Alianza innovadora: internos de Angol cultivan cerezas y las exportan a China, demostrando que el trabajo es clave para la reinserción social.

La región de La Araucanía está dando un paso significativo en el ámbito de la reinserción social. El Centro de Educación y Trabajo (CET) de Angol, en una iniciativa pionera, ha logrado exportar cerezas de alta calidad a China, gracias al esfuerzo conjunto de 21 personas privadas de libertad.

La reinserción social a través de la exportación de cerezas se ha convertido en una realidad en Angol. Este proyecto no solo genera ingresos para el CET, sino que, lo más importante, brinda a los internos una oportunidad real de reinsertarse en la sociedad a través del trabajo. Al participar en la cosecha y producción de estas deliciosas frutas, los internos adquieren habilidades laborales valiosas y una nueva perspectiva de futuro.

La colaboración con la empresa Chisa ha sido fundamental para hacer posible esta exportación. Juntos, han logrado cultivar y seleccionar las mejores cerezas, garantizando un producto de alta calidad que cumple con los exigentes estándares del mercado chino. Se estima que este año se exportarán alrededor de 8 toneladas de cerezas, lo que representa un hito significativo para el CET y para la región.

El CET de Angol, conocido comercialmente como Cetfrut, cuenta con una amplia gama de actividades productivas, incluyendo fruticultura, panadería, viñedos y fabricación de mermeladas. Estas iniciativas no solo generan ingresos, sino que también ofrecen a los internos una formación integral que les permite desarrollar diversas habilidades y conocimientos.

La exportación de cerezas a China es un claro ejemplo de cómo la reinserción social a través del trabajo puede transformar vidas. Al brindar a los internos la oportunidad de participar en actividades productivas y generar ingresos, se les otorga una mayor sensación de propósito y dignidad, lo que es fundamental para su reinserción exitosa en la sociedad.

El proyecto de exportación de cerezas del CET de Angol es una historia inspiradora que demuestra que la reinserción social es posible a través del trabajo y la colaboración. Esta iniciativa no solo beneficia a los internos, sino que también posiciona a Chile como un productor de frutas de alta calidad en el mercado internacional.