mucho mayor impacto en la sociedad.

Lograr esto no es fácil. Una agenda social empresarial robusta requiere no solo el alineamiento de los líderes del negocio, sino también contar con una estructura, gobernanza y capacidades organizacionales que permitan integrar la agenda social a las decisiones estratégicas de la empresa, gestionando situaciones complejas y diversos stakeholders en forma proactiva, flexible y consistente en el tiempo.

Ya se acabaron los tiempos en que la agenda social podía limitarse a donar recursos a la comunidad para obtener la anhelada «licencia social». Hoy la sociedad está exigiendo un rol mucho más proactivo y relevante a las compañías para abordar los problemas sociales y generar impacto más allá de su quehacer. Cómo hacerlo de manera coherente con sus estrategias y cuidando la sustentabilidad de sus negocios es el gran desafío que se está planteando. Afortunadamente, nuestros líderes de empresas están escuchando y muchos de ellos se están movilizando.

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