Publicado por: Karina Pavez | martes 16 de junio de 2015 | Publicado a las: 17:19
Un nuevo estudio del campus del Instituto de Investigación Scripps (TSRI, por sus siglas en inglés) en Florida, Estados Unidos, integra la neurociencia y la investigación psicológica para revelar cómo el sueño es más complejo de lo que se cree. La nueva investigación, publicada en la edición digital de la revista Cell, muestra en modelos animales que dormir suprime la actividad de ciertas células nerviosas que promueven el olvido, asegurando que al menos algunos recuerdos durarán.
«Muchos científicos han tratado de averiguar cómo aprendemos y cómo nuestros recuerdos se vuelven estables –explica el autor principal del estudio, Ron Davis, presidente del Departamento de Neurociencias de TSRI–. Pero se ha prestado mucha menos atención al olvido, que es una función fundamental para el cerebro y potencialmente tiene profundas consecuencias para el desarrollo de terapias de la memoria. Nuestro estudio combina la neurociencia del olvido, es decir, los mecanismos cerebrales que llevan a olvidar, y la psicología de olvidar en una imagen integrada».
Los primeros estudios de la psicología sugieren que el sueño facilita la retención de la memoria al detener la interferencia causada por la actividad mental y de comportamiento. Es decir, el sueño aísla esencialmente el cerebro de todos los estímulos que pueden interferir con el almacenamiento de la memoria.
Por otra parte, la investigación en neurociencias sugiere que el sueño facilita la retención de los recuerdos mediante la mejora de la estabilidad de la memoria o lo que se llama consolidación.
El nuevo estudio en animales de experimentación revela los fundamentos biológicos de los estudios de psicología anteriores, señalando a la actividad del neurotransmisor dopamina. La actividad dopaminérgica es conocida por regular diversos tipos de «plasticidad», la capacidad del cerebro para cambiar en respuesta directa a la formación de aprendizaje y la memoria. Esta capacidad incluye olvidar también.
El trabajo muestra que el aumento del sueño, ya sea con un medicamento para fomentar el sueño o por estimulación genética del circuito neural del sueño, disminuye la actividad de señalización por la dopamina, mientras que al mismo tiempo mejora la retención de recuerdos.
Por el contrario, el aumento de la excitación estimula la señalización de la dopamina y acelera el olvido. Esta actividad de la señal no es constante, sino que está directamente relacionada con el nivel de excitación del animal.
«Nuestros resultados suman evidencia convincente para apoyar el modelo de que el sueño reduce la señal de olvido en el cerebro, manteniendo así los recuerdos intactos –destaca Davis–. A medida que progresa el sueño a niveles más profundos, las neuronas de dopamina se vuelven menos reactivas a los estímulos y esto conduce a recuerdos más estables».
Los autores subrayan que los efectos del sueño sobre la consolidación de la memoria y el olvido pueden funcionar en paralelo y de forma independiente el uno del otro o, de manera más intrigante, en serie de una forma dependiente, con la reducción del olvido como un requisito previo para la consolidación facilitada por el sueño.
«Todos sabemos que el sueño nos ayuda a recordar –apunta el investigador asociado Jacob A. Berry, primer autor del estudio y miembro del laboratorio de Davis–. Hemos puesto de manifiesto que una de las maneras en las que el sueño protege un nuevo recuerdo es calmando la actividad de las neuronas de dopamina que causan olvido. Puesto que los animales de laboratorio y humanos comparten la necesidad de sueño, así como muchos mecanismos genéticos y circuitos de aprendizaje y recuerdos subyacentes, nuestros hallazgos pueden arrojar luz sobre los mecanismos que subyacen a la interacción entre el sueño y la memoria en los seres humanos».