Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 18 de julio de 2021 | Publicado a las: 11:35
“El ritmo social sigue su propio camino, conforme a los intereses de los combatientes políticos, empresariales, sociales, gremiales, victimarios, víctimas y testigos, judicatura, indígenas progres, y esta vez las FF.AA. están en el palco, observando una vez más, como la imberbe sociedad marcha por batallones en bloque al desfiladero”.
Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminólogo.
La sociedad desde siempre ha tenido muchas formas de manifestarse, más allá de lo que se haya planificado inclusive.
Los fenómenos sociales pueden ser diseñados o espontáneos, pero siempre sus consecuencias han sido, son y serán insospechadas ya que hay reacciones, que no se pueden controlar, que no se pueden manipular y que salpican en todas direcciones, afectan a quienes menos lo creían.
De ahí la importancia de manipuladores, adoradores, operadores políticos, ingenieros sociales, vendedores de humo, meretrices de escritorio, encantadoras de serpientes y cuenteros.
Como sea, un fenómeno social de respeto, es la “Guerra”, sea interna o externa, que siendo muy diferentes, ambas pretenden la destrucción total de un adversario o de un enemigo. Así de simple y claro.
En este sentido, quienes han experimentado la guerra en cualquiera de sus formas, prefieren evitarla en el futuro, aunque unos pocos que se han beneficiado de ella, quieren que se repita el ejercicio.
La guerra no solo es “La continuación de la política por otros medios”, a decir de Carl Von Clausewitz. Sino también, un negocio muy lucrativo de todas formas para algunos, que a veces no son pocos.
La verdad, a estas alturas da lo mismo, total siempre pierde la mayoría que nunca sospecha nada y que se deja llevar como el torrente de un río, por una dirección preconcebida, y cuando se da cuenta, sea más tarde que temprano, pretende desviar el cauce natural y por lo tanto causa estragos.
La mejor muestra, el río denominado Chile, cuyas aguas cristalinas eran observadas por los turistas, pero la población seudo originaria, las observaba fangosas y turbias. Sin aplicación de matices y menos de zonas de remanso.
Así, llegamos al 18 de octubre de 2019, donde se desbordó el río, por una falla multicausal en el canal natural y sinuoso de los accidentes geográficos que ha canalizado la propia sociedad chilena, durante muchos decenios, hasta constituir poco más de dos siglos.
El Presidente de la nación, elegido democráticamente y criticados por todos, expresó una frase “Estamos en Guerra”, y nadie lo replicó, es más la burla fue generalizada, tanto, que hasta el propio Jefe de las fuerzas de la defensa en estado de excepción, indicó “Yo no estoy en guerra con nadie”, ello porque faltaba la formalidad de una guerra declarada y ratificada por el Congreso nacional, por lo tanto, oficialmente no había tal guerra.
La guerra silente, siempre ha existido, pero la ignorancia criolla no lo ha querido reconocer, porque no conviene, es más fácil deslegitimar lo que habla el presidente, cuya dialéctica esta desprestigiada hace rato.
En términos prácticos su excelencia tenía razón, pero sus cometarios son más dañinos que la pólvora de los cartuchos, como si se auto infiriera heridas permanentemente, aunque no le hacen mella su tozudez anti balística, lo protege.
El ritmo de la guerra interna social sigue su propio camino, conforme a los intereses de los combatientes políticos, empresariales, sociales, gremiales, victimarios, víctimas y testigos, judicatura, indígenas progres, y esta vez las FF.AA. están en el palco, observando una vez más, como la imberbe sociedad marcha por batallones en bloque al desfiladero.
En este ambiente, los aprovechadores que sobran, hacen de las suyas ante la omisión permanente del estado mayor presidencial. El escenario está dado para el éxito.
El mejor indicador se ejecutó hace pocos días, cuando un comando terrorista denominado “ORT Lafkenche-Letraru”, debidamente armado y conocedor de la zona de Coi Coi, ruta de la costa de La Araucanía, atacó mediante armas de fuego a personas que trabajan en una faena forestal, lesionando gravemente a un civil, y Carabineros de Chile, que tenía la función de proteger a estos trabajadores, repelió efectivamente a estos terroristas, falleciendo el weichafe (guerrero) Pablo Marchant, quien portaba un mítico fusil M16 A-1, marca Colt, en un procedimiento mundialmente claro.
Pero en Chile, esto no ocurre y rápidamente los culebreros de siempre lo catalogaron de “asesinato”, ofendiendo de inmediato la honra de un guerrero. Así de claro, guste o no, el ex Institutano mapuche por gracia y afinidad política, era un combatiente y murió con las botas puestas por su causa. Por favor, políticos, tengan un poco de respeto.
Las irregularidades no se dejaron esperar, obviaron a la ciencia Criminalística y a su disciplina la “Dactiloscopia”, para la identificación de personas y tuvieron que recurrir, al jefe de las fuerzas adversarias para el reconocimiento, es decir, se detuvo la guerra y el enemigo que estaba escurridizo, se presentó libre y espontáneamente en el campo de batalla, mediante cual salvoconducto, olvidándose del expreso llamado a la guerra contra el estado nación chilena, y entró como Pedro por su casa, paseándose y observando, para luego retirarse semi tranquilo, y aquí no ha pasado nada, toda vez que con anterioridad dijo que iba a cobrar la factura. Como se reirá El Comandante Llaitul.
Esto solo pasa en Chile, ya que la CAM no genera tal concesión cuando los muertos son del lado opuesto, sean policías o civiles. Este exceso de bondad es causal de menosprecio, como dice un amigo.
En Chile, se ha perdido el decoro, el honor, la dignidad que tanto profesan y cuyo significado no interesa a nadie.
Seguimos siendo el hazme reír del mundo, ya que después de tal acto humanitario, se sucedieron 92 atentados de todo tipo y bien gracias. El que dijo hace tiempo estamos en guerra, no ha hecho nada. ¿Será que no le afecta el estado de guerra interna?
No hago más preguntas, para no alterar el principio de objetividad, así que sigamos con los indicadores de verdad.
Como pocos conocemos esa zona, muchos critican por las comunicaciones y las cámaras go pro y si quien dispara primero, o segundo o tercero, pareciendo que no ponen interés ni atención cuando ven una película, ignorando la dinámica de los enfrentamientos y ataques por sorpresa a mansalva, tampoco consideran que el terrorista weichafe, no portaba su propia cámara para filmar su actuación. ¿O es muy tonto lo que digo?
Cierto canal de televisión abierta hizo varios programas, donde hablaron de todo, gráficamente lo que se les ocurrió, entrevistando a una constituyente, abogada y compañera de amores con un dirigente indígena y empresario exitoso de la madera y cuanto genere recursos, que en forma desfachatada hablaba y entregaba su discurso con cero capacidad de análisis objetivo, las preguntas de laboratorio, reforzaban la post verdad. Todos silentes, asentían.
La historia fue otra, como no murió un Carabinero o PDI, empleados públicos representantes del estado militarizado a decir por los ignorantes, ya que debieran decir el estado fallido, que cuando quiere funcionar bien, de inmediato lo atacan y no lo defiende ni siquiera el Consejo de Defensa del Estado. Qué ironía.
Lo que viene después ya es parte de la locura ininteligible, aunque parezca contradicción, pues nadie con medio dedo de frente lo puede entender.
En pleno estado de excepción, en un campo comprado por el propio estado, para ser trabajado por comunidades, se celebra un ritual masivo, lejos de la cosmovisión autóctona, procediéndose a un símil funeral de narcos a decir por la escenografía armamentística y prodigiosa acción de consumo irracional de municiones de armas de repetición, bombeo, semiautomáticas y automáticas de diferentes calibres, cuyos proyectiles como sendas balas locas, surcaron los cielos en búsqueda del blanco infinito.
Todo esto, no sin antes, haberse desarrollado una desafiante vigilia con formación de honor armado, que parece no está en los textos de historia sobre costumbres ancestrales. Bueno, en realidad esto es cuando conviene.
Ignoro qué dirán los fervientes antropólogos de esta actividad, seguro redactaran un paper para justificar tal acto.
Del estado nada, solo una querella por ley de control de armas, para taparle la cara al macho, sé que es poco académico este dicho, pero califica para estos efectos.
Mientras tanto, los convencionales constituyentes siguen dando la hora, la civilidad de La Araucanía y algunos usuarios de las vías, siguen asustados, los camioneros más molestos que nunca, y múltiples etcéteras.
En este medio de comunicación hemos adelantado y proyectados muchos escenarios, y pareciera que nadie lo considera, el herido encapuchado del ataque en el fundo Miraflores en Lautaro, es una muestra de ello, porque todos se olvidaron de lo que paso con Matías Catrileo, me refiero a la verdad con “V”, mayúscula.
Pues bien, hoy, reafirmamos, que lo que se viene es una escalada sin precedentes, seguirán los atentados y con caídos en varios bandos, la cancha no esta pareja, pero de a poco se ira arreglando. Piñera tenía razón, estamos en guerra y de toda clase, muy atípica pero que en nada debe impresionar para estos tiempos, total en La Araucanía defenderse es caro y asesinar es gratis.