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La muerte verde, no se detiene, ni detendrá

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 30 de mayo de 2021 | Publicado a las: 11:10

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Están tan trastocados los valores y el honor, que el “Roto Chileno” del siglo XIX, que combatió en dos guerras, como pueblo defensor de sus raíces, hoy desde el firmamento observa atónito como el transversal “flaite” derrocha todo lo que costó sangre, sudor y lágrimas.

Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, profesor de Estado, consultor en inseguridad, Criminalista-Criminólogo.

Los signos positivos de muerte y signos negativos de vida, más allá de la ciencia biológica, se producen cuando un ser vivo especialmente de la especie humana, deja de existir,

En este sentido, la muerte como hecho cierto después del nacimiento, se puede extrapolar hacia otros ámbitos, no solo asociados a las personas, sino que también a otras entidades, como a la sociedad misma y a múltiples instituciones u organismos que la componen.

No se trata de que la muerte menos temida da más vida, como lo habría señalado el conquistador don Pedro de Valdivia, cuyo significado recoge toda una alusión practica de los tiempos que se vivían, -por esos años-, sino que encierra un aspecto más  relevante, en los actuales tiempos, donde se hace carne y espíritu, en un solo grupo de personas, los Carabineros de Chile, principales actores y propietarios del drama más sublime, al servir a la Patria, cumplir con el sagrado juramento y vivir el proceso de la “Muerte verde”.

Este tipo de muerte única en Chile, solo se puede comparar en estos tiempos, como antaño vivieron los Samurái en el Japón, al vivir y morir por causas nobles, en batallas con triunfos o derrotas, y ante la deshonra, no les quedaba otra que aplicar el “Seppuku o Harakiri” (suicidio   mediante arma blanca al cortarse el estómago).

Algunos de seguro dirán que no tiene nada que ver una cosa con la otra -y puede ser-, total es un tema de enfoque.

Pero lo que nadie puede desconocer, que la cantidad de 1.222, mártires de Carabineros, evidencian, que el salir a trabajar a la calle o población como se denomina, representa prácticamente un suicidio, máxime cuando es atacado y no se puede defender.

Lo que por supuesto un samurái, no habría tolerado, como tampoco un indígena Azteca, un Inca, un Maya, un Navajo y menos un Mapuche. Todos han tenido y tienen la facultad y obligación de defenderse, pero un Carabinero no, así de simple. 

Este caso único en el mundo, aburre no solo a los Carabineros, sino que, a una gran parte de la población civil, que no entiende nada de lo que pasa.

Los que si entienden son los activistas y agitadores de escritorio, que se esconden en el papelero de la basura y desde ahí opinan de todo. Sin imaginar siquiera que algún día serán arrebatados de su escondite, como Danton, Marat y Robespierre. Toda revolución tiene su propia contra revolución.

Recientemente, la muerte verde viajó en tanqueta, un vehículo de fierro, que no actuó como el monitor Huáscar, fue incapaz de embestir una barricada, no fue utilizado para espolonear a un grupo de ebrios insurrectos de la sin razón, principalmente porque son compatriotas de la dotación del propio blindado, habida consideración de que el Carabinero no ve enemigos, solo personas que de una u otra forma protestan o reclaman por algo, pero están equivocados, ya que los terroristas, no los ven así. Para ellos, el Carabinero es y seguirá siendo un enemigo verde.

Dejémonos de apologías trasnochadas y baratas, a decir por algo indefendible, además que no resiste análisis, toda vez que el mes de mayo, para los chilenos bien nacidos, es un mes de arrojo y valentía, de honor y gloria, de tradiciones y valores. Pero esta vez, durante el año 2021, todo fue enterrado en un sarcófago denominado urna electoral, que pareciera ser lo único que interesa, en un país sin memoria, salvo cuando se trata de lo que conviene y se perpetúa en un museo unilateral.

Como se puede defender una democracia que no se quiere así mismo, que vive de los espectros y fantasmas del pasado, que no es capaz de mirar al futuro y proyectarse en el devenir de sus propias necesidades de supervivencia. ¿Por qué tanta estupidez humana?.

Están tan trastocados los valores y el honor, que el “Roto Chileno” del siglo XIX, que combatió en dos guerras, como pueblo defensor de sus raíces, hoy desde el firmamento observa atónito como el transversal “flaite” derrocha todo lo que costó sangre, sudor y lágrimas.

Los acérrimos enemigos Caupolicán y Valdivia, desde el más allá, no logran entender un ápice, sobre lo que ellos lucharon y pagaron con sus vidas, hoy se negocie en la feria de la ignominia, como si el agua no hubiera corrido rio abajo y se retuercen en sus tumbas, de impotencia al no poder revivir para imponer el control sobre sus seguidores.

De seguro, si pudieran volver, ni Lautaro, podría defenderlos de las hordas narcotizadas que tienen distorsión de todo.

Hoy, ni Alonso de Ercilla podría escribir una nota periodística, ya que estrellas faranduleras de matinales y programillas subjetivos, lo acusarían de latifundista de las letras, en un país donde no saber leer ni escribir, no es impedimento para ser constituyente.

Si bien, no es bueno lamentarse, no hay que perder de vista que, en este país, los intereses personales reinan por sobre los intereses colectivos, y donde los que reclaman, si pudieran acceder a lo individual y ser jefatura, serian feroces violadores de cuanta norma hay, por lo tanto, es un problema de roles, que los estúpidos llaman “privilegios”.

Por lo tanto seria bueno darle la oportunidad de que un obrero de la construcción prepare una licitación por un edificio, para que entienda que los pasos dobles no tienen nada que ver con los metros cuadrados y cúbicos, que un minero planifique los túneles de una mina en búsqueda de la mejor forma de seguir la veta por años,  donde el auxiliar del colegio planifique las clases, la Técnico en enfermería  del hospital opere el corazón de cualquiera, donde cualquier procurador o actuario  opere de juez. Asimismo, en un proceso invertido, arquitectos y constructores trabajen con una pala, médicos pongan una inyección sin hacer sufrir al paciente, gerentes mineros manejen un camión tolva de alto tonelaje y operen cartuchos de dinamita, en definitiva, todos los roles son importantes.

En materia de seguridad ocurre lo mismo, en Chile, todos saben, opinan y tienen la solución en materia de seguridad. Hasta la señora Juanita, -lo digo con respeto-, pero cuando les pasan la guitarra para que ejecuten las partituras de orden y seguridad pública, de protección y vigilancia, lo que ocurre es que seguimos en lo mismo, pura venta de pomada y de la más barata.

La muerte verde, esta vez recayó en Francisco Benavides García, Sargento 1ro, de Carabineros, a mi juicio evitable, totalmente evitable, pero estoy cierto que luego vendrá el próximo, en una tierra donde “Marrichiwew” (vocablo que tiene varios significados, pero literalmente es diez veces venceremos; para otros, si uno cae diez se levantaran), es una expresión permitida unilateralmente, ya que, de lo contrario, transmite represión y para otros militarización.

Aquí, es donde la tierra deja de girar sobre su eje, parando su rotación, y cuando comienza a girar nuevamente, se sube la estupidez humana, la post verdad, la intriga y la mentira, de derechas e izquierdas, desestabilizando todo.

Cuanta irresponsabilidad se deja ver a través del prisma sin aumento de la sed del poder por el poder, por parte de quienes aun no saben leer lo que la gente necesita y quiere, o por lo menos dice querer, ya que estamos claros, que tampoco son capaces de expresar adecuadamente lo que quieren.

Avala lo anterior, que habiendo obtenido casi todo, más allá de las presiones y los temores, no fueron capaces de despertar a partir del mentado 18 de octubre, solo se sacaron las lagañas, no se lavaron la cara y caminaron como zombis, por calles y senderos de esta tierra, que ya no produce lo de ayer. Quedando el progreso y producción reducidos a su más mínima expresión.

La muerte, hoy es temida, por quienes saben que penden de un hilo, por aquellos que saben que no les importan a nadie, excepto a sus familiares. Nos hemos acostumbrado, a flores y coronas, despedidas y honores, reclamos tibios, que duran siete días, caras compungidas y solo titulares mercantiles en la prensa, ya que hoy, en el paso a la eternidad de Benavides, ni siquiera su apellido podrá quedar grabado en el memorial de los caídos, que fue destruido y aún no ha sido restaurado, como testimonio visible de la maldad más perversa, del Chile actual.

La muestra más palpable de inacción, ha sido la actuación impune del tirador que transita por La Araucanía disparando a Carabineros y civiles, pensando que nunca caerá de bruces mordiendo la tierra que ha regado de sangre.

De ahí, la reacción familiar del Sargento Benavides al rechazar la presencia del presidente de la república en las exequias, no por el cargo que ostenta, sino que por la forma como ejerce este importante cargo, a todas luces deficiente en todos los sentidos. El precio de la tozudez.

La muerte verde seguirá de ese color, como los prados y bosques del sur, con humedad y olor indiscutible a sacrificio y entrega por el servicio, que trasciende a la distinción suprema de una función noble y única. Pero no hay que ser ingenuo y pensar que esto terminará, por el contrario, se incrementará en la medida que no se adopten nuevas tácticas operativas en el cumplimiento de la ley.

De lo contrario, otros seguirán el camino de la verde mortaja. 

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