Publicado por: Karina Pavez | jueves 25 de diciembre de 2014 | Publicado a las: 18:39
Lejos de las sanciones que han aplicado EE UU y la Unión Europea contra Rusia, los países latinoamericanos han abogado por el diálogo para solucionar las crisis de Ucrania y Crimea. Después de la considerable influencia que tuvo la Unión Soviética en América Latina en la Guerra Fría y la pérdida de peso ruso a partir de la caída del comunismo en los 90, la Rusia de Vladímir Putin ha estrechado lazos políticos y económicos con la región, sobre todo con algunos países. El gigante euroasiático le da una importancia significativa al grupo BRICS, que integra con Brasil, India, China y Sudáfrica, que en 2013 proyectó la creación aún no concretada de un banco de desarrollo. Pero además ha designado socios estratégicos a Argentina, Cuba, Ecuador y Venezuela. Incluso el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, ha llegado a plantear hace semanas que su país negociaba la instalación de bases militares en tierras cubanas, nicaragüenses y venezolanas.
Ni Rusia es por ahora un socio comercial de envergadura para Latinoamérica ni viceversa, pero el comercio entre ambos se ha casi triplicado entre 2000 y 2012, cuando alcanzó los 16.200 millones de dólares (11.722 millones de euros). Aún representa solo un cuarto del de España con la región y un 5% del de China en estas tierras. Cuba dejó de ser el socio comercial principal de los rusos en Latinoamérica, como hasta principios de los 90, y pasó a ser Brasil, con un volumen intercambiado de 6.514 millones de dólares (4.714 millones de euros) en 2011, según un artículo publicado por el investigador Yuri Paniev, del Instituto de Estudios Latinoamericanos ruso, en su revista Iberoamérica el año pasado. Paniev señala que el vínculo comercial con la región dejó de ser ideológico y ha pasado a ser pragmático. Sin embargo, el Gobierno de Putin ha sabido privilegiar las relaciones con los países menos liberales en lo económico, sin descuidar los vínculos con los más abiertos en lo comercial, y ha fomentado las misiones oficiales, con empresarios incluidos, a todos esos destinos.
Los intercambios entre Rusia y Latinoamérica no se basan en tratados de libre comercio, que de hecho no existen entre sí, sino en los 200 acuerdos de cooperación firmados en este siglo entre gobiernos en diversas áreas, como la energética, la militar, la espacial o la tecnológica. No solo ha firmado decenas de pactos con Venezuela, Cuba y Argentina sino también con Chile. Entre 2000 y 2012, los presidentes rusos han visitado seis veces la región, incluidos países como Cuba, Brasil, Chile, Perú, México, Venezuela y Argentina, y los ministros de Relaciones Exteriores han venido en más de diez ocasiones. A su vez, los líderes de Brasil, Venezuela, Cuba, Chile y Ecuador han visitado Rusia. Hugo Chávez, en sus 14 años de Gobierno (1999-2013), fue nueve veces.
Putin
El segundo socio comercial de Rusia en la región es Argentina, con un volumen de 1.873 millones de dólares (1.355 millones de euros), seguida por Venezuela, con 1.732 millones (1.253 millones), México, con 1.414 millones (1.023 millones), Ecuador, con 1.299 millones (939 millones), Perú, con 725 millones (524 millones), Chile, con 455 millones (329 millones), y Cuba, con 225 millones (162 millones). En cuanto a las inversiones rusas en Latinoamérica, tampoco son significativas en comparación con las de empresas de EE UU, europeas o, recientemente, las chinas.
“América Latina es una región en alza. Nuestra relación con América Latina es estratégica para el desarrollo y se puede ampliar mucho más”, opina el representante comercial de Rusia en Argentina, Sergey Derkach, en la imponente embajada de ladrillos en el barrio porteño de Belgrano. “Brasil es miembro de los BRICS y es un socio muy importante en lo económico y político. Hay cooperación en varias áreas. Desde hace años que tenemos a Venezuela en foco. En Venezuela hay inversiones petroleras rusas en grandes yacimientos. Ahora estamos volviendo a Cuba, después de un periodo en que no gozaba de la atención de Rusia. Tenemos buenas relaciones con Ecuador. Hoy el comercio bilateral con Argentina consiste en que este país exporta productos agrícolas o manufacturas agrícolas, como oleaginosas, carne y cereales, bastante farmacéuticos y maquinaria agrícola. De parte de Rusia vienen combustibles y abonos, y algo muy pequeño de maquinaria. Esto es lo que queremos cambiar. Queremos desarrollar el suministro de equipamiento para presas, centrales térmicas y atómicas de Argentina. Helicópteros y aviones son otras áreas importantes para cooperar. Tenemos el avión Superjet 1000, que compite con Embraer, y que estamos vendiendo a México. Queremos cambiar la relación comercial bilateral y adicionarle productos de alto valor añadido y tecnología de punta”, expone Derkach.
Rusia exporta a Latinoamérica fertilizantes, equipamiento médico, laminados de acero, metales, artículos de papel y cartón y granos e importa sobre todo productos agrícolas, como plátanos, soja, judías, caña de azúcar y carnes. Pero Rusia, como dice Derkach, quiere un comercio de productos industriales. El investigador Paniev cita la creación en Nicaragua de la red de comunicación móvil de cuarta generación con la presencia de la estatal rusa Rostecnologuii, pero también reconoce que algunos productos industriales de Brasil y México han superado en tecnología a los rusos. En el caso de la relación comercial brasileño-rusa, el gigante sudamericano compra principalmente fertilizantes y níquel y exporta, no sus bienes industriales como los aviones Embraer, sino que es su proveedor clave de carnes vacuna, porcina y avícola, además de venderle café, soja y azúcar. Al igual que en el caso de la relación argentino-rusa, allí también a Moscú le interesa intensificar el intercambio de bienes más complejos. “Argentina tiene un desarrollo avanzado en biotecnología y farmacéuticas, podemos cooperar con empresas argentinas”, comenta el diplomático Derkach. “Hay un esfuerzo del Gobierno ruso de aumentar la seguridad nacional en fármacos para reducir la dependencia de Europa Occidental. Queremos autoabastecernos de fármacos. Sería bueno que las farmacéuticas argentinas hagan alianzas con rusas para instalarse en Rusia”, propone el funcionario de este país.
“Para Rusia, América Latina y el Caribe es una región estratégica por la posibilidad de sus reservas de energéticos, muchas de ellas que aún se encuentran sin explorar”, según un informe que el intergubernamental Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) publicó el año pasado sobre las relaciones con Rusia, India, China y Sudáfrica. “Así, empresas con tecnología y experiencia en la exploración y extracción de estos recursos, como Gazprom, Rosneft, Lukoil y TNK-BP, ya operan en varios países de América Latina y el Caribe, como son Venezuela, Colombia, Brasil y más recientemente Bolivia, aunque también ha habido acercamientos e interés por desarrollar proyectos en México, Ecuador y Perú”, añade el SELA. Está claro que Venezuela es el principal destino de las inversiones petroleras rusas en Latinoamérica. “Hay algunas empresas rusas interesadas en Vaca Muerta, no puedo decir si cuáles”, comenta Derkach sobre el rico yacimiento de petróleo y gas no convencional de Argentina. Alguna vez se ha hablado del interés de Gazprom y Rosneft por Vaca Muerta. Pero al diplomático con experiencia en la industria petrolera no le convence el fracking (fractura hidráulica): “Considero que es mejor buscar petróleo convencional porque la tecnología de fractura es muy costosa y puede perjudicar al medio ambiente”.
“Las empresas rusas también han desarrollado proyectos importantes en el sector eléctrico y en la minería”, señala el SELA. “El consorcio ruso Siloviye Mashinyha ha brindado el suministro y montaje de estaciones hidroeléctricas en Brasil, Chile, Argentina y México. Energomashkorporatsia y Tecnoprom Exporthan participado en la construcción de hidroeléctricas en Colombia y Bolivia. UC Rusal, el mayor productor mundial de aluminio, ha firmado cartas de intención con Venezuela para instalar un complejo industrial de alúmina y aluminio”, agrega el organismo latinoamericano.
Cris
Empresas rusas como Rosatom quieren participar de las subastas de la construcción de centrales nucleares en Brasil y Argentina. Históricamente, varios países de la región se han abastecido de tecnología eléctrica rusa. México y Ecuador está equipándose en la actualidad con ella. En Argentina, una cuarta parte de la energía eléctrica es generada con turbinas hechas en Rusia. Por estos días, la presa de Punta Negra, en la provincia argentina de San Juan, está construyéndose con turbinas de la rusa Power Machines. La firma Inter Rao participa de la subasta de la hidroeléctrica Chihuidos II. Además, Rusia mira la minería argentina. “Hay una inversión en cobre en Mendoza de Aterra Capital. Una ley prohíbe el uso de ácido sulfúrico en Mendoza, pero este proyecto no lo usa. El cobre se procesará en San Juan. Ahora Mendoza está analizando el estudio de impacto ambiental del tren a San Juan”, explica Derkach.
Otro sector de intenso comercio es el de armas. Venezuela es el segundo comprador de mercancías militar-industriales de Rusia, después de India, según Paniev. El país caribeño ha comprado material ruso por 4.400 millones de dólares (3.184 millones de euros), entre aviones, ametralladoras, helicópteros, fusiles, complejos antiaéreos, morteros y vehículos blindados. Moscú le prestó dinero a Caracas para que hiciera la compra. Es la misma estrategia que ofrece Rusia en contratos de otros sectores.
“Estamos listos para financiar la construcción de presas y centrales atómicas, como Atucha III, en Argentina”, cuenta Derkach. “Así Argentina no necesitará usar divisas ahora para obras que necesita con urgencia”, se refiere a la escasez de reservas en moneda extranjera del país sudamericano que ha derivado en la devaluación del peso en enero pasado, y a la pérdida del autoabastecimiento energético desde 2011. “El financiamiento para el suministro de equipos es algo que siempre han hecho los países de Europa Occidental. Nosotros comenzamos hace dos o tres años”, explica el diplomático ruso. Su presidente agradeció justo este martes a su par argentina, Cristina Fernández de Kirchner, la posición de Buenos Aires ante las crisis de Ucrania y Crimea.