Publicado por: Claudio Nuñez | jueves 10 de noviembre de 2016 | Publicado a las: 20:03
Por Tadeo Luna
Las ferias son mercados que se celebran al aire libre y en donde se compra y se vende todo tipo todo tipo de artilugios. Tienen su origen por allá en la Edad Media, donde era posible apreciar espectáculos hasta con su muerto incluido. Hoy las ferias pueden ser plazas de diversión, ferias de animales, de frutas y pescados, ferias de automóviles y desde hace un tiempo ferias de libros de ocasión.
Entiéndase por “ocasión” aquellas joyitas literarias que ocasionalmente son dadas de baja por motivos de espacio o por la muerte de su dueño que dejó estantes repletos de textos “inútiles”. Dígame usted, ¿podrá existir el libro inútil? Pero así son consideradas algunas colecciones que van a dar a manos de libreros que los rescatan y luego les sacan buen precio. Y así, como aquellas familias que se deshacen y cada miembro corta por su lado, una colección que costó pasión y tiempo puede terminar repartida como cachureo y sin valor individual. Esto a veces me hace dudar, ¿a qué manos irá a dar mi colección completa de Georges Simenon, desde Pietr el letón hasta Maigret y el confidente? ¿Qué biblioteca se podrá interesar por la producción literaria regional desde principios del siglo pasado, o de la más completa colección de criollistas chilenos?
Esta pasión de lector y de librero es la que puedo apreciar en todas las ferias de libros, y más puntualmente en cada versión que desde hace diez años organiza la Universidad Mayor, la que cada vez se agranda y prestigia más al libro usado. Y como toda feria que se precie, aquí también se reconoce y se homenajea a un escritor. Este año le correspondió un tardío reconocimiento al dramaturgo, novelista, editor y librero “de viejo”, Luis Rivano, el conocido Paco Rivano que con su partida en septiembre pasado dejó de duelo al mundo del teatro.
Desde entonces la muerte enluta las tablas de todos los escenarios de Temuco y la región, en donde se presentaron obras como “Por sospecha”, “El rucio de los cuchillos” o “Te llamabas Rocicler”.
Conocí a Luis Rivano en su librería de viejo en el barrio San Diego, he hicimos algunos cambalaches de libros, tratando de no perder en el intento porque el hombre sí que sabía de joyas.
A bajo precio y casi como una atención me vendió por poca plata un libro antiguo, sin editor e impreso en 1965, “Esto no es el paraíso” relato de su experiencia cuando fue carabinero. De ahí su apodo Luis “Paco” Rivano. Diez años permaneció en la institución y lo echaron por negarse a suavizar el pelo a la novela que ninguna editorial le quiso publicar. Al final la publicó por su cuenta y se vendieron miles de copias. Fue como el fenómeno Baradit del momento, que también era invitado.
Son los momentos gratos de las ferias de libros…