Publicado por: Claudio Nuñez | jueves 16 de junio de 2016 | Publicado a las: 17:45
Su edificación comenzó en 1945, pero debió esperar hasta 1951 para ser inaugurada.
Por: Carlos Inostroza Carrasco
Periodista Patrimonial
Cuando comenzamos a adentrarnos en la ruta internacional que va camino a Lonquimay, podemos contemplar la exuberante naturaleza que la rodea en todo su trayecto, donde las montañas y ríos forman parte esencial de un escenario único. Fue justamente estos parajes y la idea de conectar el antiguo ramal Púa – Lonquimay con la república Argentina, que nace la necesidad de construir una estación ferroviaria en el sector de Manzanar, obra que fue encargada al constructor civil italiano Emilio Casagrande Dietre y cuya edificación comenzó a gestarse en 1945, pero que tuvo que esperar hasta 1951 para ser inaugurada.
Lo que se destaca al observar su imponente infraestructura, es su arquitectura, un edificio de albañilería revestido completamente en piedra y elementos ornamentales en madera que le dan un estilo alpino y montañés. A un costado de la estación, se encuentra la vivienda del jefe de estación, edificación de dos pisos donde aparece el balcón como elemento jerarquizado perpendicular al desarrollo de la estación.
El arquitecto Cristián Rodriguez, profesional que trabajó en el rescate histórico del lugar, nos comenta que a lo largo del ramal Púa-Lonquimay, solo dos estaciones alcanzaron un nivel de magnitud poco vista, una de ellas es Manzanar, ya que es la única que presenta un alto grado de detalle. “Sus fachadas revestidas completamente en piedra, el grado de terminación de la madera en sus ventanas, aleros y balcón le otorgan un aire cordillerano poco visto en esta zona. Además su volumen rectangular, coronado en el extremo poniente con la vivienda del jefe de estación de dos pisos, resalta sobre la meseta donde se ubica y adquiere gran presencia los pilares de ambos corredores por lo macizo de sus proporciones. Esto es un buen ejemplo del grado de elaboración e importancia asignada a este ramal”.
Además agrega Rodriguez, que en su planta rectangular destaca el corredor sur que da la bienvenida y en la fachada norte, su corredor que sirve de unión entre la vía y el recinto, resguardando a las personas de las condiciones climáticas, principalmente la nieve. Ambos corredores están unidos por un pasillo que da lugar a la sala de espera y boletería.
Cabe precisar que esta estación es el reflejo que en sus inicios fue pensada para una futura proyección del poblado, la que nunca se concretó, pasando a ser solo un conjunto de viviendas y un retén. En la actualidad su edificación paso a formar parte del escenario turístico y muchas personas construyeron en los alrededores sus cabañas para acceder a la nieve, termas o saltos de agua.
Debido a su riqueza arquitectónica y al reconocimiento social, que la identifican como el eje en torno al cual surgió su poblado, es que el 28 de agosto del año 2008 es declarada Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico.