A los Demócratas Cristianos de La Araucanía

Los últimos acontecimientos políticos ocurridos al interior  de nuestra Democracia Cristiana, así como, los jurídico – administrativos (Dictamen Tribunal Supremo de la DC), que nos han dejado hasta ahora sin dirección política regional en Araucanía Sur, demandan que los militantes de este partido expresemos con fuerza, nuestra opinión; pensando en el futuro y cómo nos ponemos a la altura de la demanda de esos tiempos.

En gran medida, el futuro de la Democracia Cristiana dependerá de nosotros mismos. Este desafío nos demanda tener una mirada clara y una sabiduría a la altura de los nuevos tiempos. Saber entender y comprender la realidad que vive nuestra región, el país y el mundo.

La actual y dura realidad.

La falta de transparencia en la acción pública, la crisis de liderazgo, la carencia de sintonía con la gente, la crisis de las instituciones, la falta de confianza, la corrupción, la vinculación inmoral de la política con el dinero, la mentira  -entre otros aspectos-  son la consecuencia de un sistema político que en muchas de sus aristas, fue y es, aún permisivo;  poco claro y transparente; apartado de los reales valores de una política altruista. Estas tristes circunstancias, debemos enfrentarla con determinación y compromiso. Los Demócratas Cristianos tenemos el deber moral de estar al frente de la lucha por recuperar los valores más sagrados de la acción política humanista y cristiana, que nos convoca. Debemos ser impulsores de una sociedad más justa y solidaria; nuestra conducta debe ser recta; estar atentos a los signos de los tiempos, caminando con la gente –y fundamentalmente- de los que más necesitan y son postergados. Firmes en principios y acción. No puede ser de otra manera…

El deber de desterrar toda forma de individualismo.

Ningún demócrata cristiano, nunca -y fundamentalmente hoy- puede estar pensando en “peleas cortas”; haciendo operaciones internas, pensando que debemos seguir siendo un partido que sólo administra pequeñas cuotas de poder personal, o creyendo en la cultura de la mutualidad interna y externa; Continuar y persistir en ese camino, nos llevará a la inevitable desaparición total de la política chilena.

Unidad, Fraternidad, Debate y Pluralismo Democrático.

Hoy queremos pensar y vivir una Democracia Cristiana realmente fraterna; donde este valor no se entienda como un grupo de amigos que todo se disculpan y aceptan. Muy por el contrario: una fraternidad basada en el respeto; donde seguramente podamos debatir, disentir, pensar y opinar distinto;  pero siempre dentro de un clima de pluralismo democrático y de respeto por la persona; donde aquellos que rompan con el derecho y la ética, no tengan espacio; y paguen el costo de sus conductas impropias. El partido Demócrata Cristiano de Araucanía Sur, necesita de unidad. Los tiempos que hoy enfrentamos, requieren de la fortaleza del trabajo conjunto; donde todos nos sintamos y seamos parte de la acción política que se nos demanda. Militantes, dirigentes y autoridades. Todos estamos llamados a ser parte de la construcción del futuro. Nadie puede estar excluido. Hoy nuestro llamado es a LA UNIDAD.  A construir en los próximos días, una conducción política en esta región, que reúna todas las legítimas visiones; y no excluya a nadie, por egoísmos grupales o personales. Las actuales circunstancias así lo requieren.

Responsabilidad de los distintos Actores para salir de la actual situación.

Requerimos de señales claras de parte de quienes  -en su condición de Demócratas Cristianos- hoy ejercen cargos de autoridad política, ya sea por voluntad popular o por designación ejecutiva. Camaradas: debemos estar a la altura de las circunstancias; y ser entonces, capaces de conducir este clamor militante. La Historia nos juzgará a cada uno por lo que fuimos capaces de dar en pos del bien común;  y también, la Historia nos juzgará,  por la renuncia a nuestras propias aspiraciones personales…

Trabajo continuo con la Base Social.

La fórmula de la unidad es, el trabajo conjunto, un partido organizado, fraterno, con contenido y propuesta,  y el ejercicio de liderazgos claros y potentes, y el apoyo de figuras políticas de nuestro partido; o sea, la DC, debe ser capaz de lograr distintos espacios de representación popular, obteniendo así la posibilidad legítima, de dar conducción  -pero- con un proyecto político claro.  El contundente triunfo electoral de hace unas horas en la comuna de Lautaro y logrado pos un acuerdo transversal e institucional de todos los actores de la Democracia Cristiana  lautarina, así lo comprueban.  Ésta es la demostración empírica de cómo se deben hacer las cosas al interior de nuestra institucionalidad. Sin embargo, nada de aquello sería posible si no fuera, por el trabajo cercano y acompañando a la gente; leyendo los signos de los tiempos, y poniéndose en el verdadero rol de  servidores públicos. Unidad es lo que necesitamos. Todos somos necesarios. Éste debe ser el modelo que nos encauce en los desafíos electorales de fines de este año; y fuere -por tanto- la base para enfrentar un 2017 llenos de energías renovadas, que permitan poder alcanzar espacio de poder democrático, con el objeto de lograr el necesario bien comunitario.

Optimismo y Esperanza haciendo las cosas bien.

Levantemos la vista. Miremos hacia el horizonte. Aún sigue vigente, en estos tiempos, la necesidad de la existencia de un partido político que tenga su inspiración en el  Humanismo Cristiano; que luche contra los abusos y la desigualdad. Para esto, debemos atrevernos -sin temores a los que ejercen presión y mal uso del poder-   y sin la cobardía que invade a los que ven este abuso, y miran para el lado… Los Demócratas Cristianos estamos llamados a ser-por esencia- a ser los constructores de una sociedad de hombres y mujeres libres, en el encuentro sublimemente  comunitario,  y  -por cierto- con apego irrestricto a nuestra base doctrinaria.

Planteamos una mirada unificadora; un compromiso expreso con las buenas prácticas políticas; un reconocimiento de nuestra propia responsabilidad en el deterioro de la Institucionalidad partidaria y de la política en general; una renuncia a nuestros propios intereses,  y una entrega total para con el bien común interno, de La Araucanía y del País.

Nadie es más grande que el partido. La Araucanía necesita una Democracia Cristiana unida, comprometida con la gente, con contenido y propuesta; ejerciendo un liderazgo en la solución de los conflictos, responsable y transparente en su acción, siempre cercana, compañera cariñosa y amorosa de los más pobres, apartados, discriminados, excluidos y marginados de nuestra sociedad.-

ENCUENTRO DE MILITANTES

POR LA UNIDAD DEMÓCRATA CRISTIANA