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Opinión

Editorial: La propuesta del presidente de CMPC

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 6 de septiembre de 2020 | Publicado a las: 23:10

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“Yo les pregunto a ustedes: si ustedes vivieran en un territorio de 1.000 kilómetros cuadrados y si de un día para otro los reducen a 10 kilómetros cuadrados, ¿qué les pasa? Los empobrecen. No estoy haciendo un juicio de valor sobre eso, estoy describiendo el hecho objetivo”, dijo a La Tercera, el presidente de Empresas CMPC, Luis Felipe Gazitúa. Pero en nuestra región, nadie ha dicho nada al respecto, salvo uno.

“… ha leído, entre otros, libros de Pedro Cayuqueo y José Bengoa, y que, casi como anécdota, un análisis de su ADN concluyó que un 25% de sus genes son meso indoamericanos. Previene, al iniciar esta conversación: “Nosotros y yo como presidente de la Papelera, no tenemos ningún interés de pasar por eruditos ni expertos en el tema mapuche. Mucho menos en los capaces de pacificar La Araucanía. Este es un tema que tiene muchas aristas, es muy complejo, tiene mucho tiempo sin atenderse. Lo que sí es que tenemos una posición: estamos dispuestos a conversar con todo el mundo, a dialogar con todo el mundo, de cualquier tema, sin exclusión”.

Este es uno de los párrafos de la entrevista que realizó La Tercera hace pocos días, al presidente de Empresas CMPC, Luis Felipe Gazitúa, quien señaló –con una extraordinaria objetividad dada su calidad de dirigir una de las empresas forestales más grandes en La Araucanía y del país- que la violencia en La Araucanía es solo un síntoma de una enfermedad, dice. Y propone, entonces, combatir la enfermedad: los problemas políticos, sociales, económicos y de reconocimiento del pueblo mapuche.

El ingeniero comercial de 64 años –escribe el citado medio- es el mandamás de la mayor forestal presente en esa región escogió un tono franco y directo para abordar el histórico conflicto mapuche. “Chile ha hecho como que en La Araucanía no hay problema”. Sostuvo además que los mapuches sentían que el Estado chileno los había despojado y que desatender demandas legítimas abría espacio a los grupos violentos. “Yo les pregunto a ustedes: si ustedes vivieran en un territorio de 1.000 kilómetros cuadrados y si de un día para otro los reducen a 10 kilómetros cuadrados, ¿qué les pasa? Los empobrecen. No estoy haciendo un juicio de valor sobre eso, estoy describiendo el hecho objetivo”, planteó.

Con ello, el empresario abrió las puertas cada días más pesadas de mover, a señalar la vía que todo el mundo señala que constituye la única plataforma para terminar con la espiral violentista, pero nadie ha sido capaz de recoger el guante, salvo el senador Francisco Huenchumilla, quien en el mismo medio criticó al gobierno.

Este es un problema extremadamente complejo y nadie es capaz de resolverlo por sí solo. Aquí yo me quisiera remitir a lo que hemos aprendido en nuestro dialogo con las comunidades mapuches: aquí hay que sentarse a parlamentar, a dialogar, sin exclusión de temas, con todos los involucrados. Y ojalá que esos diálogos surjan desde las comunidades, desde el Wallmapu, desde La Araucanía.

Cuando desde todos los sectores políticos, empresariales y también diversas organizaciones sociales, comunitarias y culturales del Walmapu, han señalado que la paz de este territorio solo es posible cuando diversos sectores –de allá y de acá- logren romper el mutismo y distanciamiento entre el estado chileno y los pueblos originarios, especialmente mapuche, concertar encuentros que les permita establecer diálogos y plantearse cara a cara, pero con sincero compromiso para buscar una salida a la conflictividad, es que estamos en presencia de una voluntad.

“Si el principal grupo de la zona dice: “Yo quiero dialogar ¿Por qué no lo toma?. Yo creo que el gobierno está inmovilizado políticamente. A mí me parece que esto que ha hecho el señor Gazitúa, es una cosa muy positiva, y no logro entender por qué el gobierno no hace nada en esa dirección”, dijo el senador y ex intendente Francisco Huenchumilla, pero nadie, nadie más ha expresado en voz alta que esta es una gran oportunidad para iniciar un camino que ojalá termine con el calificativo que mantiene a nuestra región con el rótulo de ser “la zona roja” del país.

Llama la atención que ninguna autoridad de gobierno, como tampoco de la esfera del Congreso Nacional, menos las autoridades regionales o líderes de opinión locales, hayan expresado o reconocido que esta apertura del principal grupo empresarial presente en la región, debe ser recogida para iniciar una difícil pero única vía para alcanzar la paz.

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