Publicado por: Claudio Nuñez | miércoles 24 de junio de 2020 | Publicado a las: 16:40
Samuel Fernández Illanes
Académico Facultad de Derecho, UCEN
Las políticas exteriores son conocidas y cuantificables al ponerse en práctica, y difieren de las relaciones internacionales, más difíciles de predecir en su proyección que en su análisis retrospectivo, aunque las integren. Ambas disciplinas se han visto alteradas, por la pandemia y sus consecuencias. Rigen las mismas prácticas y normas jurídicas internacionales, ante la nueva realidad. Procesos paulatinos, en que los Estados inciden según sus capacidades e intereses, convenciendo a otros, sin imposiciones. Depende de sus respectivas habilidades diplomáticas.
Sería peligroso introducir cambios profundos a la convivencia actual, a propósito de los nuevos desafíos. Sin embargo, habrá que enfrentarlos en su verdadera dimensión y alcances políticos, todavía inciertos. Sabemos que el mundo retrocederá, golpeando duramente a los menos adelantados. Las deudas han crecido, escaseando la confianza y los auxilios crediticios. La interrelación física de los países se ha visto interrumpida, afectando procesos integradores, vecinales y regionales, paralizando transportes, intercambios, turismo, y tantas actividades relacionadas. Lo mismo ocurre con algunos compromisos jurídicos, cuya vigencia se ha visto suspendida en su aplicación, o terminada, por imposibilidad de cumplimiento y otras causales.
Muchas constantes internacionales tendrán que ajustarse a todo ello, por fuerza mayor, o intentos de quienes buscan ganar posiciones. Entre las grandes potencias, resulta más evidente, pues crean confrontaciones o aprovechan las debilidades de algunos. Habrá que adaptar las políticas exteriores, priorizando objetivos consensuados, y no únicamente basados en objetivos propios, tal vez, impracticables ahora.