Publicado por: Karina Pavez | miércoles 24 de junio de 2015 | Publicado a las: 12:19
Los adolescentes, cuando enfrentan el dilema de elegir entre 15 mil pesos en este momento o 30 mil en un mes, con frecuencia ceden al impulso de obtener la recompensa inmediata en lugar de esperar la mayor, muestra un estudio publicado por el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano.
A través del estudio de los mecanismos cerebrales subyacentes, investigadores de la Universidad de Stanford, del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y de la Universidad de California, han investigado por qué es tan difícil para los adolescentes resistir las tentaciones de corto plazo.
Los resultados fueron publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) de Estados Unidos.
Como descubrieron los investigadores, la impaciencia adolescente se asocia a un cambio en la estructura y funcionamiento del cerebro.
Los resultados del estudio muestran que es difícil que los adolescentes esperen por el pago mayor porque las conexiones estructurales entre dos áreas clave que se activan durante la toma de decisiones aún no son lo suficientemente fuertes como lo son en los adultos.
Estas dos áreas son la corteza prefrontal dorsolateral, que se activa con tareas como la planificación del futuro, y el cuerpo estriado, que es parte del sistema de evaluación de recompensas.
Debido a la fuerza menor de conexión, la influencia de la corteza prefrontal dorsolateral sobre la evaluación de recompensas es relativamente limitada en la adolescencia. Ésa es la razón de por qué opciones más grandes pero posteriores parecen menos atractivas y prevalece la impulsividad, agrega el estudio.
«No es que los adolescentes no planeen el futuro en absoluto. Pero cuando toman decisiones, se enfocan mucho más en el aquí y ahora», dijo Wouter van den Bos, autor principal del estudio e investigador del Centro de Racionalidad de Adaptación en el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano en Berlín.
Sin embargo, a mayor edad, las conexiones entre las dos áreas del cerebro se fortalecen y las metas futuras desempeñan un papel más importante en la toma de decisiones.
Como resultado, los adolescentes aprenden gradualmente a contener su impaciencia y a asumir un enfoque más prospectivo, agrega el estudio.