Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 16 de abril de 2016 | Publicado a las: 10:06
Las enfermedades vocales no son producto del azar sino que se provocan por su mala utilización. Bajo esta premisa, la Federación Internacional de Sociedades de Otorrinolaringología -reunidas en Brasil en el año 1999-, instauraron el 16 de abril como el Día Mundial de la Voz, como una estrategia de difusión de ciertas conductas, así como de pautas de higiene vocal para el uso y cuidado eficiente de la voz, y evitar su deterioro.
Así lo asume la Carrera de Fonoaudiología de la Universidad Autónoma de Chile, que conmemorará la fecha con tres actividades.
El miércoles 20, a las 11 horas en el Auditorio Andrés Bello, se realizará el conversatorio “La voz en mi trabajo”, que tendrá como protagonistas a profesionales que laboran con su voz; el jueves 21, a las 17 horas en la Terraza Gaudí, habrá un festival de la voz, en el que participan alumnos de la carrera, pero que está abierto al público que quiera asistirla; y el lunes 25 se efectuará la actividad “Voces en Concierto”.
Esta última se realizará en el Auditorio Juan Pablo Laporte, a partir de las 18 horas, y contará con la participación del Coro de la Universidad Autónoma, del grupo de Fonoaudiología “Fonoacoustics”, el grupo “La última cuerda” y el coro “Voces de la Araucanía”.
Fernando Salgado y Miguel Sepúlveda, organizadores, señalaron que aunque parezca algo absolutamente natural, la voz tiene un rol fundamental para el hombre.
“Los diferentes autores que se han dedicado al estudio de la voz, no establecen una definición única respecto a la voz normal o patológica, ni de los patrones o sus límites definidos. Sin embargo, es un fenómeno que presenta en el ser humano una función muy relevante en la comunicación y en la socialización, utilizada como vehículo a través del cual se logran materializar los pensamientos y transmitir las emociones. La voz emerge, se proyecta y se modifica en nosotros mismos. Por esto es que la voz y la fonación son un acto de gran trabajo muscular y de alto consumo energético, sobre todo en personas que la usan de manera profesional. Cuando se mantiene la armonía muscular, obtenemos un sonido de buena calidad y sin dificultades ni molestia para el hablante ni para los oyentes. Al contrario, cuando los atributos mínimos de armonía y confort no son respetados, estamos frente a una disfonía”, acotó Sepúlveda.