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Opinión

Editorial: Militarizar un conflicto cultural

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 30 de mayo de 2021 | Publicado a las: 11:10

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Desde la perspectiva jurídica, este lema de que ‘en la Araucanía no hay Estado de Derecho’, no refleja lo que está ocurriendo. Lo que hay en la Araucanía es una situación de conflictividad en algunas zonas, que los administradores del Estado no han sabido reconocer y enfrentar.

“Más que anunciar la búsqueda de acuerdos nacionales para resolver los problemas de La Araucanía y más que enviar a la zona al ministro del Interior más los jefes de las policías, una receta que está probada no funciona”.

“Cuando se llega a esto significa que ya se llegó a un diagnóstico que la solución es militar y sabemos que el problema en La Araucanía no es solamente político, sino que también social, económico, delictual, narco, etc, pero tiene un fuerte componente político donde parte de los temas están asociados”, explicó.

“Para mí, el problema de la Araucanía, es político, social, multifactorial… siempre digo ‘pónganse en el pellejo de una persona de origen mapuche y vean cómo ve él el problema’, porque mirado desde Santiago se ve distinto (…). El uso del poder militar del Estado es parte de las soluciones que puede utilizar un gobierno de derecha, izquierda o centro, pero asumir que la solución militar será lo que resolverá todos los problemas en La Araucanía es no entender lo que allá pasa. Ese es el error que ha ocurrido en Colombia, México, Estados Unidos e Irak”.

“No estamos hablando de Zimbawe, estamos hablando desde el kilómetro 520 al 800 de la carretera hacia el sur: territorios que fueron históricamente del pueblo mapuche donde coexisten inmigrantes, chilenos y personas de distintas naturalezas y nacionalidades”.

“Es complejo. Yo me pongo en la situación de gente que le han quemado sus casas, campos o maquinarias y es terrible. Ahí son todos víctimas: mapuches y agricultores que trabajan en la zona (…). Decir que es un problema delictual o policial es sobre simplificar el problema. El fiscal jefe de la Araucanía lo calificó como un problema que no es policial ni delictual, entonces uno para poder tener un diagnóstico correcto tiene que sentar al Ministerio Público, al Poder Judicial, al Ejecutivo pero también a las comunidades mapuche. Sentarlos a la antigua, como se hacía un parlamento con todos los mapuches”.

Estas son algunas de las numerosas intervenciones en columnas en el Mostrador y en Infogate, de  Richard Kouyoumdjian Inglis, es vicepresidente del Directorio AthenaLab y director de la Liga Marítima de Chile y ex oficial de la Armada de Chile, quien en una columna publicada a principios del presente año, hacía presente sus observaciones a las peticiones de militarizar La Araucanía.

Comprendemos la situación que viven muchos empresarios agrícolas –grandes, medianos y también pequeños- que a diario deben enfrentar amenazas de incendios, robos y destrucción de enseres y maquinarias. Sin duda, centenares de familias y trabajadores forestales y del transporte, viven con el ama en un hilo.

Se debe actuar con inteligencia y ánimo de sostener diálogo, con el espíritu abierto a confrontar ideas y conceptos, pero con la finalidad de llegar a una solución. En ningún caso, para buscar un encuentro que permita abrir un escenario para lucir recursos militares y disposición a utilizarlas.

Diferente es la lucha contra aquellos que amparados en materias que son de la esfera política, utilice el choque de dos o tres culturas, para que con medios ilícitos, como saqueos, robo de maderas, cosechas, conquisten terrenos o espacios para el narcotráfico, como han lo han demostrado algunas escaramuzas.

La disposición de una herramienta como el de un Estado de Excepción en nuestra región, no solo supone la militarización de la macrozona sur, sino también porque se emplea la ley para criminalizar a determinados sectores de la población. Ese es el sentido de aplicar la ley antiterrorista, u otros cuerpos legales como la ley antisaqueos o antibarricadas u otras por el estilo, desechando la más valiosa de todas, la política, única vía para calmar los espíritus y que a la vez permitirá aislar e identificar a quienes exacerban los ánimos a punta de desafíos con balas, para llevarlos al que desean llegar a toda costa: el enfrentamiento armado.

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