Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 15 de mayo de 2022 | Publicado a las: 10:48
Hoy, la pandemia nos trajo consigo una serie de cambios sociales que impactaron en todo el mundo. Uno de los rubros más afectados fue la educación con problemas que se arrastran hasta el día de hoy. Día a día y en todo el país, vemos situaciones de violencia juvenil tanto dentro como fuera de los establecimientos educacionales.
Dan Olweus Ake, psicólogo sueco que desde 1970 se ha especializado en la investigación de violencia escolar, es conocido a nivel mundial por sus programas de prevención de abuso escolar, en 1983 definió en 1983 definió este tipo de violencia como “conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro, al que escoge como víctima de repetidos ataques”.
Hoy, la pandemia nos trajo consigo una serie de cambios sociales que impactaron en todo el mundo. Uno de los rubros más afectados fue la educación con problemas que se arrastran hasta el día de hoy. Día a día y en todo el país, vemos situaciones de violencia juvenil tanto dentro como fuera de los establecimientos educacionales.
A pesar que esta violencia siempre ha existido, el mundo emocional se relegó, y esto se ve reflejado en que los docentes están muy presionados por los resultados. Frente a esto, vino la pandemia donde el mundo emocional quedó al velo.
El bullyng o acoso escolar, se suma y se incorpora a la compleja red de conflictos sociales que enfrenta no solo nuestro país, sino en el mundo en general, que obliga a
Arnaldo Canales, director ejecutivo de la Fundación Liderazgo Chile, señala que con el retorno a clases presenciales “se acentuó los grados de violencia y no es extraño escuchar que los orientadores reconozcan que los directores no los escuchan. Quizás esta problemática se arrastra porque los profesores no han hecho catarsis, ni tampoco un trabajo de autorreflexión sobre lo que les toca enfrentar a diario”.
La predisposición a la violencia es muy grande y ningún docente tiene la capacidad de hablar sobre cómo regular la carga emocional eficientemente. Así el problema no radica en la emoción, sino en la conducta de los niños frente a la violencia.
“Es por ello que hoy resulta impostergable para nuestro país, la implementación de políticas públicas destinadas a asegurar una adecuada salud mental a todos sus ciudadanos, siendo este el punto en donde nuevamente resulta imprescindible reflexionar sobre la importancia de la educación emocional, entendiendo primeramente que ésta no es propiedad ni labor exclusiva de psicólogos, psicopedagogos y/u orientadores; todos los profesionales de la educación tienen una labor relevante en el desarrollo de los vínculos afectivos y emocionales de los niños y niñas, pero sobretodo este es un trabajo que tienen que hacer con los padres y con sus estilos de crianza#, reflexionó.
El Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) hace dos años creó su plataforma “Hablemos de Todo”, un sitio donde las y los jóvenes pueden obtener información libre de estigmatización sobre temáticas asociadas a la salud física y mental.
A las temáticas habituales del programa (ansiedad, depresión, suicidio, consumo de sustancias, enfermedades de transmisión sexual, embarazo adolescente, bullying, ciberacoso y violencia de género o en la pareja), este año se suman: trastornos en la conducta alimentaria, obesidad / sobrepeso, violencia institucional y sedentarismo e inactividad física. No es poco.
Es posible, que, si en la región entendemos el impacto del acoso escolar en la formación de jóvenes violentos, dispuestos a derrumbar todo con el fin de crear uno propio, podría estar el camino para construir la paz; no tenemos otra opción. Es cierto que por momentos dan ganas de responder con balas cuando nos disparan, pero eso no significa que la violencia terminará. Es el comienzo de una nueva escalada.