Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 16 de mayo de 2020 | Publicado a las: 17:12
Quizás este virus llegó en el momento preciso para entender de una vez que no podemos seguir siendo dominados por la lógica del mercado y comencemos a ver a la sociedad como algo más que una masa de individuos que compiten entre sí por la riqueza y la posición social.
Por Giovanna Giusti
Desde el inicio de esta Pandemia, que nos ha obligado a dar un giro drástico en nuestras vidas, se han venido dando una serie de predicciones de cómo será el mundo luego que esta crisis sanitaria acabe.
Si bien, en un principio veíamos lejano este virus, presenciando como simples espectadores los estragos que estaba dejando a kilómetros de nuestra tranquilidad, no tardó en llegar y hacernos vivir en carne propia el miedo, el confinamiento y la incertidumbre económica.
Como chilenos nos vimos obligados, así como gran parte de la población mundial, a entrar en cuarentena o en aislamiento obligatorio, observando no solo como las cifras de muertes y contagios aumentan diariamente sino también como ha tenido un efecto catastrófico en la economía mundial. Solo en nuestro país de los 800 mil puestos de trabajo, 160 mil podrían verse afectados y estamos al borde de la peor recesión desde la vivida en los 80.
Ninguna nación tiene claro de cómo enfrentar esta crisis y mucho menos cuánto durará, ni como se saldrá de ella. Nada volverá a ser como antes probablemente, sobre todo para quienes tengan que asumir las pérdidas humanas.
Nuestro país ya venía enfrentando los embates de un estallido social que dejó al descubierto la enorme brecha de desigualdad existente, maquillada en cifras económicas y en mensajes y slogan propios del neoliberalismo.
Marzo se avizoraba como el mes de la reactivación del movimiento social, previo a un plebiscito que pondría fin al período de transición y ad portas de escribir nuestra propia carta de navegación, hecha por la gente, para la gente y en democracia. Un escenario tremendamente polarizado, en donde este virus trajo la salvación momentánea al gobierno quien pudo decretar Estado de Catástrofe y con ello la militarización y el toque de queda, disolviendo toda posibilidad de manifestación.
El enemigo silencioso que el Presidente Piñera venía mencionando reiteradamente en sus discursos y que desencadenaba la molestia de su sector y adeptos y afectaba la estabilidad de la economía de la élite, fue desplazado por un enemigo microscópico que no distingue clase social, pero si deja al descubierto que la desigualdad y las falencias en el sistema de salud no solo eran una bandera de lucha de ciudadanos desconformes con el gobierno de turno, sino una realidad que golpea, como siempre, a los más desprotegidos de nuestra sociedad.
Algunas predicciones de expertos señalan que cuando la pandemia termine y se retorne a la normalidad, debido al justificado miedo que imperará, muchas personas seguirán trabajando de forma remota desde sus casas. Si esto ocurre, la vida en las ciudades cambiará de forma abrupta. En un escenario como este las empresas tecnológicas tendrán un mayor dominio y crecimiento, pero otros sectores como el de los restaurantes y bares se verán severamente golpeados.
De todas las distintas perspectivas que he podido leer, divergentes y contradictorias entre sí, de cómo el coronavirus podría cambiar nuestras vidas, la mayoría coincide en que una vez esto termine no podemos seguir haciendo las cosas como se venían haciendo previo a la pandemia.
Si todo siguiera igual, sería para perder definitivamente la fe en la humanidad.
Tengo la esperanza que después de superar el covid 19 podamos comenzar a ver el mundo de manera diferente. Que la solidaridad, la empatía, la preocupación por el otro no solo salga a relucir en momentos de crisis y se conviertan en sentimientos permanentes. Que el individualismo, propio de este sistema competitivo, desaparezca y podamos seguir viendo nuestros problemas como colectivos.
Después de la pandemia será necesario un cambio de paradigma, otras crisis han llevado a grandes cambios políticos y esta debiera ser la antesala a una sociedad más justa.
Quizás este virus llegó en el momento preciso para entender de una vez que no podemos seguir siendo dominados por la lógica del mercado y comencemos a ver a la sociedad como algo más que una masa de individuos que compiten entre sí por la riqueza y la posición social.
El primer cambio debe venir desde nosotros mismos como personas, replanteando nuestros objetivos, nuestras prioridades. Solo de esta forma podremos exigir cambios fundamentales de como se ha venido actuando y nuestro sistema económico podría transformarse en uno más equitativo. Así como también las que otrora fueran tachadas como ideas progresistas asociadas a la izquierda, tales como el ingreso ético, la atención médica universal, debieran ser conceptos muy familiares y comunes y hasta aceptados por la mayor parte de la sociedad.
A pesar de las especulaciones, de las cifras, de las proyecciones, de las curvas y tantos otros términos que los expertos señalan, nadie tiene claridad de lo que viene y de cómo saldremos de esto, lo que sí al menos yo tengo claro y creo muchas y muchos lo compartirán conmigo, es que después de la Pandemia de ninguna manera podemos seguir actuando como lo veníamos haciendo, después de esta Pandemia sí o sí tenemos que ser mejores personas.