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Opinión: Como el perro

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 30 de agosto de 2020 | Publicado a las: 12:09

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“Cuando un empleado público acostumbrado a cumplir con su deber y se desempeña adecuadamente, generalmente es tildado de bueno, pero basta que le pase un percance para que de inmediato lo cubra un manto de tiña y sea marginado sin un debido proceso, como tanto se enuncia en estos días”.

Escribe: Profesor Jorge A. Aguirre Hrepic, consultor en Inseguridad, criminalista-criminólogo.

Regularmente escuchamos la expresión “como el perro”, asociada a las más diversas y variadas formas de comunicación.

En este sentido, cuando una persona es maltratada bajo cualquier modalidad, se dice “lo trataron como a un perro”, cuando una persona se casa y no aporta bienes, indican “se casó con el equipaje del perro”, cuando un sujeto fallece en la calle y su cuerpo esta tendido en el piso, dicen “murió solo como un perro”; si a un detenido lo tienen esposado a una cama o a un poste, señalan “lo tienen amarrado como a un perro”, si la comida es deficiente o fría, refieren, “lo alimentan como a un perro”; si a una persona la asesinan con varias puñaladas, todos señalan, “lo mataron como a un perro”.

En este mismo sentido, si una mujer que es coqueta y cortejada o conquistada por varios hombres, la gente dice “es una perra”, con la agravante dialéctica, de muerta la perra, termina la leva.

Quién lo diría,  aun así, el perro, es sindicado como el mejor amigo del hombre, tanto es así, que como compañero fiel, independiente del tipo de maltrato, posee una lealtad incuestionable  demostrada con cariño, protección y compañía, a su amo de la especie humana.

En definitiva, incluso, cuando una persona ejecuta una vida descansada, relajada, parsimoniosa, sin mayores obligaciones ni responsabilidades, se le moteja, “este vive, una vida de perro”. Es decir, lo alimentan y le dan todo.

Marcando las distancias, no siempre ha sido así,  ya que hay, guste o no, perros y perros, donde si existe discriminación, más allá de la propia Constitución Política Perruna.

Para ello hay que tener claro que no a todas las personas les gustan los perros, no todos pueden tener perros, por diversas razones, pero si está permitido, que puedan ser adoptados por parejas del universo “LGBT” (Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales), es más, muchas veces son las debilidades, estas mascotas cuadrúpedas descendiente del “lobo”.

De igual forma,  personas solitarias se acompañan de regalones canes, no importándoles la raza, solo el acto emotivo de la compañía desinteresada.

También los perros poseen su propio registro civil, donde se inscriben sus nacimientos, cruzas (matrimonios), pudiendo ser polígamos sin reproche, dependiendo del interés de sus respectivos amos, y portan cedula de identidad traducidas en collares y chips, que tienen vigencia hasta su muerte. Existen otros que no están inscritos, pero todos se rigen por la ley cholito Nro. 21.020.

De ahí, surge la tenencia responsable, ósea una norma jurídica dispone el cuidado del regalón de la casa, pero sin embargo no le ordena al perro que debe respetar y llevarse bien con el otro regalón que es el gato, siendo estéril la normativa en quitar del bronce, la famosa frase, “llevarse como el perro y el gato”, tan copiada y practicada por el predecible  humano.

Generalmente sus crías (hijos) se van pronto de la casa, independizándose más rápido que los humanos, y  deben cumplir los roles que les ha deparado su destino perruno, que alcanza todos los ámbitos paralelos de la vida humana.

Como no recordar a Laika, la primera perra en orbitar la tierra; Lassie y Rin Tin Tin, actores televisivos galardonados, Rex el pastor alemán comisario de policía, Hachiko el perro akita más leal del mundo, Spike, el inteligente perro de una empresa gasífera, “Tank y Willie” los perros del general Patton, el aventurero Colmillo Blanco, en Alaska, en fin muchos ejemplares famosos hasta llegar a los quiltros (mestizos populares) denominados cariñosamente  “Cachupines”. 

También poseen sus fantasiosos representantes, como Scooby doo, Snoopy, Canito, Pluto, Huckleberry Hound, Hunt duck, Reina y Golfo, entre otros.

El icono de la saga literaria de Sir Arthur Conan Doyle, relativa a Sherlock Holmes, el famoso “Sabueso de los Baskerville”.

En pleno siglo XVII, Lope de Vega, plasmó literariamente la historia de un perro que no siendo vegetariano, tampoco permitía que otros pudieran acceder a la huerta de su amo, dando vida a la mítica expresión, “El perro del hortelano”, es decir que no come y no deja comer, tan usada a través de los tiempos, para referirse a múltiples actividades de la vida y del reproche  humano.

Los aristocráticos perros palaciegos de Buckingham, de la reina Isabel II, los disimiles perros republicanos y demócratas de las familias presidenciales que han habitado la Casa Blanca en Estados Unidos, los mastines de  los jeques árabes, los variados perros faraónicos de la antigüedad, en fin, una gama impresionante de perros en la historia. 

Hay perros de peso, grandes y robustos, de razas puras que se imponen por presencia, y sus ladridos ministeriales causan temor –bueno, se supone-,  eso es lo que se cree especialmente cuando se experimenta el poder, pero hoy por hoy cobra mayor vigencia y ante las jauría de perros salvajes que transitan por las calles detrás de todo, la frase “perro que ladra, no muerde”, bueno salvo que deje de ladrar y ataque.

Para paliar las más graves de las pandemias y desórdenes perrunos, existe la vacuna antirrábica, que es vital para enfrentar cualquier riesgo, y muy dolorosa es la antítesis de varias vacunas  para el humano mordido.

El alimento de perro es variado, tal como la carta de un restaurant, pero siempre hay que ajustarle las dietas y de vez en cuando, una cazuela con huesos que no sean de ave, es lo mejor, pero cuando el vacuno escasea cualquier hueso es bueno, e incluso puede ser guardado para los tiempos difíciles. Sí, los perros también pasan por instancias de hambre.

Las profesiones perrunas de lazarillo, detector de drogas, de explosivos, de armas, de cadáveres, rastreadores de seres vivos, perros terapéuticos, perros médicos (ayuda a enfermos con problemas de glicemia), perros de asistencia para personas con discapacidad, perros paracaidistas, perros enfermeros, de caza, de orden y seguridad, deportivos, de exhibición, etc.

También han sido utilizados en prácticas no tan santas como la zoofilia donde ha sido adiestrado para tan bajos fines.

Entre los perros ocurren muchas inconductas, la mayoría asociadas a la violencia doméstica, donde peleas y riñas sobran, dominancia por territorio expresadas generalmente por la demarcación en base a su propia orina, también dentro de su psicología perruna se impone el liderazgo de los “Alfa” de cada manada o grupo. Entre ellos existe el perricidio, que no tiene sanción penal pero no por eso quedan impunes, siempre viene un resultado adverso para el hechor. De ahí, cuando a una persona le va mal en algo, expresa “Estoy meado de perro”.

Cuando un empleado público acostumbrado a cumplir con su deber y se desempeña adecuadamente, generalmente es tildado de bueno, pero basta que le pase un percance para que de inmediato lo cubra un manto de tiña y sea marginado sin un debido proceso, como tanto se enuncia en estos días. Luego, es despojado de todo y la gente más benigna lo cataloga, señalando lo dejaron tirado solo, como a un perro tiñoso. Es aquí donde se conoce al verdadero amigo perruno.

En el ámbito privado, pudiendo ocurrir situaciones parecidas, pero  el perro generalmente tiene otras opciones de defensa, otros mecanismos y alimentación, por lo tanto no se siente tan solo. Casi siempre estarán sus amigos del instituto nacional de derechos perrunos.

Finalmente, conforme a lo que sucede a diario en el reino de Chile, donde la dirigencia gobernante y cogobernante con su actitud errática, permite que se enfrenten  los ciudadanos como perros. Algunos vecinos pelean como perros y donde no es lo mismo el presidente perro que el perro del presidente. De ahí, que permanezca vigente lo que dijo el propio hermano del presidente de la Pepública, el filodoxo popular, Miguel “Negro” Piñera, “estamos hasta el loly, perrito”.

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