Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 2 de noviembre de 2019 | Publicado a las: 10:14
Se ha dicho que la política es una ciencia y, más aún, que es un arte. Desde muy antiguo se hace política. El ser humano – dijeron los ilustres griegos – es un “animal político”. Razón tuvieron con esa esencial definición, por tanto, se debe cuestionar a quien diga que no lo es.
Cada día se hace política. No es necesario ni indispensable o condición ser integrante o militante de un partido, grupo o movimiento para ejercer el oficio ciudadano. Hasta cuando se compra el pan de cada día se hace política.
También se dice de ella que es la madre de todas las ciencias, solvente afirmación.
Muy diversos pensadores han contribuido a precisar el mencionado concepto.
La política ha sido denostada, maltratada como actividad, también desprestigiada. Pero la política no tiene culpa de esos injustos cargos. Siempre seguirá siendo la noble ciencia u oficio universal. Sin ella es imposible la vida en la sociedad humana. Suelen existir los políticos, algunos, los menos, hacen política entendida como ciencia, o como operación contribuyente a crear mejores condiciones de vida de los ciudadanos. Quienes sí tienen culpas son aquellos personajes que por sus funestos cometidos públicos en nombre de la política la dañan cada día, son los politiqueros, los arrimados a ella con intenciones reñidas con toda ética pública. En períodos preelectorales suelen aparecer dichos funestos personajes: oportunistas, mediocres, incultos, corruptos.
En estos días recientes del mes de octubre, Chile se ha visto estremecido por la incursión pública de millones de ciudadanos que demandan justicia ante la precariedad en las condiciones de vida. Bajos salarios, miserables pensiones, precarias condiciones laborales. Súmanse las alzas del transporte, de la luz, del agua y de otros servicios esenciales. De otra parte, están los obscenos privilegios de las castas gobernantes y empresariales que se han mantenido por siglos. El actual gobierno no da respuesta a las demandas. Calmantes no sirven, y en las promesas los ciudadanos no creen. El modelo neoliberal ha fracasado. La ‘clase política´ – irritante expresión – ha caído en el más absoluto desprestigio. Los escasos políticos bien inspirados están desafiados. El Estado de emergencia, ni militares en las calles resuelven nada.
El escritor y pedagogo Luis Reissig por los años de 1940, dice bien cuando se pregunta “¿Qué es tener una política? Saber adónde se va, cómo se va y a qué se va”. Y agrega… “no basta tener una política para tener un ideal político. Un ideal político es indivisible de una moral política. Política tienen todos. Moral política, no”.
Para más reforzar el concepto y la práctica política como sociedad humana de estos tiempos, en particular en nuestro país, existen muchos ejemplos, históricamente algunos muy notables y otros…, francamente lamentables. La política no es el arte de la zancadilla, y menos ha de ser la práctica del embuste. Esas nefastas conductas deben ser desterradas. Los medios de prensa, los periodistas han de ser creíbles, decir la verdad, y no responder a los monopolios de la información.
Otro ilustre pensador nos habló del “Analfabeto político”, fue el filósofo y dramaturgo alemán Bertolt Brecht (1898 – 1956). Dice : “El peor analfabeto es el analfabeto político. No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos o las medicinas, dependen de decisiones políticas. De su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político trapacero, granuja, corrupto y servil de las empresas nacionales e internacionales”.
Carta enviada por Carlos Poblete Ávila a la sección Cartas al Director, del Diario U. de Chile.