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Reflexiones cristianas: Seamos puros como Cristo

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 19 de abril de 2020 | Publicado a las: 11:11

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Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. (1 Juan 3: 3.)

Cristo elevará y refinará la mente del hombre, purificándola de toda escoria a fin de que pueda apreciar el amor incomparable.

Por medio del arrepentimiento, la fe y las buenas obras, él puede perfeccionar un carácter justo, y reclamar, por los méritos de Cristo, los privilegios de los hijos de Dios. Los principios de la verdad divina recibidos y atesorados en el corazón, nos elevarán a alturas de excelencia moral que no nos hubiera sido posible pensar que alcanzaríamos… «Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo así como él es puro».

La santidad de corazón y la pureza de vida eran los grandes temas de las enseñanzas de Cristo. En su Sermón del Monte, después de especificar lo que se debe hacer a fin de ser benditos, y lo que no se debe hacer, dice: «Sed, pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en los cielos es perfecto». La perfección, la santidad, nada menos que eso, les otorgará el éxito en la aplicación de los principios que les ha dado. Sin la santidad, el corazón humano es egoísta, pecaminoso y vicioso. La santidad hará que su poseedor sea fructífero y que abunda en buenas obras. Nunca se cansará del bien hacer, ni tratará de escalar posiciones en este mundo, sino que esperará ser elevado por la Majestad del cielo cuando exalte a sus santificados en su trono… La santidad de corazón producirá actos rectos.

Así como Dios es puro en su esfera, el hombre ha de ser puro en la suya. Y será puro si Cristo se forma en su interior, la esperanza de gloria; porque imitará la vida de Cristo y reflejará su carácter.

La dignidad principesca del carácter cristiano brillará como el sol y los rayos de luz del rostro de Cristo se reflejarán sobre aquellos que se han purificado a sí mismos como él es puro.

La pureza del corazón conducirá a la pureza de vida. 11. (E. G. White).

 

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