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Opinión

Editorial: 2022

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 2 de enero de 2022 | Publicado a las: 11:12

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Somos resilientes a pesar de estos tiempos de incertidumbre. Que el cambio de año nos sirva de pretexto para imponernos una convivencia en que prime por, sobre todo el respeto, tolerancia y dignidad. En otras palabras, seremos libres de nuestros conflictos en la medida en que estemos preparados para tolerar a colectividades que luchan por sus tradiciones, prácticas o creencias.

Despedimos el 2021, un año lleno de sucesos inesperados, que en su inicio no podíamos ni imaginar, y recibimos el 2022, que viene con muchas incertidumbres. Tradicionalmente, los diferentes pueblos y culturas tienden a asociar esta transición de un año al siguiente con expectativas de mejora. Pero, esta vez, la realidad que hemos vivido parece obstinada en decirnos: “no se hagan muchas ilusiones”. Pues bien, reivindicamos la ilusión.

Es verdad que son tiempos difíciles. Pero estamos en fechas que normalmente aprovechamos para renovar nuestros propósitos de cambio de las viejas costumbres y de liberación de preocupaciones.

El año 2020 no tardó en traernos la pandemia del covid-19 y 2021 hemos sufrido sus trágicas consecuencias, no solo en lo material, sino nuestro especial énfasis está en los afectos, emociones y lamentables consecuencias de una enfermedad desconocida y que nos deja un lamentable saldo de pérdidas humanas.

No han sido buena la historia con nosotros. “Somos una región dividida, fragmentada política y socialmente, fruto de la historia y de la incapacidad de los grupos que han ejercido el poder para entender la naturaleza de este conflicto. Como senador de la República me duelen los muertos de uno y otro lado y presento mis condolencias, porque esto demuestra palmariamente que tenemos una enfermedad social que no ha logrado ser entendida por las elites dirigenciales”, eso señaló hace algunos meses el senador Francisco Huenchumilla, plasmando en pocas líneas la fragmentación social, cultural y económica que nos aqueja.

Nuestro llamado -para todos los sectores, izquierdas y derechas- que el 2022, sea un año de calma, serenidad y capacidad de diálogo para iniciar un período de acuerdos, con capacidad para es llamar a la calma y a la serenidad para resolver los nudos históricos que nos dividen y separan. Creer que la capacidad de las armas resolverá el conflicto es un argumento necio y conducente a respuestas violentas. En ese escenario sabemos quienes van a perder y a una nueva postergación para quienes reclaman justicia por las injusticias que han debido enfrentar a través de nuestra historia.

Pero no todo ha sido malo en este año que termina. Varios soplos de aire fresco parecen querer entrar en nuestra vida regional. La Convención Constitucional, pese a las voces altisonantes de grupos minoritarios pero poderosos, definirá en una propuesta que deberemos aceptar o rechazar, una nueva carta constitucional.

Hemos enfrentado elecciones de alcaldes, concejales, diputados y presidencial, en un marco de respeto, no exentos de inconvenientes y de decisiones que obstaculizaron a sectores a entregar su decisión, que finalmente y propio de una convivencia democrática, la mayoría que concurrió habló a través de una marca de su lápiz azul marca BIC.

Aun debemos superar decisiones públicas que, mientras intentaba satisfacer las demandas públicas, mantienen el manto protector hacia una tendencia que los conflictos sociales han demostrado que, tras ello, hay protección de intereses. Hay está la intervención de ríos, lagos y cursos de agua, que dejan sin agua a cerca de un 20% de su población regional.

La falta de viviendas, salud, educación, nos sigue señalando que la intervención del estado chileno sigue con un alto déficit; mientras tanto la administración pública y privada hacen uso de tecnologías digitales para ofrecer y realizar sus servicios, un alto porcentaje de nuestro territorio no tiene acceso a Internet; la vergüenza de las listas de espera en salud se incrementa en lugar de retroceder; la falta de seguridad y de justicia que tras legislaciones, se esconde del sentido común, en fin.

Somos resilientes a pesar de estos tiempos de incertidumbre. Que el cambio de año nos sirva de pretexto para imponernos una convivencia en que prime por, sobre todo el respeto, tolerancia y dignidad. En otras palabras, seremos libres de nuestros conflictos en la medida en que estemos preparados para tolerar a colectividades que luchan por sus tradiciones, prácticas o creencias.

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