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Opinión: La necesaria transformación digital de la educación

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 16 de agosto de 2020 | Publicado a las: 21:58

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“El modelo educativo actual está anclado en el pasado, una clase hoy es idéntica, salvo por detalles, las de nuestros abuelos. Ahora la pizarra no es de tiza, es digital, pero se usa exactamente igual. La educación debe cambiar drásticamente”.

Escribe: Jairo Hott, director de Numik y Hermética y miembro del directorio de Araucanía Digital.

 Tras la explosión de la gran pandemia causada por el covid-19, el modelo educativo chileno crujió. A sus desigualdades intrínsecas vinculadas a su naturaleza centralista y desvinculada al contexto local, hubo que añadirle un extenso currículo, cuyos objetivos de aprendizaje en no pocos casos, no serán jamás aplicados en la vida de un ciudadano del siglo XXI. A todo lo anterior, debemos sumarle el desigual acceso a tecnologías digitales por parte de profesores y estudiantes. Una problemática de larga data, que nos ha acompañado desde el origen de la informática: la brecha digital y en la cual lamentablemente, nuestros profesores se encontraban del lado equivocado.

El camino para dar continuidad a los procesos de enseñanza, encuentra en las tecnologías digitales un refugio sin igual, una interfaz digital, inmune a los virus del mundo análogo, cuya apropiación por parte de las sociedades tiene carácter irreversible. Esto hará de la educación post pandémica un lugar donde los bytes jugarán un rol particularmente protagónico.

Pero la pregunta es: ¿Es posible implementar un modelo exitoso, equitativo e integrador? La experiencia comparada internacional devela que si es posible.

Al ya clásico modelo educativo finlandés, caracterizado por un riguroso trabajo en educación diferencial que logró reducir drásticamente los niveles de repitencia, un proceso de formación inicial docente integral, que incluye disciplinas integradores y transversales como sociología y psicología educacional y por sobre todo un currículo modular, que reemplaza el de cursos basados en años lectivos, hizo que la repitencia de curso desaparezca en su forma convencional.

Esta estructura eliminó la posibilidad de que un grupo de estudiantes de la misma edad, pase de una unidad de contenidos a otra y de un curso al siguiente. Los estudiantes en Finlandia construyen sus propios horarios de estudio y sus propias mallas de contenido, las que son personalizadas de acuerdo a los intereses y vocaciones de cada uno. Por tanto, los cursos seleccionados se pueden completar a un ritmo distinto dependiendo de las capacidades y las circunstancias de vida de los estudiantes. Muchos de ellos completan la escuela en el plazo establecido, aunque algunos avanzan más rápido y otros necesitan más tiempo.

Por su lado, el modelo canadiense, un nuevo referente educativo en los rankings internacionales, basa su éxito en tres pilares: la descentralización, la pertinencia y contextualización de los contenidos del currículo, así como también la definición clara de los roles de cada institución: pública, privada, académica y ciudadana.

Si bien ambos modelos- países pueden jactarse de tener modelos educativos exitosos, aunque diferentes (los cuales no podré desarrollar en este artículo), tienen un común denominador: situar las tecnologías digitales como soporte ineludible para cada proyecto.

En el plano local, la evidencia de que las tecnologías digitales son un elemento fundamental para mediatizar las estrategias de enseñanza se viven día a día. El conocimiento hoy en día se vive a través del streaming. Son los días dorados zoom, meet y los webinarios. El conocimiento se vive en cualquier momento y lugar. Plataformas de comunicación para padres y apoderados, aulas virtuales y plataformas de evaluación de aprendizaje, son herramientas de primerísima necesidad para comunicar, enseñar y monitorear el aprendizaje de los estudiantes en tiempo de acceso desigual a la educación. Incluso, aplicaciones audaces como Numik App, que permite corregir los resultados de las hojas de respuesta de los estudiantes a través de las cámaras de sus propios teléfonos celulares, aportan a democratizar la educación y minimizar las asimetrías de conocimiento.

El modelo educativo actual está anclado en el pasado, una clase hoy es idéntica, salvo por detalles, las de nuestros abuelos. Ahora la pizarra no es de tiza, es digital, pero se usa exactamente igual. La educación debe cambiar drásticamente. Es necesario introducir los teléfonos celulares en la sala de clases, eliminar los libros de texto y educar a niñas y niños en la búsqueda de información, permitiendo e incluso fomentando el error, de tal forma que las y los estudiantes aprendan a desarrollar su sentido crítico, a reconocer cuando una fuente es fiable o está sesgada. La educación post pandémica será híbrida.

La cantidad de estudiantes en sala deberá restringirse a la mitad o a un tercio de su capacidad y por tanto, aquellos estudiantes que no puedan participar presencialmente, deberán vivir una experiencia de aprendizaje tan significativa como la que viven sus compañeros que si pueden hacerlo: educación híbrida. Este es el principal desafío de los ministerios, sostenedores, escuelas y comunidades educativas. Pero también de las empresas que proveen tecnología.

Tanto el sector público, como privado, la universidad y la ciudadanía deben plantearse como propósito transformar el modelo educativo y en este mismo sentido, estoy convencido de la necesidad imperiosa de habilitar en cada territorio de nuestra Latinoamérica, una versión local de los que hoy Araucanía Digital, articulando en un solo propósito, actores del mundo público, privado, académico y de la sociedad civil.

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