Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 26 de octubre de 2019 | Publicado a las: 11:00
“En definitiva, cualquier acción que se tome, se cataloga como represión, y hay muchos que les da urticaria. Sin embargo, la represión es un rol de policía, antiguo, por cierto, para restaurar el orden. El punto de quiebre, es cuando se aplica, para mi gusto, antes de que se “desborde”.
Las explicaciones, solo agravan los hechos y las faltas.
La pérdida del orden, es decir el desorden, cuando es esporádico, y utilizado como una válvula de escape en la búsqueda de una solución que por la vía inteligente no fue posible, es valedera.
Cuando, el desorden público es constante y medio permanente para ventilar problemas, impotencias, injusticias”.
Jorge Aguirre, Criminólogo
El Tiempo pasa en forma inexorable, qué duda cabe, y siempre hay que asumir responsablemente las acciones individuales y colectivas, de lo que hacemos o no hacemos. Lo que nos pasaba desde niños, cuando postergábamos una prueba en el colegio o universidad, y más temprano que tarde, teníamos que rendirla. Es decir las acciones u omisiones se pagan y no hay plazo, que no se cumpla.
En este sentido, cuando el día 12 de abril de 2019, en este mismo medio periodístico, publiqué la nota: “La dinámica del desorden público, ¿Camino a la desobediencia civil?”.
Texto, en que los últimos párrafos afirmaba: “Una lástima observar daños a todo tipo de propiedad, incluso obras artísticas, en fin, de todo. La mayor parte de las acciones están filmadas e identificadas las personas autores de los múltiples actos desastrosos. La idea es demostrar fuerza a través del desorden, total hay muchos asistentes a la “matiné del hueveo”, representantes de la incultura, de la anomia, de la estupidez humana, paladines del desorden, total es más fácil que dialogar inteligentemente.
En definitiva, cualquier acción que se tome, se cataloga como represión, y hay muchos que les da urticaria. Sin embargo, la represión es un rol de policía, antiguo, por cierto, para restaurar el orden. El punto de quiebre, es cuando se aplica, para mi gusto, antes de que se “desborde”.
Las explicaciones, solo agravan los hechos y las faltas.
La pérdida del orden, es decir el desorden, cuando es esporádico, y utilizado como una válvula de escape en la búsqueda de una solución que por la vía inteligente no fue posible, es valedera.
Cuando, el desorden público es constante y medio permanente para ventilar problemas, impotencias, injusticias, en fin lo que sea, estamos a un paso de la “Desobediencia Civil”, y esa protesta, es sin retorno”.
Debo reconocer hidalgamente, que después de 6 meses sentí un balde de agua fría sobre mi cabeza, apenas comenzaron los incidentes estudiantiles por “la causa justa” de disconformidad por el alza de $ 30 pesos por el uso del Metro en Santiago, la capital del reino de Chile.
Rápidamente, cruce mis dedos índice y medio, de ambas manos, y pensé en cuanto quería estar equivocado en mi pretérito análisis, pero mi cerebro de Criminólogo y mi instinto de policía, me mostraban otro escenario muy distinto.
Por ello, el jueves 17 del actual, llamé por teléfono a un amigo en el centralizado poder de Santiago, señalándole mis aprehensiones sobre lo que podía pasar con respecto a la escalada de este movimiento denominado “Evasión”, donde se invitaba a no pagar por un servicio de transporte.
El día viernes 18, en horas de la tarde, donde todo llevaba a presagiar que la situación se pondría álgida, advertí que se debía dar más atribuciones a los piquetes o secciones de Fuerzas Especiales y Comisarias Operativas de Carabineros, ya que el control del orden público, se visualizaba débil. Por lo mismo, se apreciaba a través de los indicadores de violencia, que aumentaría la presión, volvería a mal utilizarse el término “sobrepasaron a Carabineros” y algunos pedirían “militares a la calle”, pensando que esa era la solución, así de simple y así de equivocados.
El antiguo dicho, después de la guerra todos son generales, en este caso no cobra vigencia, ya que con mi experiencia de ocho años como comisario en una Comisaria de Carabineros de gran territorio en La Araucanía, poseía un post grado empírico en orden público, que me permitía “olfatear” lo que venía y máxime que también en un estado de excepción constitucional (emergencia), por lo incendios forestales, en el sector de Ercilla, el 4 de febrero de 2017, una caravana militar fue atacada con armas de fuego, y estos, no respondieron el ataque de la misma forma. La razón es muy simple: no importa la legítima defensa o la consigna militar, el costo es muy alto y no hay defensa que valga la pena. Mal síntoma para estos efectos.
Así las cosas, la balanza se inclinó conforme a la ley de Murphy (Edward Murphy), y se cumplió el primer enunciado que reza “Si hay dos o más maneras de hacer algo y una de ellas puede resultar en una catástrofe, alguien se decidirá por esta”. Es decir, si algo tiene que salir mal, saldrá mal, y así ocurrió: dubitativo control del orden público; cero inteligencia policial y política; pasividad en la toma de decisiones; falta de empleo de los medios no letales y disuasivos idóneos para el control del orden; descoordinación en las operaciones, comunicaciones, prevención y represión del delito; uso de medios aéreos tripulados y no tripulados; carencia de mando único operativo y un gran etcétera, complotaron en la desalineación de los astros, para que la autoridad máxima del país, decretara estado de emergencia, dejando a un general de división del ejército a cargo del orden público quebrantado.