Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 21 de agosto de 2022 | Publicado a las: 12:39
“El futuro de la sociedad es el presente. Un presente donde se visibilicen, desde la acción, y no sólo desde el discurso, sus derechos. Donde se reconozca y consideren sus voces, visiones, y experiencias vitales y cotidianas, en todos los escenarios sociales”.
Escribe: Rodrigo Neira Sepúlveda, Director Regional (i) de Fundación Integra Araucanía.
Agosto, Mes de las Infancias, constituye una invitación a reflexionar sobre la trascendencia de la niñez para la sociedad y para la vida.
Comúnmente se dice que los niños y niñas son el futuro de la sociedad; mas, en el presente, ¿cuánto tiempo y espacio destinamos a promover y construir una cultura de las infancias? Sin duda, se hace necesario cuestionar, al menos, la concepción que tenemos sobre lo que significa ser y habitar el mundo, como niños y niñas, permitiéndoles desde ya con esto ejercer su ciudadanía.
“El futuro de la sociedad” es el presente. Un presente donde se visibilicen, desde la acción, y no sólo desde el discurso, sus derechos. Donde se reconozca y consideren sus voces, visiones, y experiencias vitales y cotidianas, en todos los escenarios sociales. Un presente donde se promueva una mirada más plural e inclusiva que permita dar cuenta de las múltiples maneras de vivir la niñez.
En el mes de los niños y niñas, la invitación es a detenernos, no para comprar regalos y buscar panoramas excepcionales que, incluso en el actual contexto económico, generen un gasto adicional que muchas veces es difícil solventar. La invitación, por el contrario, es dedicar tiempo real y de calidad a quienes celebramos, trascendiendo de una mera celebración comercial; es comprender que la niñez debe ser respetada, apreciada y reconocida como práctica cotidiana de las y los adultos, relevando sus derechos, poniéndolos al centro de las decisiones y permitiendo a niños y niñas ser protagonistas de sus experiencias, ejerciendo activamente su ciudadanía.
Qué niños y niñas puedan ser reales protagonistas de sus derechos, y no meros espectadores: jugando, creando, aprendiendo y compartiendo; y qué los adultos, regalemos compañía significativa, proveamos valores, protección y garantías suficientes para potenciar, legítimamente, su desarrollo físico, cognitivo, social y espiritual.