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MIEDO Y CONSCIENCIA COLECTIVA

Publicado por: Karina Pavez | lunes 1 de junio de 2015 | Publicado a las: 23:32

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Los pulsos emanados desde el Volcán Calbuco han provocado una sensación general de vulnerabilidad en la población, producto de la incertidumbre implicada en un fenómeno de la naturaleza que no tiene ningún control por parte del ser humano.

El miedo es una de las emociones más primitivas y básicas que existen, y aún cuando es catalogada como negativa, tendría en su origen un objetivo funcional y adaptativo. El miedo aparece cuando se percibe una situación como peligrosa, ya sea que se encuentre presente en la actualidad, de manera real, o sea inminente o anticipada. Su función es activar un sistema de alerta, en que se advierte un posible daño, físico o psicológico, ante el cual se espera una reacción de búsqueda de protección. En este proceso se realizaría una evaluación subjetiva de amenaza, además de una rápida valoración de las estrategias de afrontamiento con que se cuentan para responder a ésta. Se trata de una emoción desagradable, que genera malestar, aprensión, inseguridad y sensación de pérdida de control, movilizando una enorme cantidad de energía que se focaliza casi absolutamente en el estímulo considerado aversivo.

Estas características distintivas del miedo, permitirían explicar por qué se han observado reacciones tan intensas en personas que han presenciado los pulsos del volcán Calbuco, incrementando la sensación general de alerta en un comienzo y luego decantando en una búsqueda de refugio en los hogares, implicando una disminución general de la actividad de las ciudades que se encuentran a su alrededor.

Lo mayores problemas psicológicos que pueden aflorar ante la continuidad de estos pulsos, se relacionan con el surgimiento de distintos grados de ansiedad, ligadas a la anticipación de un nuevo acontecimiento, y frente a cual se mantiene la sensación de alerta sin lograr aminorar la amenaza, a partir de las acciones realizadas para enfrentarla. Pueden comenzar a producirse alteraciones cognitivas o distorsiones en la interpretación de los fenómenos, tendiendo a estados de sobrerreacción o bien, de parálisis, bajo la creencia de falta de eficacia en las respuestas emprendidas.

Para evitar estos estados de ansiedad es importante primero partir de un estado de autocontrol, calma y observación realista de los aspectos que rodean la situación, de manera de enfocarse en amenazas reales y no imaginadas. La experiencia de los pulsos previos es una importante fuente de información para determinar estrategias de afrontamiento, como por ejemplo, la detección del curso del viento que permite constatar las zonas de mayor peligro a las que no debe exponerse.

Sin embargo, las acciones personales que permitan la evaluación real y autocontrol, deben estar sustentadas en la unión comunitaria, en donde debe desarrollarse una consciencia colectiva de solidaridad, generosidad, confianza, que aliente la calma y disminuya el pánico. Es posible que el volcán se mantenga durante un tiempo impredecible en actividad, período en el que debiera lograrse mantener el equilibrio y el funcionamiento cotidiano, sin mayores contratiempos.

Por Por Nicole Chaigneau V. (Psicóloga Clínica, Universidad San Sebastián)

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