Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 9 de enero de 2022 | Publicado a las: 11:23
“Ya podemos hablar de la cultura del ego. Sí, ni más ni menos. ¿Ejemplos? Muchos, pero muchos. Personalismos, yoísmos, egocentrismos sino narcisismos. La sociedad ha experimentado cambios, y de lo que trato en esta columna, la sociedad, la comunidad, cada vez más es menos comunidad, solo lo es de chapa, de nombre.
Escribe: Raúl Caamaño Matamala, Profesor, Universidad Católica de Temuco.
El cultivo del ego en sí no es malo, solo que, si de ese cultivo se hace una práctica intensiva, 24/7, sin perdonar un solo día del año, se cae en una costumbre o hábito que daña, que afecta al prójimo, de un modo indirecto que sino directo.
¿Cómo es eso posible? No se visibiliza al tú, pues todos los límites se restringen al yo, el yo se encapsula, se ensimisma. El concentrarse, o reconcentrarse en sí mismo es una práctica in crescendo desde el último cuarto del siglo veinte y lo ya recorrido de este, el veintiuno. Este acentuamiento del yo, este individualismo exacerbado, nos ha pasado la cuenta y es uno de los factores no muy dimensionado o detectado en los análisis de la crisis actual no solo de nuestro país.
Ya podemos hablar de la cultura del ego. Sí, ni más ni menos. ¿Ejemplos? Muchos, pero muchos. Personalismos, yoísmos, egocentrismos sino narcisismos. La sociedad ha experimentado cambios, y de lo que trato en esta columna, la sociedad, la comunidad, cada vez más es menos comunidad, solo lo es de chapa, de nombre. La sociedad cada vez más se ha convertido en un colectivo de individualidades, que ni siquiera de individuos, menos de seres humanos. Muchas veces les he dicho a mis circunstanciales estudiantes, cuán difícil es ser un humano. Seres humanos muchos, los podemos contar, pero de todos ellos, de cada uno de ellos, ser un humano, pocos.
De la cultura del ego a la cultura del egoísmo, hay solo unos pocos pasos. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Detenernos, parar un poco.
En general, nos vienen bien estos días y semanas de inicio de un año, luego de un año calendario complejo, agitado.
La pregunta sigue latiendo, ¿qué hacer? Escapar de la individualidad, poco a poco, salir del yo necesario, para transitar al conocimiento del tú, del otro, del prójimo, como quieran llamarlo. Y pasar de ese conocimiento, a un reconocimiento, es buen signo.
¿Qué efecto tendría esto? La construcción de la nostridad, hacer del yo y del tú, un nosotros, real, no ficticio, no ocasional, sino cada vez más real. Empatizar, hacer funcionar las neuronas espejo. Dejar de ser un solo, un solitario, y pasar a ser un solidario.