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Editorial: Educación y política

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 29 de agosto de 2021 | Publicado a las: 12:27

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En el horizonte aparece la tarea que se ha autoimpuesto la voluntariosa profesora de filosofía y de y otros ramos humanistas desde la educación básica. Allí sería la estación que nos permita formar estudiantes con una formación valórica, ética capaz de distinguir entre quienes se pasean por el abanico político buscando la ocasión para llegar al poder recurriendo a la mentira y al engaño y de aquellos que están dispuestos a luchar para llegar a cargos de representación popular sin que les tiemble la mano al momento de señalar a sus elegidos por sus valores y comportamiento ético que conoció desde la escuela.

Queremos destacar que el programa de Filosofía con Niños más desarrollado en Chile desde la década de 1990 es el de Matthew Lipman (Eyzaguirre 2018, p. 8), que enfatiza que además del progreso cognitivo, el cultivo de la filosofía por parte de los niños los dispone hacia una valoración de la diversidad y un respeto a todo sujeto. Los niños que hacen filosofía reconocen en sus compañeros de aula a personas válidas –aunque piensen distinto– y buscarán acuerdos a partir de los mejores argumentos que surjan en su “comunidad de indagación”. La filosofía en los niños los dispone hacia una vida democrática y la resolución de conflictos por la vía de acuerdos con fundamentación racional.

En su artículo publicado en https://revistafilosofia.uchile.cl/  , la profesora y doctora en filosofía, Sylvia Eyzaguirre plantea que la filosofía “permite abordar cuestiones fundamentales para el desarrollo humano y la formación ciudadana, la pregunta por la realidad, la verdad y el conocimiento (epistemología), por el bien y justicia (ética) y por nuestra propia existencia (antropología filosófica y ontología)” (…) En un mundo en constante transformación donde la ciencia y la tecnología generan posibilidades impensadas hace pocos años, se hace necesaria la filosofía, fomentando la curiosidad que nos lleva a realizar las preguntas esenciales. ¿Quién soy yo?, ¿para qué estoy en el mundo?

La educadora participó en una ponencia donde reforzaba la presencia de la filosofía en la educación básica de la escuela chilena.

La profesora Eyzaguirre se preguntaba ¿qué papel le cabe a la filosofía en la formación de ciudadanos? Nos responde a partir del rol político de la escuela como formadora de sujetos críticos y autónomos. En cuanto la vivencia de la democracia se basa en sujetos que se puedan gobernar desde la autonomía, que es fruto del cultivo del pensamiento crítico. Nos parece de la mayor trascendencia la importancia que la profesora Eyzaguirre le atribuye a la reflexión ética que propicia la filosofía. Un sujeto que se piensa como sujeto moral y se convierte en sujeto responsable (“respondiendo” por la razón de sus acciones) está mejor preparado para aportar en la vida democrática.

Estas reflexiones –como tantas otras- fueron expresadas cuando en el año 2001 el Ministerio de Educación planteó sacar Filosofía como ramo obligatorio y solo incorporarlo como electivo, materia que se concretó el 1016.

Todos estos apuntes, es solo para expresar que los escandalosos sucesos políticos de los últimos anos tiene como corolario tres hechos registrados esta semana. Uno, cuando el Servel impugnó al candidato presidencial de la Lista del Pueblo, Diego Ancalao,  por encontrar en su documentación más de 23 mil fichas de respaldo falsificadas y realizadas en una Notaría de Santiago que había sido cerrada el 2018 y que su notario había fallecido en febrero último.

Escandaloso, tristísimo de quienes precisamente, sustentan sus postulados criticando los viejos vicios de la política tradicional.

A lo anterior, se une otro escándalo cuando candidatos constituyentes de ese mismo partido “cobraban” altas sumas de dinero por participar en ese proceso eleccionario. También recordemos otro escándalo mayor de nuestra política, cuando al cierre de inscripción de candidatos a las próximas elecciones parlamentarias, apareció el nombre de Pedro Velásquez.

Este último había sido alcalde de Coquimbo y el 2007 fue condenado por los tribunales de Justicia por fraude al Fisco e inhabilitado de por vida para ser alcalde. Pero el Pacto Chile Podemos + lo inscribió como candidato a senador.

El futuro de nuestras nuevas generaciones es ser protagonistas de los cambios, con pensamiento crítico, reflexión, análisis y activos en la búsqueda de su propia verdad y no unos espectadores de la sociedad que presenta una historia oficial, donde se ha institucionalizado la cultura de la mentira y el engaño.

En 2012, junto a Fernando Rosenblatt, el cientista político Juan Pablo Luna publicó una investigación que indagaba sobre el funcionamiento de los partidos, usando como base más de 50 entrevistas a líderes, militantes de peso y potenciales futuros líderes de todo el espectro político. En ese momento, el escándalo del financiamiento ilegal no había estallado, pero premonitoriamente la investigación se tituló: ¿Notas para una autopsia? Los partidos políticos en el Chile actual.

Los antecedentes recogidos llevaron a los autores a concluir que era inminente una crisis del sistema de partidos debido a al alto nivel de desarraigo social y al fuerte descontento frente al liderazgo político.

Sin  duda, para los estudiosos de la política chilena, sus actores llevan un camino conjunto hacia un corredor cuya estrecha salida deja en evidencia que son muy pocos los que puedan dar prueba de transparencia y un comportamiento ético que logre ser reconocido por la opinión pública. Para las nuevas generaciones hay que terminar con aquellos que se reparten el poder político y económico desde la llegada de la democracia bajo una misma premisa: derrotar a la vieja cultura política con las mismas armas, buenas y malas prácticas. Muchos ciudadanos no se han dado cuenta de ello al momento de decidir con el voto.

¿Cómo terminar con ello? Difícil respuesta, porque en el horizonte aparece la tarea que se ha autoimpuesto la voluntariosa profesora de filosofía Sylvia Eyzaguirre: filosofía, historia y otros ramos humanistas desde la educación básica. Allí sería la estación que nos permita formar estudiantes con una formación valórica, ética capaz de distinguir entre quienes se pasean por el abanico político buscando la ocasión para llegar al poder recurriendo a la mentira y al engaño y de aquellos que están dispuestos a luchar para llegar a cargos de representación popular sin que les tiemble la mano al momento de señalar a sus elegidos por sus valores y comportamiento ético que conoció desde la escuela.

Parece que el propósito de quienes administran el poder político y económico es mantener tener un currículum lo suficientemente flexible como para que los estudiantes no sepan mucho, no piensen, no cuestionen. Una medida típica en su forma y en su fondo de un gobierno neoliberal conservador que no le interesa mejorar la educación de los sectores dependientes del sistema educacional público. Un país que no tiene memoria, carece de identidad, y un país sin identidad, no tiene historia.


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